Se muerde el labio con fuerza,  por lo que empieza a brotar sangre de él.

Cuando me acerco se aparta, levantándose y agachando la cabeza mientras aprieta los puños con fuerza.

—¿Matty? —pregunto en un susurro, pero el rubio no me devuelve la mirada.

—No sé qué hacer ¡joder! —Suspira por fin después de varios minutos angustiosos.

Me acerco a él, pero me esquiva. Pongo mi mano en su mentón.

—Matty —suplico —. Matty por favor, mírame.

Cuando hace lo que le pido me rompo. Su mirada está cargada de tristeza en un rostro inexpresivo que parece no pertenecerle.

—L-Lo siento Matthew.

—No pidas perdón por algo de lo que no tienes culpa.

Me abraza con delicadeza,  aunque a juzgar por su cuerpo tenso y su agarre nada profundo, sé que no quiere hacerlo.

—Todo estará bien, ¿vale?

Se separa y le veo acercarse a la cama. Cuando está tumbado posa sus ojos en mí otra vez.

—Ven friki —susurra —. Vamos a dormir, ¿sí? Yo estoy aquí.

Asiento en silencio mientras vuelvo a mi sitio y me rodea, haciendo que ponga mi cabeza en su pecho y me acaricia el cabello.

—Todo estará bien —repite.

Cuando Matthew se da la vuelta, dejándome libre por fin, me levanto.  Por mucho que he intentado dormir mis esfuerzos han sido en vano, por lo que me aproximo lentamente a la cajita y en silencio salgo de la habitación, no sin antes echar un leve vistazo al rubio que está de espaldas a mí. Solo atisbo a ver su silueta bajo una oscuridad a la que mis ojos se han acostumbrado ligeramente. 

Entrecierro la puerta y bajo, sentándome en el sofá con la caja encima de las piernas. Al abrirla saco el anillo del cual no sé la procedencia y la foto que me hice con mis padres la tarde que fuimos al zoo, justo al lado del recinto de los simios. La observo durante largos minutos, sonriendo, sin poder evitar soltar alguna que otra lágrima y la dejo a un lado, vaciando el contenido sobrante encima del cojín. Procedo a abrir una de las cartas rosas con añoranza, recordando los años que he estado separada de ella pero  teniéndola presente con aquellos sobres de tono pastel.

Querida Alyson:

Hola cielo, ¿qué tal estás? Espero que bien. Dicen que por allí hace mucho frío, por lo que no está de más que te recuerde que te abrigues, ya sabes que sueles enfermar bastante a menudo y no puedo estar contigo para hacerte la sopa de pollo milagrosa que tanto te gusta.

Yo estoy bien, bastante bien, pero no tenerte aquí hace que mis días no lleguen ser perfectos. No te lo vas a creer pero.... ¡Me han hecho capitana de las animadoras! ¡Por fin! Sé que ya te lo esperabas y que no te sorprenderá, pero ojalá pudieras estar aquí para verme danzar como un pájaro, como tú me sueles decir.

Con los chicos me va bien, mas o menos, aunque hay muchos esperando a que les de una oportunidad, yo solo tengo ojos para él, ya sabes, el chico de ojos verdes que te comenté. Siempre me ha tratado muy bien y en su mirada soy capaz de ver reflejado el amor. ES TAN MARAVILLOSO.... Creo que me he enamorado perdidamente, así que sí, estoy jodida. Pero realmente merece la pena, doy fe de ello.

Sé que le gusto, me lo confesó hace tiempo pero todo es.... Complicado, podemos dejarlo ahí.

Espero que te guste el libro que te he comprado, me pasé toda la tarde leyendo las contraportadas para elegir el adecuado, y también para no romper tu manía siempre que íbamos a la librería.... Ya me contarás lo que te ha parecido, porque estuve a punto de comprarme el mismo para mí, ya sabes, como siempre he hecho. 

¿Vas a iniciar las clases allí o todavía sigue siendo demasiado pronto? Sigo teniendo la esperanza de que en algún momento podremos estar juntas. Tú amistad es la que me mantiene fuerte.

Con todo mi cariño, te quiere:
Leia.

Lo sabía.

Guardo la carta en su sobre lentamente, leyendo otras cuantas más, pero solo tengo la información de unos ojos verdes y luego el nombre de Matthew volando entre los párrafos. Suspiro. ¿Cómo se me pudo pasar si al principio era una mirada esmeralda y luego otra parecida al mar? El chico del que habla en las cartas Leia es Paul, y no Matt, al igual que el muchacho que la rompió el corazón. Pero, ¿por qué me ha mentido?

¿Qué ganaba con todo esto? Sí, que me acercara al rubio, pero ¿por qué evadir la existencia del pelirosa? Solo puedo fiarme de su palabra, que fue duro, complicado y que todo acabó mal, sin el qué ni el cómo. Puedo confiar en lo que me ha dicho, pero ¿cómo voy a hacerlo si cada paso que avanzo descubro otra mentira más? Si antes nada tenía sentido, ahora menos. Estoy segura de que en cualquier momento voy a estallar ante la falta de información. Me siento como un niño de cinco años con un puzle de veinte mil piezas al que simplemente le han dicho: "móntalo", esparciendo cada pieza en el suelo y observando cada una sin saber por dónde empezar. Me siento inútil, cansada y frustrada, pero me reservo mis ganas de gritar ya que Matt aún dormita en mi cama.

No sé cuantas horas llevo leyendo y cavilando las cartas de mi amiga, pero suspiro cuando el primer rayo del amanecer se cuela por la rendija de  la persiana bajada del salón. Gruño y me incorporo después de guardar todo de nuevo en la caja, haciéndome crujir  la espalda y arrastrando los pies hasta la cocina, donde dejo que empiece a hacerse la cafetera mientras me decido en darme un baño que me despeje.

—¿No me esperas?

La voz adormilada de Matt me provoca ternura cuando entra en el baño y se desnuda, metiéndose en la bañera todavía medio vacía conmigo.

—No quería despertarte —susurro sobre sus labios —. Pareces un ángel cuando estás dormido, tan dulce e inocente.

—Soy un niño bueno.

—¡Ya te gustaría a ti! —Río salpicándole con el agua aún fría.

—Eres irritante, friki.

—Y tú un demonio. —Le saco la lengua a modo de burla, pero él se aprovecha y me la muerde, envolviendo mi cuerpo entre sus brazos y dejando puñado de besos en mi cara, el último dirigido a mis labios agrietados.

—Tan inefable como siempre —dice despegando su rostro del mío.

—Tú mi mar en calma —respondo pasando mis dedos por su torso desnudo —. Eres mi lugar tranquilo y siempre lo vas a ser. Estoy segura de ello.

Le sonrío mientras veo como se le ensancha la boca en una media luna y sus ojos brillan emocionados, entrando ambos en la bañera y fundiéndonos en un solo ser.

Si antes me hubieran dicho que me hundiría en el océano por una apuesta y una mentira, seguramente nunca me hubiera dejado engullir. Gracias Lei por mentirme.


Apuesta ¿conseguida? (1) #PGP2024Where stories live. Discover now