– A entrenar, príncipe valiente – empujó el arco contra Luke y sonrió guiándolo hasta el lugar donde podía disparar.

Uno, dos, tres, cuatro, hasta cinco fueron los intentos que el príncipe Lucerys hizo con el arco y las flechas pero solo uno de ellos había estado cerca de dar en el blanco. El chico suspiró frustrado ante eso y lanzó el arco al suelo mientras observaba como Baela lo miraba haciendo una mueca.

– Soy un asco – murmuró.

– No es así – dijo ella tocando su hombro – sólo te hace falta práctica.

– Y no relajarte – le dijo Jace dejando su espada a un lado y avanzando hacia él – Si estás nervioso te pones rígido y no puedes disparar con facilidad.

– Seguro tú lo harías mejor – murmuró Luke de mala gana. No quería ser grosero con su hermano mayor, pero a Jace siempre se le habían dado esas cosas con mayor facilidad, mientras que a él le costaba un poco más.

– Dame el arco – le exigió.

Luke no se movió, así que Jace suspirando se agachó a recoger el arma y luego puso una flecha en este, listo para disparar.

– Observa con atención, Lucerys – le dijo Jace – La piernas, no las separes tanto, y estira bien el brazo.

El menor observó con atención.

– No dejes de mirar el objetivo en ningún momento, y luego lanza.

Disparó la flecha y dio justo en el blanco, ganándose unos aplausos de unos guardias aduladores que también estaban entrenando. Los ignoró y extendió el arco a su hermano nuevamente.

– Si siempre estás pensando que lo harás mal, vas a fracasar. Es cuestión de confianza Luke – le dijo mientras pasaba su mano por el cabello de su hermano menor. Lucerys se quejó un poco pero medio sonrió.

Jace volvió a su lugar, y tomó su espada, pero antes, confiando que nadie lo vería, lanzó una mirada hacia aquel balcón en el que Helaena aún estaba de pie.

– No niño, no se ha volteado a mirarte – dijo Daemon de manera burlona y Jace sintió el color subiendo a sus mejillas – No la haz impresionado.

– No lo hacía para impresionar a nadie – murmuró.

Daemon soltó una risa y compartió una mirada con Lucerys que quería decir algo así como no nos engañas. Luego volvió a centrar su atención en Joffrey que parecía tener un ataque de energía y querer matar al muñeco de paja con su espada de madera.

– Por un carajo, su hermano pequeño parece un perro con rabia – dijo de mala gana – ¡Joffrey creo que tu oponente ya está muerto!

Joffrey le gritó algo que Jace en realidad no escuchó. Entrecerró nuevamente los ojos para mirar hacia arriba y ver a Helaena donde mismo la había visto hace un momento. Y en efecto, como había dicho su padrastro, no lo estaba mirando. Parecía más interesada en sus manos. Jace no vio bien que sostenía en ella, pero por como miraba de cerca y por como movía sus manos debía sostener algún insecto. O quizás... una araña. Jace tragó saliva incómodo ante eso. Odiaba esas pequeñas cosas de patas flacas.

– ¿De verdad ella...? – la voz de Baela sonó un poco baja, Jace se volteó a mirarla – quiero decir, ¿te... te gusta?

Jacaerys la observó por un momento. ¿Le gustaba Helaena? No lo sabía con certeza. Sabía que le atraía físicamente. Era hermosa, eso estaba claro desde el momento en que la vio. Y sabía que si o si tendría que casarse con ella. Tuvo un flechazo, eso no lo iba a negar. ¿Pero que sabía sobre ella? ¿Qué sabía ella sobre él? No se conocían en absoluto. Así que no, Jace no podía decir que si le gustaba.

Scorpion | Jacaerys Velaryon x Helaena Targaryen Where stories live. Discover now