Los Pasos No Dicen

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Había un pequeño estudio de danza en el corazón del barrio viejo. Aunque desde fuera parecía abandonado, su interior estaba lleno de vida y secretos. Era el único lugar en el mundo donde Clara se sentía realmente libre.

Clara era una joven con una vida aparentemente común: un trabajo de oficina, un novio de toda la vida y una rutina estable. Sin embargo, cargaba con una pesada mochila de emociones no expresadas. Desde la trágica muerte de su hermana menor, Clara se había cerrado al mundo, creando un muro infranqueable entre ella y sus sentimientos.

Hasta que encontró aquel estudio de danza.

La primera vez que entró, lo hizo movida por la curiosidad. Había oído hablar de la danza creativa, pero nunca había experimentado sus poderes transformadores. El estudio, con su suelo de madera desgastado y espejos antiguos, se convirtió en su refugio.

Al principio, Clara se movía con torpeza, sin dejarse llevar. Pero con cada sesión, comenzó a permitir que sus emociones guiaran sus pasos. Descubrió que no necesitaba palabras para expresar su dolor, su alegría, su nostalgia. Su cuerpo hablaba por ella, y cada movimiento era una liberación.

A medida que los días pasaban, Clara empezó a notar un cambio en su vida. Ya no sentía ese peso constante en su pecho. Había encontrado una forma de comunicarse con su hermana a través de la danza, como si cada paso la acercara más a ella.

Un día, después de una intensa sesión, Clara se encontró con una mujer de mirada penetrante y sonrisa amable en el vestíbulo del estudio. Era Beatriz Stroman, la dueña del lugar. Había observado a Clara durante semanas y vio en ella un potencial especial.

Bajo la tutela de Beatriz, Clara comenzó a explorar aún más las profundidades de la danza creativa. Aprendió sobre Rudolf von Laban y su visión revolucionaria de la danza como una herramienta terapéutica. Descubrió que no estaba sola en su viaje, que muchas otras personas habían encontrado sanación a través del movimiento.

Juntas, Clara y Beatriz fundaron un grupo terapéutico basado en la danza creativa. Crearon un espacio donde personas de todos los ámbitos podían venir y liberar sus emociones, sin miedo al juicio. El estudio, que una vez pareció abandonado, ahora estaba lleno de risas, lágrimas y, lo más importante, esperanza.

Con el tiempo, Clara se dio cuenta de que había encontrado su verdadera vocación. Se convirtió en danzaterapeuta y dedicó su vida a ayudar a otros a encontrar su voz a través del movimiento. Y aunque el dolor de perder a su hermana nunca desapareció del todo, encontró en la danza una forma de honrar su memoria y vivir una vida llena de propósito y pasión.

El estudio se convirtió en un faro de luz en el barrio viejo, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una forma de encontrar el camino de regreso a la luz.

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⏰ Last updated: Oct 27, 2023 ⏰

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