Capítulo 17

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Cole

Estoy en la mesa desayunando. En estos días he bajado a desayunar, y es el hecho de que si puedo ver a Emily, hoy lleva el pelo recogido y puedo ver claramente su rostro. Emily posee una belleza enorme; sus ojos, en el día, se ven más claros. Me imagino hundiendo mis dedos en su cabello y jalando de él. La noche que tuve a Emily montándome encima de mí dentro de uno de mis autos fue caliente, fue maravilloso, tanto así que me vine muy rápido. Me gustó sentir lo caliente que era estar dentro de ella y lo húmeda de su vagina.

Estoy muy entretenido viendo a Emily mientras le está sirviendo jugo a Meredith, la que se supone que es mi madre. Una sonrisa tira de mis labios al pensar en todas las formas en que la voy a degradar.

Me llega un mensaje de Drystan donde me envía la ubicación de Rubén. Mi sonrisa se agranda más de la cuenta.

—¿Quiere que lo acompañe, señor?

—No.

—Puede ser peligroso, señor, deje que vaya con usted. —Dystran siempre está pegado a mí. Cuando salgo sin su compañía, siempre envía escoltas para seguirme. Conozco a Dystran desde que éramos menores de edad. No solo es mi seguridad, sino también un amigo, el hermano que nunca obtuve. Era hijo de uno de los hombres de confianza de mi padre. Por mala suerte, murió en un atentado.

—No es necesario.

Cuando estoy a punto de salir del vehículo, la pregunta de Dystran me encuentra desprevenido.

—Sé que no es mi asunto y nunca me meto en sus asuntos, señor, pero ¿cuál es su relación con Emily y por qué quiere enfrentarse con ese tal chico Rubén?

—No tengo ninguna relación con Emily. —Y esa es la verdad.

—Pero le gusta Emily...

—¿Por qué de repente tanto interés en mi vida sexual, Drystan? —No me gusta que nadie se meta en mis asuntos y, por más aprecio que le tenía a Drystan, no lo iba a dejar pasar.

—Recuerde que usted está a punto de casarse... y no puede tenerla a las dos. Tal vez sea mejor que no interfiera entre ellos dos, tal vez ella lo quiera.

La ira estalló y agarré a Drystan por el cuello, cortándole la respiración. Intentó salirse de mi agarre, pero no pudo.

—¡No te metas, joder!

Lo solté y salí de la camioneta. No sé por qué diablos, cuando pienso en Emily en los brazos de otros, me da el deseo de romper todo. Mi ira sale a flote y no sé por qué diablos. No quiero a Emily, solo la deseo, nada más. Pero no la quiero para ningún otro.

Entro en el pequeño apartamento de Rubén sin avisar, haciendo acto de presencia por sí solo. El hogar es pequeño, basura por todos lados, y el olor es horrible; solo se respira el polvo. ¿De verdad Emily tiene una relación con él?

Escucho una ducha al fondo del pasillo. Me siento en el pequeño sofá, saco un cigarro y lo enciendo, esperando con toda la paciencia del mundo que termine su ducha, aunque la vaya a necesitar después.

Por fin Rubén sale del baño ya cambiado. Cuando se adentra en su pequeña sala, sus pasos paran y sus ojos se agrandan. Desde aquí sentado puedo oler su miedo y sentirlo. Rubén traga saliva y se acerca a mí, pero manteniendo la distancia.

—¿Cómo entraste?

—Mal, mal, mal Rubén. La pregunta debería ser "¿Por qué estás aquí?"

—No puedes entrar en una propiedad privada así por así.

Me levanto y una sonrisa agria tira de mis labios.

—No te quiero ver cerca de Emily. —Me acerco más a Rubén y le susurro al oído—. Vuelvo y te lo repito, si te veo cerca de ella, te vuelo la cabeza sin pensarlo dos veces.

—No la voy a dejar nunca, Emily me ama.

Una risa de incredulidad salió de mis labios, resonaba en toda su pequeña sala. No, Emily no lo ama, y si así fuera, lo eliminaría del juego. Pero sé que ella no lo ama. Aquella noche, Emily se vino encima de mí. Sentí como apretaba mi miembro dentro de ella, sentí sus temblores, escuché sus gemidos cuando decía mi nombre acompañado de su respiración desenfrenada. Se quedó dormida en mis brazos luego de aquel enorme orgasmo que le di. Vi sus ojos de desilusión cuando anuncié mi compromiso.

—¿De qué ríes? ¡Es la verdad! Emily me ama, ella será mía.

Aquella última palabra detonó la bomba. "Emily será mía". No debió dejar que esas tres palabras salieran de su asquerosa boca. Empecé a golpear a Rubén hasta destrozarle el rostro. Me pasó por la mente, por un momento, hacer arder en llamas este edificio con él dentro, hasta que solo quede hecho cenizas. Amo el fuego, amo el caos que ocasiona. Tengo una enorme obsesión por ver las cosas arder. Pero luego llegó el pensamiento de Emily a mi cabeza y me entró temor de que ella lo quisiera. No quemo este lugar simplemente por ella. Cuanto más me llega ese pensamiento, más mi ira aumenta.

Cuando estaba en la salida, a punto de abandonar el hogar, la voz de Rubén me detuvo los pasos.

—Emily será mía, aunque tenga que ser... a la fuerza. —No podía hablar sin parar de toser sangre.

—Si algún día te atreves a tocar aunque sea una hebra de su cabello... tu muerte será muy violenta y lenta, me deleitaré con tu dolor. —Lo dije mirándolo con una mirada fría y, en ningún momento, dije algo que no fuera cierto.

Al salir del apartamento de Rubén, vi a Dystran esperándome afuera de la camioneta.

—¿Todo bien? —No.

—Sí. Necesito que envíes una camioneta ahora mismo, necesito que vigilen los pasos de Rubén desde lejos, no lo pierdan de vista.

 Necesito que envíes una camioneta ahora mismo, necesito que vigilen los pasos de Rubén desde lejos, no lo pierdan de vista

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Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora