El coraje de amar (Pedido)

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Hola a todos

Estoy muy emocionada de publicar mi primer pedido. Así que, dicho esto, agradezco a Teetlezz por darme la ocasión y vamos ya a empezar. Espero que te guste ^^

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Aquella noche el cielo estaba completamente negro, vacío de estrellas, sólo la luna iluminaba Nueva York. A pesar de ello, la ciudad brillaba como nunca, las luces de los edificios, los monumentos y las calles jamás permitirían que la envolviera la oscuridad. El día llegaba a su fin para los ciudadanos y hasta en el aeropuerto los trabajadores empezaban a regresar a sus casas. Sólo faltaba un avión, un vuelo proveniente de Centroamérica. El piloto anunció su llegada y abrió el portón para poner las ruedas en posición y prepararse para el aterrizaje. Aún estaba demasiado lejos de los edificios para que alguien pudiera percatarse de su presencia, pero de aquella abertura salió también una sombra, sólo en apariencia humana. La figura se lanzó decidida hacia el vacío, sumergiéndose en las profundidades del océano.

Poco después resurgió ileso en un embarcadero, comprobó que las calles estuvieran desiertas y alcanzó rápidamente los tejados de los edificios. Incluso con las frías temperaturas nocturnas, su piel cubierta de escamas tardó poco en secarse. Casi había olvidado la sensación del asfalto bajo sus pies, el ruido frenético de los coches con sus cláxones, las luces cegadoras de los carteles publicitarios y aquella mezcla indescifrable de olores. Aquel paisaje le trajo un sinfín de recuerdos. El deseo de volver a ver a su familia empezó a crecer cada vez más, sobre todo a cierto mutante de bandana roja, y empezó a correr con excitación. Su ausencia había durado asì tanto tiempo que no podìa imaginar como lo recibirìan de vuelta, lo cual lo preocupaba no poco, pero nada podrìa borrar la sonrisa de su rostro en ese momento.

Por el camino, sin embargo, un motociclista llamó su atención. Se había alejado a toda velocidad de la escena de un robo, después de haber aturdido a los cuatro delincuentes que habían tenido la desgracia de toparse con él, y ahora estaba entrando en un viejo almacén abandonado para esconder su vehículo. Había un nuevo justiciero suelto por la ciudad, probablemente otro exaltado que quería darse a conocer. No le habría molestado darle una buena paliza como en los viejos tiempos, después de todo, si no lo hacía él mismo, tarde o temprano lo habría hecho un gángster y el desgraciado seguro que habría perdido su integridad fìsica. Desde luego, una pequeña misión de bienvenida no le habría quitado mucho tiempo. Se puso la camuflaje que utilizaba en el bosque para disimular su aspecto y se subió la capucha.

Entró en el edificio por la lucernaria rota y se escondió detrás de unas cajas. El motociclista acababa de apagar el motor y apoyó una rodilla en el suelo para revisar la cadena. Al observarlo detenidamente, se dio cuenta de que no debía de ser un novato como había pensado en un principio. Llevaba un traje de cuero negro y un casco metálico. Su equipo había sido reforzado con protección extra y las fundas de algunas armas habían sido colocadas a su espalda. Ni siquiera se le veían los ojos, tenía que admitir que había ocultado bien su identidad, sin embargo, había algo familiar en aquella figura. Era de constitución corpulenta, muy por encima de la media, y sin duda debía de estar bien entrenado, porque las apretadas ropas de cuero definían una musculatura muy marcada. No debía subestimar a su oponente, probablemente sabía cómo comportarse en combate. Comenzó a moverse silenciosamente, estaba seguro de que el efecto sorpresa le otorgaría una ventaja considerable. No podía imaginar que su presencia ya hubiera sido advertida.

El siseo de las katanas al ser sacadas de sus vainas fue apenas audible, pero suficiente para alertar al vigilante. Mantuvo su posición para que el intruso no supiera que había sido descubierto y empezó a sacar las cadenas del escondite de las mangas de su traje, preparándose para recibirlo calurosamente. Eran pocas las personas que habían conseguido llegar hasta su escondite y ninguna había salido con todos los huesos intactos, pero aquella presencia parecía ser más cautelosa y astuta que las demás. Se levantó lentamente, fingiendo buscar una herramienta, y le dio la espalda. El huésped pareció creerse su montaje y empezó a salir de su escondite con las armas desenvainadas, pero antes de que estuviera lo bastante cerca para atacar, el motociclista giró sobre sí mismo, envolviendo una de las katanas de su oponente con su cadena y lanzándola hacia el lado opuesto del edificio.

Raphanardo One-shots (ES)Where stories live. Discover now