Remember Me ||• Charlos •||

1. La foto en el escritorio.

1994, Madrid.

— William te esperará en la estación de tren. — mencionó Torger. — Tienes una hora, Blanca, él se está jugando todo por ti.

— Torger, yo...

— Estoy saldando mi deuda. — se limitó a responder, mirándola a los ojos. — Siempre adoraré el brillo de tus ojos.

— Lamento que todo acabara así. — ella suspiró. — No voy a olvidarte...

— Yo tampoco, confío en que estarás bien. — acarició su mejilla.

— Torger, prometeme algo... — ella tomó su mano. — Prometeme que si algo me pasa...

— No va a sucederte nada, estas a punto de irte con los niños, todo estará bien. — negó.

— No, espera, dejame continuar. — lo miró a los ojos y Torger cedió, asintiendo. — Si algo me sucede, no los dejes solos, no permitas que esa mujer los dañe, no dejes que los envenene, Carlos ya no está para protegerlos, si algo me pasa, ellos no tendrán quien los cuide, caeran en las manos de esa mujer.

— No lo permitiré. — negó, dando un beso a su mano. — Ahora vete, ten una buena vida, Blanca.

— Cuida de Max y de Christian. — le sonrió, besando su mejilla. — Ojalá hubiésemos huido en aquel entonces.

— Ojala no te hubiese perdido. — murmuró, observándola subir al auto e irse.

•~•~•

12:34 am.

— ¿Donde estas William? — murmuró para si misma, observando a los pequeños dormir, completamente ajenos a la situación.

Regresó su mirada a la estación de tren, encontrándose con una figura conocida ahí, sintiendo escalofríos de inmediato.

Bajó del auto, solo tenía que hacer un poco de tiempo, lo sabía, William no la decepcionaría.

— ¿Que haces aquí? — preguntó directamente, mirándolo a los ojos.

— Lo sabes. — se limitó a responder. — Entregame a los niños.

— No lo haré. — negó, manteniéndose firme.

— No lo hagas difícil, Blanca, puedes llevarte al engendro, a Elena no va a importarle. — rio. — Pero quiero a Sergio y a Nina.

— No. — negó. — Se van conmigo.

— Lo pondré de una manera simple. — sacó el arma de su abrigo, apuntándole. — Me los voy a llevar, puedes salir ilesa si cooperas o puedes morir, el resultado será el mismo.

— No voy a dejar que te los lleves. — negó.

— Fernando está en el mismo internado en Francia ¿no? ¿Desde cuando no lo ves? ¿4, 5 años? Lo vi hace algunos días, es un chico grande. — le sonrió con maldad, pero aun así, la mujer no perdió la compostura, siguió firme. — Elige ahora, Blanca.

— ¿Sabes, Jos? — sacó un arma también, apuntándole al pecho. — Si hay algo que aprendí de Carlos, es que nunca apuntas a alguien si no vas a disparar.

Sonrió, siendo la primera en disparar, dándole en el hombro izquierdo, logrando derribarlo.

— Te equivocas si crees que soy una maldita damisela en apuros. — se burló. — Te haré la misma oferta, vete y no mueres.