4. De vecinos que ni conocías

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Ese mismo día, en la tarde voy a casa de mi abuela Rita. 

Estoy sentada en el sofá esponjoso de ella terminando de relatar mi día, ignorando la parte en la que me empapan de agua dos veces. 

—Y finalmente acepté —ella me mira. Las arrugas de su rostro se marcan por culpa de su ceño fruncido. 

Cada día, cuando era posible, después de clases venía a verla y muchas veces también a cuidarla cuando se quedaba sola durante las tardes cuando mi tía Lauren sale a trabajar. 

Rita es mi abuela por parte de papá. Aunque me gustaría decir que a su edad ella aún podía mantenerse firme, mi abuela tenía que estar mayor parte de su tiempo acompañada de alguien más, consecuencia de una vida llena de altos y bajos. 

Nos hubiera gustado conseguir una cuidadora, pero ella siempre se rehusó a la opción, alegando que no lo necesitaba. 

—¿Y por qué le dijiste que si? 

Porque soy una estúpida. 

Le sonrío con cariño, aunque ella no me está viendo más porque sus ojos estaban puestos en la pequeña televisión de madera. 

—Supongo que me conmovió su insistencia —carraspeo. 

Ahora si capto su atención, sus ojos entrecerrados y una mueca rara en su rostro. Conozco esa mirada, esa que dice “a mi no me engañas yo sé que algo traes”.

—¿Estás segura que es solo eso? ¿No será que te gusta el muchacho?

Mis mejillas se sonrojan tan rápido que me avergüenzo por ello. Dios todo menos eso. 

Mi abuela siempre asume que cuando hablaba de un chico era porque me gustaba, aunque creo que eso se debe a que pocas veces hablaba de chicos reales. 

—¡No! ¿Cómo cree? —suelto una risita—. No, solo él se veía demasiado acomplejado y no pude evitar sentir algo de compasión.

Vuelve a mirarme de manera desconfiada.

—Sí, ajá... no te creo nada —dice.

Por supuesto que no.

—Es verdad abuela, realmente conozco poco al chico —le respondo, escondiendo mi sonrojo bajo los mechones de mi cabello—. Es mi vecino y todo eso, pero creo que esta es la primera vez que hablo más de dos palabras con él.

Y fue una completa pesadilla.

Toma mi mano entre las de ella, su callosa y arrugada piel hace contraste con la mía. Me sonríe y acuna mi mejilla con su otra mano.

—No puedes  engañar a tu abuela, esta vieja ya tiene experiencia de sobra en eso de mentir.

—En serio no es como lo piensa —me apresuro a decir. Ella me da un guiño cómplice, como queriendo decir que ella guardaba mi secreto. Aunque la verdad no había ningún secreto que ocultar.

—¡Nada de eso! —le da palmaditas a mi pierna y me suelta—. Lo mismo decía yo de tu abuelo. Él era el chico bonito de la escuela  que tenía a todas las muchachas locas. Aunque no puedo negar que cuando lo veía mi corazón se alborotaba, no era la persona más agradable para mi. Y un día se acercó a mí y me pidió una cita. 

En las novelas románticas que a veces se me ocurría leer en momentos de aburrimiento... ¿A quién engaño? Me gusta leer historias donde siempre termino llorando de felicidad o de rabia. 

Pero bueno ese no es el punto, siempre leo de historias de chicas que escuchan a sus madres hablarles del momento en que se conocieron con sus padres y todo fue amor de ahí en adelante. 

Lecciones de una nerd [LDUN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora