Los chasquidos resonaban por toda la habitación, las manos traviesas que se colaban de forma desesperada por la ropa del otro no podían pasar desapercibida y el olor leve a alcohol junto a dulces también era palpable en el ambiente.
De todas maneras eso no iba impedir arrancarle la ropa al de orbes morados y comenzar a marcar su cuerpo con chupetones y mordidas en la extensión de su cuello mientras las manos de Nagi masturban su polla.
- Mh, sigue~ - Soltó en un suspiró el chico de la morada cabellera, tirando de las hebras blanquecinas de su compañero para llevarlo a su pecho, invitando a devorar sus sensibles botones.
Y cuando estos fueron atrapados por los labios de Nagi, él solo pudo dejar caer su cabeza hacia atrás por la corriente eléctrica que le provocó el contacto con la juguetona lengua del albino.
- Me gusta, se siente muy bien Nagi.~ - Confesó, abriendo más las piernas y llevando su propia mano hacia los labios para comenzar a lamer dos de sus dedos.
El otro estaba tan ocupado deleitándose con los pezones de Reo y la paja que le estaba brindando, que no se percató cuando el menor empezó a jugar con su entrada debajo de él.
- Mierda Reo, no hagas eso.- Jadeó ante la vista que tenía debajo y aceleró los movimientos de su mano, apretando cada vez que llegaba a la punta solamente para escucharlo quejarse.
- Me vengo, d-detente.. mgh~ ah~ - Y con un último apretón en su glande, se derramaron las tan características gotas blancas de semen que ahora se veían apetitosas cuando se deslizaban por el tronco de la polla aún erecta.
- ¡Ah, espera! Nagi, no no, no uses e-eso..- Pero de nada sirvieron las palabras del más joven cuando el albino tomó una buena cantidad de su esencia derramada y posteriormente decide untar en su culo tal como si se tratara de mantequilla con pan para el desayuno.
Bueno, no era un desayuno precisamente lo que Nagi iba a comer.
Sin embargo, esto se sentía más emocionante que cualquier otro desayuno y lo comprobó una vez que el cuerpo de Reo fue tomado y volteado, colocando sus rodillas y manos sobre las sábanas ya mojadas de la cama.
A Nagi no le bastó la imagen que se había creado y tuvo que arremeter la cabeza del pelimorado contra la almohada, con el único objetivo de que su trasero quede alzado y totalmente expuesto ante él.
- Tienes un agujero tan bonito, Reo.- Ronroneó el mayor sobre su oído antes de volver a la postura inicial y dejó caer un hilo de saliva sobre el anillo muscular que derramaba parte del semen que había sido introducido hace segundos atrás.
- Nagi, ¿Ya te pusiste el condón? - Preguntó nervioso el menor, girando levemente hacia atrás para poder verlo.
Mh, eran las doce de la noche, en su habitación, no había tiendas cercanas y la caja de condones lo había dejado abandonado en el baño.
Un baño que estaba al otro extremo de la gran habitación.
En ese momento Nagi, quien tenía a su mejor amigo en cuatro, jadeando y con su cabello pegado a la frente por el sudor, se preguntó si ponerse condón realmente valía el esfuerzo.
Así que dejándose llevar por la ola de calor que lo invadió por ver a Reo tan dispuesto, decidió meterla así.
En fin, ¿Qué es lo peor que podría pasar por su flojera?
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El sonido de las gotas que chocan en los ventanales como también algunas en las calles de la ciudad, después de esos calurosos nueve meses, la lluvia hacía su presentación y se mezclaba junto a la suave y armónica melodía que salía de la televisión, al parecer alguien había puesto una lista de reproducción para la ocasión.
La habitación era tan acogedora que cualquiera querría quedarse, pero lo que robaba la atención de ella eran esos colores celestes y dibujos de delicadas nubes que abordaban las paredes del cuarto, sin mencionar la gran cantidad de accesorios que podías encontrar sobre el tocador principal y la mesita de noche donde reposaba una pequeña lámpara en forma de balón de fútbol.
Y un cuadro familiar.
- ¿Ya despertaste? - La sonrisa se podía apreciar aún cuando la sedosa cabellera morada caía sobre sus mejillas.- Papá llegará pronto, ¿Deberíamos esperarlo? - Fue la dulzura con la que habló, lo que causó una muy pequeña sonrisa en el otro ser, quien estiraba los brazos para jugar con las mejillas rosadas del mayor.
Por supuesto que el dueño de esos preciosos orbes morados no se haría de rogar y acercó su rostro para finalmente sentir la calidez que brindaba el toque de esas pequeñas manitos sobre su piel. Solo por esta vez, Reo decidió ceder tan fácilmente.
¿Quién podía negarse ante tal gesto?
De todas maneras no iba a quedarse quieto y siguió caminando por el cuarto, tarareando una de las canciones infantiles que seguía en la lista de reproducción mientras arrullaba entre sus brazos al pequeño bebé que volvía a luchar por mantenerse despierto y así observar el rostro de uno de sus padres.
Dos, cinco, diez minutos fueron necesarios para que ambos pudieran escuchar el timbre de la casa sonar, inmediatamente formando la curva de una sonrisa en el más alto.
La familia Mikage vivía en buenas condiciones por no decir las mejores, a pesar de ello, ya hace tres meses que el hijo sucesor de la Corporación Mikage decidió salir del nido y mudarse a un nuevo lugar en el que pronto sería su nuevo hogar. Igual los padres no lo dejaron irse sin al menos dos de sus empleados más fieles para que le sirvan a su adorado hijo, además de mantener vigilado a cierta persona.
- Llegué.- Una voz cansada se alcanzó a escuchar apenas logró pasar el cuerpo de la puerta principal de la gran casa.
Y sí, puede que al principio los padres de Reo no estuviesen de acuerdo por la inesperada noticia ya que el plan de ellos era enviar a su hijo directamente a la empresa una vez que se haya graduado de la universidad, pero la vida les dijo que debían esperar, por lo tanto era el albino quien se encargaba actualmente de asistir y realizar el trabajo del pelimorado de forma temporal por orden del jefe mayor, al menos hasta que su hijo se recuperara de la operación que tuvo hace poco.
¿Quién diría que un segundo de calentura y duda cambiaría completamente su vida? Si tan solo no le hubiese dado pereza de ir por un condón...
- ¡Bienvenido a casa, Nagi! - Lo recibió con alegría junto al pequeño en sus brazos quien al percatarse de la nueva figura, extendió como podía sus brazitos para saludar a su papá.
Sí, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida y aunque esta de aquí casi le haya costado la vida al joven de la familia Seishiro al enfrentar la furia del señor Mikage, estaba seguro de que no cambiaría nada de lo que tiene ahora.
- Estoy en casa.- Fue la sonrisa del peliblanco que ahora se apreciaba en el lugar mientras cargaba en sus fuertes brazos al pequeño bebé, dejando un besito en la frente de él antes de llevar sus labios a los de Reo.
Y Nagi en el fondo de su alma, agradeció a su yo del pasado por no haber usado condón.
Y Reo por supuesto, por haber sido por primera vez en la vida, sincero con su enamorado corazón.
...............
¡Lo sé, lo sé! Sé que esta historia ya está publicada, pero olvidé los datos de mi anterior cuenta así que estoy resubiendo las historias aquí. 😭
Se siente relajante volver después de mucho tiempo entre crisis existenciales. 🤠
Bueno, se estarán resubiendo en este mes las historias que tenía en la otra cuenta y vendrá contenido nuevo también, muchas gracias por sus comentarios de verdad y lamento haberlos hecho esperar tanto, pero ¡Sunny ha regresado! ♥️
Nos vemos pronto, los quiero.~ 🧚♀️
-Sunny.
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• Circunstancias •
FanfictionDonde Nagi en un momento crucial de su vida, decide pensar con la cabeza de abajo en vez de la de arriba.
