Decay

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Los pulsos acelerados de su corazón le impedían escuchar las voces de su alrededor, voces confusas que gritaban cosas que no llegaba a comprender. Su cuerpo temblaba, no sabía si por el frio, por el cansancio o por el terror que recorría toda su alma en aquellos instantes. El estrés de la situación le oprimía el cuerpo y sentía como si algo le estrangulara desde las entrañas, un nudo en la garganta no le dejaba respirar, y su cuerpo temblaba estrepitosamente, había experimentado algo parecido antes pero no sabía si en tales extremos. Estaba acorralado, no tenía salida, todos sus esfuerzos para mantener su vida un poco en pie se estaban desmoronando poco a poco. ¿Qué debía hacer? Nada tenía solución ahora, aquel callejón por el que había estado corriendo todo este tiempo, escapando de aquel trauma que le perseguía resultaba que no tenía salida. Había intentado escalar por aquel muro que le impedía continuar su camino, pero una y otra vez caía al suelo, cuanto más alto subiese veía más cerca la solución de todo, una pequeña luz al final del camino, pero algo siempre le hacía resbalar. Y caer.

-¿¡Hinata que sucede!? ¡Despierta! –Aquella voz sonaba desesperada.

Había voces muy difusas y solo lograba comprender algunas.

-¡Shouyou! Qué demonios está pasando aquí –aquella voz también sonaba desesperada.

¿Qué estaba sucediendo?

Tampoco es que le importase, por una vez en mucho tiempo sentía como si flotara en una nube, su cuerpo se sentía ligero y su mente estaba despejada...

-Hina...ta por favor.

Esa voz le sonaba, pero nunca la había escuchado con ese tono, era tranquilizadora y suave como si después fuera a soltar un grito desgarrador. Aquella voz. Claro que la conocía era de la persona de la que estaba enamorado al fin y al cabo... como olvidarla. Por su culpa estaba sufriendo él también, siempre le llamaba egoísta pero en esos momentos seguramente no había persona más egoísta que él mismo.

Mentir, llorar, gritar y amar.

¿Se merece una persona como él? Quizás solo debería quedarse así... las voces que súbitamente se oían eran lo único que hacía de aquel sentimiento algo molesto.

Mentir, llorar, gritar y amar.

¿Sería egoísta no despertar ahora? Las voces iban siendo menos audibles poco a poco y su cuerpo se sentía vacío y ligero. No sabía cómo había llegado a esta situación pero de algún modo no le incomodaba.

El muro que siempre le impedía avanzar se iba haciendo más alto, ¿de verdad valía la pena esforzarse por algo sabiendo que caerás de todos modos antes de alcanzar la cima?

Estaba cansado así que simplemente cerró los ojos y se dejó caer.

¿Cómo será la vista desde el otro lado del muro?

-Su hijo ha sufrido un ataque de pánico, por el momento lo dejaremos en observación para ver si no hay secuelas psicológicas –el hombre hizo click al bolígrafo y volvió a meterlo en el bolsillo después de anotar unas cuantas cosas en una pequeña carpeta.

Hinata se encontraba descansando sobre una amplia cama en mitad de la sala, a su alrededor pequeñas máquinas emitían ruidos de vez en cuando haciendo que el silencio que cubría la habitación fuera más incómodo.

Todo había sido tan rápido que ninguno de los allí presentes comprendía la situación. Después de que Shouyou echara a correr sin dirección, huyendo posiblemente de algo, la madre de Kageyama apareció logrando capturar al pequeño antes de que se fuera más lejos. Y a partir de ahí el caos comenzó.

-¿Saben si ha sufrido algún tipo de situación traumática recientemente?

La mujer negó con la cabeza.

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora