11. Complicaciones

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Mi cabeza era un lío, después del beso de Christian, hacía pequeñas escenas oscuras de lo que podría pasar si se enteraba él, perturbándome cada vez más. De modo que me quedé cayada, ni siquiera le conté a Annie.

—¿Vas a ir al baile? —preguntó, Videl en la clase de Educación Física.

Andrés me miraba de reojo como si quisiera pedirme que fuera con él.

—No, no voy a ir con nadie.

—Entonces, ¿qué vas a hacer? —inquirió la pelirroja con demasiado interés.

Mi reacción instintiva fue decirle que dejara de entrometerse, pero en lugar de eso le mentí alegremente.

—La colada, y he de estudiar para el examen de Trigonometría o voy a suspender.

—¿Te está ayudando tu mejor amiga con los estudios?

Annie bufo, en medio de mi perplejidad que me dejó Videl con su pregunta.

—Tengo dos mejores amigas —enfaticé por su ironía de que con ella no habia estando tan unida como lo habia estado con Annie, ademas de que le dije cosas hirientes semanas atrás para mantenerla lejos—. Nadie me ha invitado y ahora que tengo trabajo en una tienda de limpiadora, me llene de cosas por hacer.

Noté con sorpresa que las mentiras me salían con mayor naturalidad que de costumbre.

—Ah —se animó—. Ya sabes, de todos modos, puedes venir al baile. Estaría bien. Todos bailaríamos contigo —prometió.

La imagen mental del rostro de Annie hizo que el tono de mi voz fuera más cortante de lo necesario.

—Videl, no voy a ir al baile, ¿de acuerdo? —La maestra de educación física llamo a Annie y ella echo a correr por el salón del gimnasio con Andrés. Entonces la cara de la pelirrojo se oscureció cuando quedamos solas. Bastante disimulada me senté junto a ella  y aunque no debía conversar, lo hice, porque realmente la extrañaba—. ¿Y tú con quien irás al baile, Videl?

Resoplo por mi pregunta, pero aceptó hablar conmigo.

—Sabes que en este institución, se permite traer a alguien invitado si no encuentras a nadie. Así que yo, quise invitar a Leo. —Se cruzo de brazos cuando me encogí de hombros. Nos miramos a los ojos por un largo tiempo muy curioso, de pronto sus mejillas pecosas se enrojecieron y soltó un gruñido bastante inesperado—. ¿Cuándo te atreverás a decirme lo que esta pasando?

—¿Sobre que? —lo dije ceñida.

Pero por dentro mi corazón estaba volcado, ¿ella sabia de los asesinos marcados?

—No, ¿cuándo dejarás de mentirme? —preguntó con un tono lleno de sorna.

—No te entiendo —Me azoré, me quemaba la cara de nervios.

—Ya me cansé de sus mentiras, Emily. —Alzo la voz y se pudo de pie frente a mí con los puños cerrados, intentando calmarse—. Leo ha estado yendo a la casa de Annie. La lleva en su coche, un día miré a Leo salir de su casa. ¿Cómo es posible eso cuando a él nunca le ha gustado nadie? —Sus ojos se cristalizaron y mi corazón se congeló dentro de mi pecho, mi boca se cerró sin saber que decirle—. ¿Te quedarás callada? Eres absurda —sus palabras me hicieron sentir culpable—. Pensé que yo estaba haciendo algo muy malo y que por eso me mantenían lejos. Me culpe muchas veces de que yo les hice algo y que me merecía sus tratos amargos. Pero me duele más saber la única verdad.

—¿Cuál verdad? —balbuceé.

—¡Que mi mejor amiga me está quitando lo único que siempre he amado! —Un viento proveniente de los ventanales me endureció en las bancas, no pude moverme—. Y mi otra mejor amiga la apoya en su asquerosa y cobarde traición.

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora