5

449 48 7
                                    

Fui a trabajar por la mañana después de dejar a mi hijo al jardín. Gustav sonreía sin discreción mientras entraba en nuestra oficina. Lo ignoré, saqué mi portátil y empecé a trabajar, pero escuché su risa arrastrándose detrás de mí mientras su silla se acercaba hacia la mía.

-¿Qué? ¿Vas a hacerte el misterioso? Te deje salir temprano, ¡así que me lo debes!- dijo antes de que pudiera decirle algo -Entonces, ¿Qué pasa con el elegante disfraz?-

Obviamente, mi atuendo me hizo destacar tanto como imaginé. Sin embargo, dentro de una oficina, una bufanda, gafas de sol y una mascarilla eran quizás demasiado.

-Déjame en paz-

-No hasta que obtenga respuestas, hijo de puta- Gustav estaba enojado, pero trató de mantener una compostura alegre a mi alrededor. Tenía la costumbre de hacer eso cuando quería información de mí, o algo más.

Lo ignoré, escribiendo furiosamente en mi portátil. Finalmente se fue, y lo escuché quejarse y suspirar mientras trabajaba. Durante toda la mañana, hizo ruidos lamentables desde su esquina. No podía creer que un hombre que tenía mas de 20 años fuera capaz de actuar como un niño, yo tenía un hijo pequeño y ni él se comportaba así.

Recordé el beso de Georg, que fué salado y triste. Me agarró deseperadamente, besándome más profundo.

"No.." le dije y nos separamos al instante, se veía dolido "No, tú no"

"¿Por qué yo no? ¿Por qué alguien que si puede tiene que hacerte daño?"

"Porque quería que lo hiciera" respondí, y su mirada se oscureció "Yo se lo pedí, el no hizo nada que yo no quisiera"

"Solo soy un cuidador de niños barato, ¿eh?"

-Cuéntame qué pasó- Gustav volvió a exigir

Suspiré. No había nada más de lo que hablar, así que empecé a sacar mi bufanda, me quité la máscara y me quité las gafas de sol. Sus ojos se abrieron, tan amplios como los de Georg.

-¿Qué carajo? ¿En qué te has metido?-

-Cállate. Sé en que me he metido, y lo disfruté cada minuto-

-No te estoy juzgando, solo estoy preocupado por ti. Parece que te han golpeado o algo así- dijo, sus ojos centrándose en mi cuello. Por suerte, mi teléfono empezó a sonar, salvándome otra vez.

"¿Hola?"

"¿Quieres que nos veamos para almorzar?" una vez más, la voz de Bill "Esperaba que pudiéramos hablar, conocernos el uno al otro"

"Te enviaré un mensaje de texto con la dirección a un buen lugar cerca de mí"

La llamada telefónica terminó.

-¿Era él? ¿Vas a quedar para almorzar?- preguntó Gustav, sus ojos entrecerrados en una leve desconfianza combinada con la curiosidad. Asentí, terminé de enviar un mensaje de texto a Bill con la dirección y conseguí mi chaqueta.

-¡Oye!- Gustav me gritó antes de que saliera de la oficina. Lo volví a mirar -Solo... ten cuidado. Eres lo más cercano que tengo a un hermano, no hagas nada imprudente-

Casi me conmovió hasta que volvió su sonrisa de mierda y susurró "papi". Eso le valió un puñetazo en el hombro.

-X-

Bill ya estaba sentado en una mesa con las piernas cruzadas, los codos sobre la mesa mientras enviaba mensajes de texto rápidamente. Me había dado cuenta de que nunca lo había visto en su teléfono antes, en realidad era solo nuestra cuarta reunión, pero por alguna razón tenía el deseo de verlo hacer cualquier cosa y todo, desde coger su teléfono hasta incluso hacer reír a mi hijo.

Lo saludé al llegar. Todavía seguía usando ese disfraz de mierda, lo que hizo que frunciera el ceño mientras me miraba.

-¿Por qué estás vestido así?- preguntó arqueando la ceja. Ya debería haberme dado cuenta de que tenía un sentido de la moda bastante particular, y que no permitiría mi atuendo en su presencia. Poco a poco, se fue dando cuenta -Hm... tal vez nosotros fuimos... demasiado entusiastas anoche- dijo en voz baja, con un dedo golpeando el costado de su teléfono.

-Estoy bien- dije rápidamente, quitándome la bufanda y el resto de las cosas. No quería hacerlo sentir incómodo.

-Lo sé- me sonrió -Pero odio ver una cara tan atractiva cubierta de esa forma- había pasado tanto tiempo desde que alguien me había dicho que era atractivo.

-¿Querías conocerme más?- pregunté, haciendo todo lo posible para cambiar de tema lo más suavemente posible.

-Eres tan guapo...- insistió, inclinándose hacia adelante en una mano, sus ojos observándome con una mirada casi de ensueño en ellos.

-¿Qué haces para ganarte la vida?- puse los ojos en blanco mientras le sonreía, con la esperanza de que me viera tan encantador y carismático como él. Bill se sentó de repente, sonriendo a la camarera que nos trajo agua y los menús. También me encontré mirándolo con el aspecto que tendría un chico de secundaria golpeado por el amor. Tenía una belleza que podría hipnotizar a cualquiera.

-¿Yo? Pensé que ya lo habías descubierto- él respondió a mi pregunta después de que la chica nos dejara, diciendo que volvería en un momento una vez que decidiéramos que queríamos comer.

-Bueno.. no lo sé-

-¿No podiste haberlo deducido cuándo te hice llamarme maestro?- preguntó sonriéndome. Mis cejas se levantaron un poco. Así que él... ¿lo era? -Muchas personas pagan muy bien para ser dominadas en estos días- dijo tomando un sorbo de su agua

-Así que... ¿eres como una dominatrix?- pregunté, mi conocimiento del porno era bastante limitado.

-Sí, algo así. ¿Estás de acuerdo con eso?- asentí con la cabeza. En realidad no tenía nada para decir pero tampoco me molestaba, solo estaba sorprendido.

-¿Te has...?- empecé a preguntar, pero él me cortó.

-No tengo la costumbre de acostarme con mis clientes- respondió a mi pregunta, sin problemas
-Joder, realmente no me he acostado con nadie recientemente, excepto contigo- dijo, riendo un poco al darse cuenta.

-Oh... pero, ¿qué pasa con los condones?- no pude evitar preguntar. Ahogándose con el agua, Bill se rió un poco más. Escucharlo reirse era un sonido tan hermoso.

-Tengo todo tipo de clientes, hay algunos que no pueden ayudarse a sí mismos cuando se emocionan. Los condones ayudan a contener cualquier.. desastre-

-Entiendo-

Continuamos en silencio, ordenando lo que nuestros ojos habían visto por primera vez cuando la camarera regresó a nuestra mesa. Compartimos unos minutos más solo mirándonos.

-Tengo que admitir... nunca he conocido a nadie como tú- dije, rompiendo nuestro silencio. La sonrisa habia vuelto a su cara.

-Bien. Tampoco he conocido a nadie como tú...- se inclinó hacia adelante, el escote que estaba usando me dió una vista de algunas de las marcas de amor que le había dejado anoche.

-Quiero saber más-

Bill me sonrió.

-Te diré todo lo que quieras saber, papi-

INCUBUSWhere stories live. Discover now