Prólogo.
Mordida de lobo.La feróz criatura se acercaba lentamente y con pasos tan sigilosos que parecía no haber nadie más allí, sólo la pequeña niña que dormía plácidamente acurrucada entre las suaves mantas. Del hocico le caían hilos de saliva y pasaba la lengua sobre sus dientes, sediento e impaciente por saborear la carne humana de su jóven víctima. Había esperado la órden de su amo por un largo tiempo y, finalmente, había llegado el momento de actuar, el momento de ensuciarse los dientes de rojo y saciar su hambre. Despues de todo, ellos se lo habían buscado. Con cada paso que daba, los sentidos de Blair Lupin comenzaban a despertar, comenzaba a percibir una presencia detrás suyo que le enviaba escalofríos a su espalda y erizaba el vello de sus brazos. No estaba sola, estaba en el hogar de sus abuelos, pero ellos dormían en su habitación...
Un paso. Dos pasos. Tres pasos.
El corazón de la niña latía desenfrenadamente, tanto que por un momento temió que este se saliera de su pecho. Su boca permanecía cerrada, incapaz de emitir sonido alguno; por más que lo intentara, el grito cargado de terror quedaba atrapado en su garganta como un pájaro que mueve sus alas dentro de la pequeña jaula. No terminaba de entender que era lo que sucedía, pero sabía que era algo malo. ¿Estaba soñando? Quizás era sólo una simple pesadilla de la cual no podía despertar, de esas que paralizan el cuerpo y desesperan la mente. Pero escuchó la respiración del lobo y lo comprendió. No estaba soñando, estaba más despierta que nunca.
Todo ocurrió rápidamente. Los afilados colmillos del hombre lobo se clavaron profundamente en la piel de la niña y la sangre comenzó a brotar de su espalda como una laguna, tiñendo su pijama de conejos blancos a un color rojo oscuro. El cuerpo de Blair finalmente respondió. Las lágrimas cayeron de sus ojos cual cascadas y los gritos desesperados y doloridos fueron al fin liberados. Su débil cuerpo se movía frenéticamente, intentando huir, pero era imposible zafarse del gran tamaño de la criatura que la sujetaba. Lo había intentado todo, nada funcionaba y el dolor se volvía cada vez más insoportable. No quedaba más nada por hacer.
Colgando alrededor del respaldo de la cama, el crucifijo que su abuela le había regalado se balanceba lentamente. ¿Qué había hecho mal? ¿Se lo merecía?Mientras cerraba sus ojos, entregaba su carne y sangre. Y sin darse cuenta, entregaba parte de su alma.
La luna llena la observaba a través de la ventana con el rostro imperceptiblemente afligido. En esa fría madrugada la invitaba a Blair Lupin a pasar las noches junto a ella, a deambular bajo su brillante luz blanca entre los árboles de los oscuros bosques. A partir de ese momento, eran sólo la luna y ella. Porque no estaba muerta, estaba dolorosamente herida. Quizás el destino lo había querido de esa forma. Quizás la historia se tenía que volver a repetir porque así estaba escrito en el libro invisible de su vida.
Tal vez si Lyall Lupin hubiera entrado por aquella puerta de madera cinco segundos antes todo hubiese sido distinto.Pero la niña no sería la única en lamentarse.
Remus John Lupin había sufrido tanto en la vida. Había comenzando a sufrir desde que era tan solo un pequeño niño. Conocía muy bien el sentimiento de dolor, lo conocía tanto como a la palma de su rasguñada mano. Todas las noches le rogaba hasta a dioses inexistentes, les pedía que, por favor, quitaran esa cruel maldición de su cuerpo. Era en vano, no había ninguna otra cura más que un milagro. Y lo sabía muy bien. No tenía más opción que enfrentar a la temible luna llena y convertirse en esa aterradora criatura que, en su opinión, era peor que un monstruo. Era tan grande el odio que sentía por sí mismo que a partir de una corta edad sus pensamientos habían comenzado a destruirlo rápidamente, haciéndole saber que nadie nunca se quedaría a su lado. ¿Quién podría hacerlo con todas esas cicatrices que recorrían su cara y cuerpo? ¿Y si en un descuido lastimaba a alguien? ¿Y si mataba a alguien?
Él sabía como se sentía. Lo sabía. Y la culpa comía cada parte de su ser.
nota:
Pobre Remus, no puede tener un minuto de felicidad.
Pero bueno, me gusta hacer infelices a todos los personajes, mil disculpas.Espero que les haya gustado el prólogo y dejen sus comentarios <3.

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Lamb Skin, Harry Potter
FanfictionMoon, tell me if I could Send up my heart to you? Harry James Potter x OcFem