Capitulo 45

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Ana

Miraba por la ventana, aunque mis ojos húmedos no me dejaban ver nada con claridad. Mi corazón latía con fuerza y la ansiedad de no saber si lo que había pasado fue real o solo un sueño, me estaba consumiendo.

Limpié las lágrimas de mi rostro y bajé a la planta baja, no tenía nada de hambre, pero tenía que alimentar a la cosa en mi estómago.

Empecé a tragar, literalmente, la comida que me había preparado mi cuidadora. Suspiré tratando de sostener las lágrimas. Era incontrolable.

Terminaba el último bocado cuando un gran estruendo sacudió todo el lugar, todo tembló por varios segundos. Todos los vellos en mi nuca se erizaron como nunca antes.

De repente, los demonios en la casa se empezaron a movilizar. Uno de ellos me tomó del brazo con firmeza e hizo que caminara con rapidez.

-¡Suéltame, suéltame! -gritaba asustada.

-Quédate aquí -gruñó, cuando llegamos hasta una habitación de la casa en la que nunca había estado.

Cerró la puerta tras de él y yo, inútilmente, intenté abrirlas. Miré todo a mi alrededor, era una especie de sótano, el frío aquí era más intenso, pero soportable.

No podía escuchar con claridad, pero era obvio que afuera de la casa estaba pasando algo. Temblé y por primera vez, toqué mi panza con amor, preocupada por mi bebé.

Azrael

Veía el ejército de ángeles, demonios y parcas detrás de nosotros y era como si fuera una pesadilla de mal gusto. A pesar de eso, ignoraba todo, pues para este punto haría lo que fuera para salvar a mi mujer.

"Sálvanos"

Todo estaba listo y fuimos sin esperar más hacia donde creíamos estaba Ana.

El ambiente pesado, inhóspito y frío del segundo cielo nos saludó. Un gran temblor anunció nuestra llegada. El demonio que tenía a mi niña ya sabía que estábamos aquí.

La guerra se desató.

Por primera vez y posiblemente, la única vez, ángeles, demonios y parcas trabajaban en el mismo equipo.

Choqué miradas con Samael y asentí.

Nuestro plan era claro, mi suegro dirigiría la batalla mientras Samael y yo buscábamos a Ana.

Era insoportable saber que debía seguirlo, pero este era parte de su territorio, lo conocía mucho más que yo.

Llegamos a una antigua, pero enorme casa, con una fachada de castillo colonial. Derribamos a algunos demonios que encontramos en nuestro camino, aunque sinceramente ninguno puso mucha resistencia al ver al mismísimo Lucifer frente a ellos.

Un grito desgarrador hizo que nos detuviéramos en seco.

Era Ana.

Corrimos hasta ella y todas las alarmas de mi cabeza se encendieron cuando la vi, por fin estaba frente a mí, pero nuestro encuentro no fue como tanto había imaginado, pues su secuestrador la tenía tomada del pelo, mientras que en su mano libre cargaba una larga espada negro matte.

Chocamos miradas por primera vez en tanto tiempo, todo su cuerpo temblaba y su hermoso rostro estaba lleno de lágrimas.

-Amor, por favor... -sollozó cuando el demonio a su lado apretó el agarre que tenía en su cabello.

Justo cuando iba a dar un paso más hacia ella, Samael interpuso su trípode entre nosotros sin quitar su vista de ellos. Su reacción me puso aún más nervioso.

-Dicen, que quien no sabe, es como quien no ve -gruñó el demonio frente a nosotros, riéndose burlón. ¿Por qué estaba tan confiado?

Movió la espalda de lado a lado sin ningún cuidado como si la admirara.

-Azrael, ¿alguna vez escuchaste hablar del florete del diablo? -tragué en seco y él volvió a reír al obtener de mí la reacción que quería.

-Es la única espada de su clase, forjada con nada más ni nada menos que la sangre, dolor y frustración del mismísimo Lucifer, añejada como un buen vino por milenios para este momento.

-No te atrevas... -gruñó Samael, pero sus palabras temblaban.

-¿Sabes por qué esta espada es tan especial querida Ana? -dijo ignorándonos por completo-. Estás frente a la versión maligna de la espada de tu padre -sonrió como psicópata-. Si tan solo una gota de tu sangre cae sobre ella, dejarás de ser una simple humana y te convertirás en una devota demonio mayor -mi niña lo miró asustada e intentó separarse más de él.

-¿Qué es lo que quieres, Bael? -gruñó Lucifer, viéndolo impaciente.

-¿Cómo? ¿Es que acaso no lo ve, mi señor? Todo esto lo hice por usted. ¿Acaso no es esto lo que ha querido por milenios? ¿Acaso, su búsqueda de una mujer creada especialmente para usted no es la razón principal por la que ha bajado la guardia y sus obligaciones con el inframundo?

-Mi señor, se equivoca al pensar que alguna vez quise suplantarlo. Nadie más lo admira y lo respeta más que yo, ¿no se acuerda quién fue el primer ángel en seguirlo? -continuó, sorprendiéndonos a todos.

Movió la espada bruscamente y la acercó al cuello de Ana, los dos dimos un paso hacia al frente por inercia. Ella temblaba y me miró fijamente.

-Sálvanos -dijo de nuevo y llevó una de sus manos a su vientre.

Todo empezó a dar vueltas para mí cuando lo entendí y la situación, de repente, empeoró.

-No te atrevas... -Samael probablemente ahora estaba roto, pues sabia que la mujer que amaba esperaba un hijo mío, pero su amor por ella era mucho más grande que eso.

Mi suegro entró en escena sin advertencia, y al igual que nosotros, quedó petrificado con la situación que encontraba.

-Déjala ir, Bael. Es una orden... -Lucifer había cambiado la voz y su aspecto, pues sabía que debía recordarle a nuestro oponente a quién tenía en frente, el cual, aunque lo miraba con más cautela, no daba un paso atrás.

-Está tan cegado por el amor que le tiene a esta humana, que no entiende, mi señor -suspiró-. Aunque esto me cause la muerte, no hay vuelta atrás.

Estiró el cabello de mi esposa hacia él, regalándose un acceso directo a su cuello, lo iba a hacer y mis ojos se cerraron esperando lo inevitable.

-¡Ya basta! -escuché, pero lo primero en reaccionar ante la voz que emanaba del cielo, fue mi cuerpo, que había caído de rodillas. La luz que ahora iluminaba el lugar era casi insoportable ante mis ojos.

Los hombres en el lugar también yacían en el suelo, como haciendo reverencia, como si ahora, no fueran capaces de hacer otra cosa. Mi niña estaba inconsciente.

-¡¿Qué es lo que han hecho con el hermoso regalo que les he hecho?! -atacó evidentemente enojado, nuestro padre, estaba hablando.

-¿Qué acaso no respetan la obra creada por su padre? ¡Ya estoy cansado de ver como maltratan una de mis creaciones más preciadas! ¡Es suficiente! ¡No más! ¡No la merecen!

Yo estaba completamente débil, mis labios estaban sellados, era como si mi cabeza fuera la única consciente, pero mi cuerpo fuera incapaz de responder. El poder y la divinidad de nuestro padre Dios era tan fuerte que aunque quisiéramos decir o hacer algo, no podríamos.

-A partir de ahora, Ana vivirá libre. Por fin, será capaz de tener una vida normal, en la que pueda tomar sus propias decisiones sin que ustedes estén ahí, moldeando su futuro a su beneficio o antojo -espetó y me tensé.

Él me conocía lo suficiente, como para saber que estaba luchando para pedirle misericordia ante su decisión, pero un fuerte trueno sacudió todo y mi pecho se partió en dos, como si me estuvieran sacando el alma, como si me castigaran por siquiera pensar en contradecir su voluntad.

-¡Es mi decreto! -gruñó impaciente y sin más, se marchó.

Oscuridad.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

El Señor es Dios celoso, lleno de ira y venganza. ¡Él toma venganza de todos los que se le oponen
y persiste en su furia contra sus enemigos! El Señor es lento para enojarse, pero su poder es grande y nunca deja sin castigo al culpable. Da muestras de su poder en el torbellino y la tormenta; las nubes ondulantes son el polvo bajo sus pies. Él da la orden y los océanos se secan y los ríos desaparecen. 

Nahúm 1: 2-4

***

Razonable sería advertir, que estamos entrando en los capítulos finales.

La mujer de la Parca (En pausa)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن