El entrenamiento comienza conmigo en el suelo recibiendo un golpe en la mandíbula que sacude mi cerebro. El omega, a horcajadas sobre mí, sonríe con esa malignidad que no debería de ser propia de su especie. He visto los relatos de los antiguos, pero nunca había conocido otro omega que no fuese mi madre, y ella murió tan rápido como el virus se propagó. Recuerdo que llevaba faldas largas estampadas de flores, que sonreía de manera hermosa y que nunca levantaba la voz.A diferencia de ella, Haechan parece salido de la pesadilla de un monstruo. Me sujeta por el cabello y jala hacia arriba, hasta que nuestras narices se empujan y su imagen se distorsiona.
–Te harán peores cosas si no tienes cuidado –dice, mordiendo el polvo que flota a nuestro alrededor–, será mejor que aprendas a defenderte.
Es irónico, su cuerpo es mucho más pequeño que el mío, pero se las arregla para mantenerme a su merced, por otro lado, su aroma no deja de volverse dulce y dulce en cuanto más se enfada por mi falta de espíritu guerrero. Me arrastro por el suelo, lejos de él, haciendo que me dé una mirada incrédula.
–¿En serio? –pregunta, sujetándose las caderas y luciendo genial desde la altura–. ¿Ese es tu plan, huir como una babosa?
–No estaba listo –farfullo, respirando sin aliento. Los pulmones me arden por haber sido sorprendido en el primer segundo en que entré en la habitación vacía. Limpio el lugar en que él me golpeó, descubriendo pequeñas manchas de sangre que brotan de mi labio inferior. –Comienzo a sospechar que es personal.
–Sí, lo es –dice, importándole un carajo las relaciones sociales. Está bien, a mi tampoco me interesa la cordialidad, no con él, no con nadie de por aquí–. Lástima que estes atrapado conmigo en esto, porque nadie más quiso hacerse cargo de tu trasero huesudo.
Me encorvo hacia adentro, remangando la camisa azul que no se ajusta a ninguna parte de mi cuerpo. Hay ventanas en lo alto de las paredes, desde ellas entran los rayos de sol y proyectan sombras encima del omega, detesto que todo él me provoque admiración.
–Sospecho que decidiste hacerte cargo de mi trasero huesudo para poder darme una paliza.
Se encoje de hombros, sin negarlo.
–Bueno, Renjun está ocupado organizándolo todo, a Chenle y Winter les va mejor con las armas, y Karina... la has visto, es demasiado amable como para ser dura contigo. Ah, y por supuesto, Mark y Jeno son fuertes por pura y maldita genética, no podrían entrenarte sin quebrarte un brazo por accidente. –Su explicación me desconcierta, pero no parece interesarle demasiado hasta que ve la falta de información en mi rostro y rueda sus ojos. –Alfas –explica.
–Ah.
Es lo único que consigo decir.
–¿No sabes nada? –pregunta, revisándose las uñas–. Que desperdicio.
Me pongo de pie, tambaleándome un poco antes de conseguir estabilizarme.
–Oye, ¿cuál es tu maldito problema ahora?
–Mi problema eres tú, no te quiero aquí– dice, mirando hacia la pared de la derecha–. No confió en ti.
Eso desencadena algo en mí. Quizá sea porque me partió la boca con su puño o porque todo lo que ha hecho desde que llegué ha sido gruñirme y tratarme como una basura.

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Edén
FanfictionTodo lo que un criador debe hacer es llegar al Edén. •Distopía •Omegaverse Portada: @Doddlemin ✨