Capítulo 9

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Cuando las personas están al borde de la muerte y sobreviven, se sienten tan llenos de esperanza que prometen aprovechar cada minuto de su vida y le agradecen a su ángel  por haberles dado otra oportunidad. Amigos y familiares los visitan y les dicen algo como: “espero que te recuperes pronto”.

Pero no era lo mismo para mí, pues mi padre siempre recalcó que era mi deber sobrevivir y no hacer el ridículo frente a miles de personas, de lo contrario, me convertiría en una vergüenza para el apellido.

Y eso se convirtió en mi mayor miedo, pues no quería decepcionar a nadie.

Crecí escuchando las palabras más frías que un niño podría recibir: “tú eres Johan Krieger,  te recuperarás fácilmente porque eres nuestro pequeño experimento, así que no llores, porque te ves patético”.

Todos me trataban como una máquina, como si no sintiera dolor, como si mis accidentes no importaran solo porque tenía un apellido que representaba fortaleza. 

Por eso me esforcé en fingir no tener sentimientos que pudieran ser vergonzosos para la familia. Fui imparable, astuto, fuerte y cruel solo para no darle importancia a lo que sentía. Todo era tan superficial.

Pero cuando vi a Lilith en la habitación derramando lágrimas por mí, me sentí tan vulnerable que por primera vez le di importancia al  dolor que se extendía por mi cuerpo que me recordaba mi humanidad huesos, y me sentí agradecido de estar vivo.

Ella no me hizo sentir cómo una máquina.

Ella reconoció que incluso para mí, era difícil lidiar con algo  así.

Mi corazón retumba en mi pecho con violencia de solo recordar su rostro, como si necesitara más de ella y estuviera dispuesto a seguirla, a obedecerla, a esperarla como un perro.

Su presencia es como un trueno: peligroso y resplandeciente, a tal punto de que podría iluminar la patética vida de cualquiera y hacerlo sentir como si fuera especial.  

Como si realmente tuviera a alguien que se preocupara por mi.

Mierda.

Sé que no debería sentirlo.

Hay muchas mujeres en este lugar que podría tomar en cualquier momento. Todas me aceptarían y estarían orgullosas de que pudiera tocarlas al menos una vez.

Entonces, ¿por qué deseo a la que está fuera de mi alcance?

No esperaba que ella viniera a verme. ¡Es la novia de ese bastardo! Pero estuvo aquí, preocupada y llorando por mí. POR MÍ, NO POR ÉL. 

Trato de pensar en las razones por las que lo hizo y no encuentro ninguna. 

¿Lástima? Probablemente, aunque ella dejó muy claro que me odiaba y nadie en su sano juicio estaría preocupado por alguien a quién desprecia, ¿verdad?

EL GRAN CIRCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora