Intentaba mantener los ojos abiertos, hoja tras hoja. En dos días tenía el último examen y quería sacar la mejor nota posible. Mi nota media había sido de sobresalientes durante todo el curso y no quería bajar. Me estaba esforzando mucho. Era mi último año de instituto y estaba deseando empezar la universidad, y con la mejor nota.
La puerta de mi dormitorio se abrió y mamá entró.
— Todavía sigues estudiando, cariño. Vete a dormir. Necesitas descansar— dijo mientras se acercaba a mí.
— Termino esta hoja y me acuesto, mamá —respondí sintiendo el cansancio en mi cuerpo. Había dormido una media de tres horas diarias, durante la última semana, y estaba agotada.
— La semana que viene, ya que terminas, podrás descansar. He hablado con papá y vamos a irnos unos días a la casa de la playa —sonrió mirándome divertida.
—¿ Él también vendrá?— pregunté sorprendida. En los últimos años, papá apenas había cogido vacaciones. Estaban abriendo gimnasios por muchas ciudades del país, y eso requería prácticamente, todo su tiempo.
— Si — respondió mamá, tan extrañada como yo.
— Lo pasaremos bien — añadí devolviéndole la sonrisa.
Me alegré de poder disfrutar de unos días con él, antes de irme a la universidad. Tenía planeado un viaje, con mis amigas, a Ibiza, pero me apetecía mucho un fin de semana en familia, como cuando era pequeña...
Mamá se acercó más hacía el escritorio y puso su mano sobre mi hombro.
— Ahora, a dormir, señorita, si no quieres quedarte dormida mañana en el examen.
Me levanté de la silla y le di un beso, después comencé a ordenar los papeles y libros que tenía sobre el escritorio. Esta última semana toda mi vida era un caos. Tenía todo desordenado, comía a deshoras y mal dormía Tenía ganas de que todo eso terminara.
Mamá me miró con una mezcla de melancolía y felicidad.
— ¿ Qué pasa? — pregunté arqueando las cejas.
— Cada día te pareces más a tu padre. Igual de constante, de entregada en todo lo que haces... podrás ser todo lo que te propongas.
Aquella confesión me cogió desprevenida. Normalmente, mamá, estaba demasiado ocupada en el gimnasio, o de compras con sus amigas, en la peluquería, salón de belleza...Ella siempre estaba perfecta. Su pelo bien peinado, su piel bronceada, su rostro maquillado, su ropa conjuntada a la perfección y siempre con aquel aire de elegancia. A veces me gustaría parecerme más a ella, aunque no me veía pasando las horas en un salón de belleza o en un spa. Ella siempre decía que con el tiempo cambiaría, pero de momento no era nada atrayente para mí aquel ritmo de vida. Papá era más sencillo y más natural, aunque no tenía nada que envidiar a mamá. Era muy atractivo. Yo siempre me había sentido más afín a él. Mamá, a pesar de haberse criado en una familia humilde, parecía haber nacido rica. Papá sin embargo era todo lo contrario... había crecido entre algodones y parecía un tipo normal y no un millonario.
El teléfono de mamá comenzó a sonar. Lo sacó de su bolsillo y lo miró:
— ¿Miguel dónde estás?— preguntó molesta mirando su precioso de reloj de Swarovski.
Normalmente papá llegaba a casa a la hora de cenar, pero llevaba unos días como distante y distraído y regresaba muy tarde del trabajo. Él decía que era por las nuevas aperturas de gimnasios, pero yo sentía que había algo más. Lo notaba decaído.
Hubo un silencio sepulcral, antes de qué mamá comenzará a hacer preguntas en tun tono grosero.
— ¿Cómo?¿Quién es usted?¿Dóndes está mi marido?.
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HEREDEROS
Teen FictionLa vida de Abril da un vuelco, cuando, su padre es encontrado muerto , en circunstancias extrañas. Aparece un nuevo heredero. Alguien a quién nadie esperaba... Preguntas sin respuestas, llevan a Abril a buscar justicia por su cuenta; y a descubrir q...