𝐄𝐓𝐋𝐕 | ❝Estaremos cerca en todas las vidas. Ya sabemos que sin el otro no podemos vivir❞
Libro de pequeñas historias de cualquier serie o película.
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Según yo no me gustaba Cat Noir y ahora quiero una historia con él. Ayuda–
Si te gusta esta pequeña historia, no dudes en pasarte por mi perfil y leer «Un desastre prodigioso» mi fanfic de Miraculous. Te lo agradecería mucho ♡
2941 palabras, sin contar esta nota.
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Dafne corría por las calles de París al igual que las personas a su alrededor. ¿La razón? Su ciudad era atacada por un akumatizado, de nuevo.
El akumatizado era un hombre en traje azul y verde. Ladybug y Cat Noir ya estaban tratando de detenerlo, pero aún así el hombre lograba aterrorizar a la ciudad.
Pensó que estaría a salvo cuando dejó de escuchar ruidos de pelea, pero se sorprendió al ver que el akumatizado estaba hipnotizando a las personas para que estuvieran bajo sus órdenes e intentaran robar los Miraculous de Ladybug y Cat Noir.
Ella estaba escondida cerca de donde el villano había hipnotizando a la última persona. Tal vez demasiado cerca, pues no pasó mucho para que la encontrara.
—Tú serás de gran ayuda —sonrió el villano, tomando a Dafne de los hombros—. Solo tienes que mirarme a los ojos...
Dafne sintió otro agarre en su cintura, y la imagen del villano se transformó en la vista de la ciudad. Cat Noir la había salvado.
Respiró cuando sintió un suelo bajo sus pies. El héroe de París había parado en una azotea alejada de la pelea.
—¿Estás bien? —se apresuró a preguntar él, revisando el rostro de ella para asegurarse de que no tuviera ninguna herida.
—Si... Pero logró hipnotizar a muchas personas. —Dafne tomó las manos del héroe—. No lo mires a los ojos o también te tendrá.
Cat Noir sonrió. Ella siempre se preocupaba.
—No te preocupes, My Queen —Cat Noir soltó una mano de Dafne para besar la otra—. Este gato sabe lo que hace.
—Aún así, ten cuidado por favor.
—Lo tendré. Tú quédate aquí.
—¿Aquí? ¿En una azotea?
—Vendré por ti. Lo prometo.
—Pero...
Cat Noir saltó del edificio antes de que Dafne dijera otra cosa. Ella vió como se alejaba, y suspiró al ver que las personas en la calle lo seguían.
Buscó al rededor, pero no había ninguna escalera para bajar. Ni de incendios ni del propio edificio, el cual al parecer no tenía salida a la azotea. Además, no podía saltar a otro, ya que al estar tan alto, seguro se lastimaría.
Su teléfono sonó avisando de una llamada: era Alya.
