1

165 17 5
                                    

Yoo Kihyun estaba encantado de que la escuela los hubiera dejado salir más temprano, hasta que vio a toda la multitud paseándose por la puerta principal del edificio. El señor Jung, director de la Escuela Hwasu, había anunciado por el megáfono que el estado de emergencia había sido declarado y que los autobuses esperaban afuera para llevar a los estudiantes a casa. Los estudiantes caminaban urgidos disponiéndose para su regreso a casa.
Jung sonó como estrangulado y el sonido del micrófono golpeando contra la mesa tronó a través de los altavoces.

Drama para aumentar la gravedad de la situación, todo dispuesto para que la gente entrara en pánico, habría dicho su padre. Y habría estado en lo correcto.
El anuncio hizo que todo el mundo fuera a la carga contra la puerta, lo que retrasó la evacuación.

«¿Cuál es el gran problema?», Kihyun pensó.

Septiembre no era época de tormentas de nieve como para que cerraran las escuelas sobre el medio día, aunque eso no habría sido motivo de alarma tampoco.

El cielo azul iluminaba el día, que fue todo lo que había visto desde la tercera planta durante la clase de inglés del señor Moon. El tema no era tan doloroso como las Matemáticas, pero había anhelado estar acurrucado debajo de un árbol con su Kindle.

Cuando la puerta se abrió, el aullido de las sirenas cortó en él. El sonido de helicópteros sobrevolando lleno sus orejas haciéndolas picadillo y las ráfagas de disparos lo congelaron en su lugar.
Su casa quedaba sobre la calle y el instinto le dijo que corriera en lugar de lanzarse de nuevo en la escuela en busca de refugio.

Si no iba a casa ahora, nunca lo haría.

La acera que estaba usualmente atestada de fumadores estaba limpia. Mientras corría a casa vió un desfile de personas huyendo en dirección a la siguiente calle pero, ¿De qué? No lo sabía.
Un auto se volcó. Nunca antes su casa le había parecido tan lejana y le preocupaba que sus piernas temblorosas cedieran antes de que llegara a su casa.

Con su "hogar dulce hogar" a la vista, se presionó a sí mismo hasta su límite para no quedar enredado entre el caos.

Una vez dentro, cerró la puerta y pegó su trasero contra ella.

Sus pulmones ardían y no podía recuperar el aliento, por lo que tomó medidas para frenarse un poco a fin de respirar a un ritmo normal.

Goyang era tan apacible. Lo fue oficialmente en tiempo pasado, comprendió. Los confiables marcadores de la vida pacífica que había conocido ahora estaban ausentes, sobre todo la tranquilidad.
Antes, el peor ruido que había oído en su calle era el sonido de un auto con un silenciador que había visto mejores días. Ahora oía a sus vecinos gritando, sonidos de cristales rompiéndose y neumáticos chillando.
Confusión. Locura absoluta.

Su mamá corrió hacia él antes de que siquiera pudiera registrar su presencia. Agarró su muñeca y empezó a balbucearle.

—Cálmate— lo estaba alterando. — Eso no tiene ningún sentido.

Cuando ella respiró profundo, hizo gestos con las manos como si pudiera limpiar las palabras de esa manera.

—Cierra la puerta detrás de ti — dijo. —No tenemos mucho tiempo para ocultarnos, así que haz lo que te digo y ven conmigo.

Kihyun dio vuelta a la cerradura. Su mamá todavía lo sujetaba por la muñeca y lo dominó.

En la sala, la televisión estaba sintonizada en la KBS, pero no se dio cuenta de nada más cuando su mamá lo arrastró al suelo. Todas las persianas estaban cerradas, su mamá nunca les permitió tenerlas cerradas durante el día, sobre todo no en un día brillante y soleado.

𝘢𝘴 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘰𝘳𝘭𝘥 𝘤𝘢𝘷𝘦𝘴 𝘪𝘯; sʜᴏᴡᴋɪWhere stories live. Discover now