-Qui ridiinti ti vis hiy- renegó un Omega enojado al escuchar el alagó que le hizo su alfa a la omega que estaba entrevistando.
Ese era el diario vivir de Jeon JungKook y Park JiMin, la pareja más dispareja del planeta tierra pero así era como se amaban.
Los días sábados eran los peores de la semana, pues era cuando su alfa realizaba entrevistas a personajes sobresalientes del mundo del espectáculo y entretenimiento o alguna que otra gubernamental, aunque las últimas eran muy pocas porque JiMin no era del tipo que le gustaban las cosas serias.
Para eso estaban los aburridos noticiarios.
Cada sábado JungKook evitaba salir de su casa a toda costa, todo con el fin de escuchar atentamente cada una de las palabras que decía y recibía JiMin y era que ese alfa le haría salir canas verdes. Al ser un joven locutor, su actitud era muy hiperactiva y carismática, provocándoles sonrisas a quienes se encontraban en el estudio de grabación y muy probablemente a cada uno de sus oyentes.
Era muy popular entre el mundo del entretenimiento, tanto que se le habían presentado oportunidades jugosas para formar parte de agencias de Idols importantes, pero JiMin prefería mantenerse al margen de ello.
Su sueño consistía en revelar su voz por los altavoces de la estación radial en la que trabajaba, probablemente se debía a que desde muy pequeño no tuvo reparo en decir que quería ser comunicador social, más concretamente locutor de cabina centrado en el entretenimiento.
Y lo había logrado gracias a que siempre había sido un hijo ejemplar y un estudiante de promedios destacables, dio todo de sí para enorgullecer a sus padres.
Claro que cada una de sus acciones eran con fines de lucro, cuando se le presentaba la oportunidad solía acudir al chantaje para que sus progenitores le cumplieran alguno que otro capricho, nunca se aprovechaba de la situación porque sabía que como hijo lo menos que podía hacer era obtener buenas calificaciones y tener buena conducta como se lo habían inculcado.
El día de la verdad llegó cuando lo nombraron el mejor estudiante de su generación, no sabía bien lo que eso significaba o lo que implicaba, pero al ver el rostro lleno de alegría de sus padres supo que lo había hecho bien.
En la noche, en la cena de celebración, les dijo a sus padres cuál era su vocación y con lo que planeaba mantenerse hasta el último día de su vida. Supo que era momento de hablar cuando su padre comenzó a hablar sobre qué carrera debía elegir para la universidad, aprovechando sus buenas notas y posición social.
-Mamá, papá, quiero ser locutor de cabina- Hablo dejándolo a la suerte, podía asegurar que si pudiera verse estaría sonrojado por los nervios y sudando por temor.
Un silencio sepulcral se posó sobre la mesa, nadie se movía ni mucho menos pronunciaron palabra alguna hasta después de dos largos minutos, esos que serían los minutos más largos de su vida pero para su desgracia o buena fortuna, la puerta fue golpeada con insistencia llamando la atención de todos los presentes.
Se levantó de su silla para dirigirse a la puerta tratando de escapar de la incómoda situación, pero fue detenido por un fuerte abrazo brindado por su padre.
-¿En serio creías que nunca te escuche cuando fingías ser presentador y ponías musical a todo volumen para que tus supuestos oyentes las escucharan?- Miró atentamente a su madre, quien solo le sonrió.
Estaba avergonzado pero feliz, no creía que las cosas fueran tan fáciles, por un momento pensó en retractarse al no obtener respuesta y temor a enfadar a sus padres, sin embargo, todo resultó ser paranoia suya.
-Siéntate, ya vuelvo.
Hizo lo que sus padres le dijeron y ellos simplemente se pararon para abrir la puerta, esperaba que esta no fuese una especie de trampa tramada por ellos para desviarlo. Iba muy en serio con lo que había comentado.
Suspirando, se retiró de la mesa y se dirigió a su habitación, no quería despertar del sueño en el que sus padres habían aceptado su decisión, mañana sería otro día para continuar pensado acerca de su futuro.
Ya se había duchado por lo que hacerlo nuevamente sería innecesario, se acostó mirando al techo esperando una señal divina que le diera una salida a su malestar.
Y al parecer la señal fue escuchada porque en ese mismo momento sus progenitores irrumpieron en su habitación escandalosamente.
-Arriba muchacho que tenemos que celebrar- habló su madre emocionada.
-No gaste tanto dinero para que vengas a dormirte a estas alturas JiMin, obedece a tu madre y levanta el trasero y revisa lo que te compramos.
Inseguro se acercó al cartón que anteriormente lo tenía su padre y lo abrió con sumo cuidado, podría haber elementos radiactivos en esa caja, prefería evitar inconvenientes al ter padres un como fuera de lo común.
Al hacerlo sus ojos se llenaron de lágrimas, dando crédito nulo a lo que miraban.
Era una consola de audio, de esas que tanto anhelo tener algún día, sin esperar a más, se lanzó a los brazos de sus padres y repartió besos por todo sus rostros.
-No nos babes JiMin, solo nosotros podemos hacerlo- Contesto su padre fingiendo molestia, sabia bien que le encantaba tener un hijo tan atento como JiMin.
-Los amo no saben cuánto, realmente son mis héroes.
-No tan rápido, eres nuestra vía a una vejez cómoda y segura, debemos mantenerte contento.
Sonrió negando con la cabeza, tenía padres fuera de la regla de lo común y no los cambiaría por nada, simplemente eran maravillosos y los quería tal y como eran.
Primer capítulo de esta linda histórica, estaré actualizada todos los miércoles y sábados, estén pendientes 😘.
🎙Gracias por leer 🎙
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Omela Radio
FanfictionSer conductor de programas radiales ha sido el sueño de JiMin desde muy pequeño, por ello cuando se graduó del colegio con perfectas calificaciones, sus padres decidieron apoyarlo para que asista a la universidad más prestigiosa del país y pueda esp...