Beso y amenaza

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Tomé las flores con cuidado entre mis manos y de reojo miré el actuar de Bonnie

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Tomé las flores con cuidado entre mis manos y de reojo miré el actuar de Bonnie.

Estaba atenta a cada movimiento equivocado que pudiera realizar. Estaba atenta y dispuesta a encontrar mi debilidad.

Conejita maliciosa. Podía leer sus segundas intenciones... lo que esperaba conseguir de mí.

No iba a dárselo tan fácil.

Me intrigó descubrir que Bonnie sabía esconderse detrás de la quietud, una serenidad falsa que me hizo entrever lo acostumbrada que estaba a sentir temor.

Interesante...

Yo no era la primera persona que la orillaba a ese sentimiento oscuro. Parecía estar acostumbrada porque sabía manejarlo con mucho cuidado.

Me metí el pasamontañas en el bolsillo de la capucha.

—¿Intentas decirme algo? —le pregunté con la voz apenas perceptible.

Mi conejita contuvo la respiración por un rato, hasta que me incliné sobre ella para mirarla mejor, para tratar de descubrir qué era lo que intentaba decirme.

Había algo en su nueva actitud que me tenía seducido.

No pudo con la tensión que surgía entre los dos y mientras más me acercaba, más se rompía, hasta que ya no pudo soportarlo y tuvo que soltar todo el aire que había retenido.

—Aun no logro entenderlo —susurró entre jadeos angustiados por la falta de aire que la presión de todo mi cuerpo le estaba causando.

Con suavidad la tomé por el mentón. Sus cabellos dorados sedosos se enrollaron en mis dedos y, mierda, se sintió como arder en el maldito infierno.

»Es un juego, ¿verdad? —me preguntó tiritando.

Sonreí sobre su boca, atrapado entre esos balbuceos y suspiros que me idiotizaban.

—Una cacería —le dije, pasándole la punta de la nariz por la mejilla.

Olía jodidamente bien.

Mi mano se envolvió por su garganta y mentón. Los huesos frágiles de su barbilla se sintieron tentadores bajo mi agarre posesivo.

Respiró más fuerte, luchando por entender lo que estábamos haciendo.

Tragó duro bajo la presión de mis dedos envueltos en su garganta.

Mi conejita era más astuta de lo que creía. Solo se aseguraba de que mi agarre no la asfixiara. Quería tener la certeza de que no iba a matarla.

—¿Soy la presa? —me preguntó mirándome directamente a los ojos.

Aunque la oscuridad era penetrante y envolvente, Bonnie podía ver a través de ella y agradecía que así fuera.

Corazón italianoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ