El vientre seguía plano, cuando su cachorro estaba cumpliendo un mes de vida. Sabía que la alimentación del omega fue escasa durante su ausencia, con demasiado estrés de por medio. Parte de eso se evidenciaba en las clavículas pronunciadas y en los huesos visibles de sus costillas.

Haría que comiera más, que se alimentara como era debido y que recuperara las mejillas rechonchas que extrañaba mordisquear, de la mano de los kilos extra.

Sus alargadas manos se detuvieron sobre el vientre embarazado y lo cubrieron. Sonrió emocionado porque sería su primer hijo, su primer heredero, y lo creó junto con la persona que amaba, su destinado. Una lágrima se agolpó en sus ojos al pensar que estuvo a punto de perderlo todo.

–Sí vas a hacerte cargo, ¿verdad? –bromeó el omega, sacándole una carcajada agridulce. El pelirrosa le limpió el rostro con los puñitos y besó las comisuras de su boca como quién teme romper algo.

–¿Cómo podría abandonarte, si eres mío?

–No lo sé. Quizás soy más caprichoso de lo que puedes aguantar y ya te arrepentiste de soportame –se encogió de hombros el contrario, que fue derribado al instante.

–Caprichoso o no, no hay vuelta atrás.

El cuerpo más ancho cubrió al más pequeño. Estaban en la seguridad del nido, donde concibieron juntos. Ese simple recuerdo les encendía la piel, bajaba electricidad por sus entrepiernas y los hacía suspirar de placer con cada beso.

La ropa sobró y se deshicieron de ella.

Exploraron cada rincón de la piel contraria con paciencia, sin apresurarse. Tenían toda la noche por delante para descubrirse y sentirse, para encontrar el punto justo donde las caricias originaban suspiros que se hacían más profundos con cada estremecimiento del cuerpo.

Ninguno lo dijo en voz alta, pero lo pensaron al mismo tiempo: ese sería el día donde finalmente sellarían su amor. Ya no más marcas temporales. Sus lobos y su cachorro necesitaban una marca digna que consumara para siempre su vínculo como destinados, como pareja.

–Estás muy cariñoso, alfa –vocalizó Jimin, mientras Jungkook saboreaba la humedad de su borde, escondido entre sus piernas.

–Es una pena que recién ahora lo notes.

Jungkook tenía una naturaleza cariñosa en lo que a su pareja se refería. El problema era que Jimin solía estar muy ocupado rechazándolo como para poder disfrutar de todo el amor que estaba reservado únicamente para él, creyendo que sería más sencillo fingir que no le interesaba, aunque le doliera el corazón cada vez que despreciaba sus atenciones.

Como el dominante era el mayor de ambos, esa madurez que viene con la edad fue la que lo llevó a asumir el rol protector y amoroso que el omega ni siquiera sabía que necesitaba en un compañero. Tenía a un igual dispuesto a vivir con él, a procrear y brindarle las comodidades de una familia y un hogar sano que compensaran la pérdida de la suya. Toda la paciencia que Jungkook le dedicó, le brindó al omega la seguridad y la clara señal de que era el indicado. Ya no podía escapar de la realidad ni de los profundos sentimientos que guardaba en su corazón bajo llave.

El alfa lo aflojó con ayuda de su lengua y sus dedos. Lo hizo con extremo cuidado, para que no sintiera el ardor tras la intromisión.

Le gustó escuchar los suaves ronroneos de satisfacción, enfrentarse a la resistencia de los músculos al ser invadidos, apreciar la suavidad de la zona íntima. Todo eso sacudía la demencia de su lobo, que deseaba ser partícipe también del placer omega.

–No creo que pueda aguantar un segundo más sin hundirme en ti –gruñó, peleando con Kook por el control.

Jimin se incorporó lo suficiente como para tener una mayor proximidad a él. Acarició la cálida mejilla de su compañero. Arrastró la yema de los dedos a lo largo de la mandíbula picosa por la barba de hace unos días y luego subió hasta tocar sus labios, brillantes de saliva y de su propia miel.

Esclavo del Placer ║ Kookmin (Omegaverse)Where stories live. Discover now