Cincuenta y cuatro

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Todos los días llegaba y me quedaba a acompañarte en tu habitación. Así podíamos charlar sin tener el ruido de la sala de quimioterapias.

Tenía mucho miedo de perderte, de no ser capaz de coleccionar nuestros momentos.

¿Qué iba a hacer sin ti, Lili? Eras mi farol en medio de una noche oscura, abandonada y desolada. Eras ese algo que me hacía querer despertarme los fines de semana por las mañanas para alcanzar el desayuno del hospital y comer a tu lado.

El príncipe que no tuvo su final feliz © ✔️ (M #0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora