Bienvenido al inicio de una serie de One Shots sobre nuestro querido Enzo Vogrincic.
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Era una de esas noches donde el sofá se hace tu mejor amigo y te acompaña en la soledad, te acompaña mientras intentas trabajar en tu propia paz, el que era mi caso, disfrutaba gustosa de una fresca noche, el frío en mis pies era reconfortante luego de tantos días de olas de calor, aún así el ordenador en los muslos de mis piernas hacían que estos se temperaran, llevaba casi media hora en el mismo párrafo podía ver la barra vertical aparecer y desaparecer durante minutos sin que alguna idea me llegara a la mente, me dedicaba a ver la soledad de mi oficina, leía los títulos de los libros de la estantería que tenía frente a mí esperando que la inspiración llegara, mientras pensaba en frases y diálogos confusos los cuales nunca llegaban a un desenlace.
Eran contados los años que llevaba trabajando como guionista en la misma cinematográfica para mi buena suerte me habían ascendido hace unas semanas esto me mantenía contenta ya que sería más respetada y bueno... ganaría mucho más siendo una de las encargadas oficiales de la película, era algo así como policías y ladrones con el mismo cliché sin gracia donde la protagonista que es ladrona se enamora del policía, pensé que escribir algo así sería divertido ya que podría agregarle mi toque personal sin embargo, fue tedioso a morir. Lo único que me mantenía con paz en esa oficina era saber que llegaría la hora en las que todos se fueran y podría estar sola.
—Uff ya basta de trabajar Emilia. —Me dije a mí misma como si en la media hora que llevaba ahí sentada hubiera hecho algo de provecho.
Acerque mis botas con mis descalzos pies aún sentada en el sofá, me puse mis botas y estire mi espalda, los años sentada en la misma posición se empezaban a notar. Me levanté del sofá en busca de mi celular y ver mis notificaciones y... nada. No me sorprendía, era alguien bastante antipática nadie se preocuparía para escribirme como estoy a las diez de la noche.
Lo único que podría calmar mi estrés sería un café bien cargado, quizá algunos me van a criticar, pero estas últimas semanas me había vuelto adicta, me ayudaba a conciliar las noches largas y ese aroma me traía de vuelta a la vida.
Salí de mi oficina para cerrarla con llave y pude ver en la fría oscuridad de la oficina una única luz encendida, alguien se habría olvidado de apagar las luces pensé, al asegurarme de que la puerta se encontrara cerrada tome mi cartera y fui en camino a la salida.
