02. Consecuencias

33.5K 1.2K 1.4K
                                    

Lo que pasó después

El trato

Sollocé mientras el aire de la muerte me abrasaba. Por eso no quería regresar a Salem. Mi padre biológico, me maltrató con aislamiento de modo que fue el causante de todo mis problemas mentales. El orfanato de ese mismo pueblo me recogió cuando él falleció, pero con una condición de no revelar mi mayor secreto. «La marca en forma de equis» que tengo en mi pecho izquierdo. Junto con una retorcida advertencia: ¡quien lo sepa es un peligro en potencia!

«Dylan es un peligro». Pensé por enésima vez detrás de la puerta del baño de mi casa, ya que, eché a correr para huir de él, después de mencionar mi gran secreto.

—¡Emily, abre la puerta! —pidió aporreando la madera con su cuerpo—. ¡Mierda! Solo abre la puerta, sé que estás confundida —Claro que lo estaba—. Sé que tienes miedo, porque un extraño, que es un asesino, que nunca lo has visto más que ayer, está en tu casa con intenciones muy retorcidas. También sé que te asuste con decir que me conocías cuando no lo haces, también porque te pregunte si eras «dueño o cabeza». Pero créeme, esta vez no estoy jugando contigo. No estoy loco, estoy muy cuerdo en este momento. Lo que te digo es cierto. Es real como la vida misma. Eres parte de algo «muy oscuro» y no lo sabes. ¿Vas a salir para que hablemos, entonces? —preguntó, pero de ninguna manera iba a creerle—. No te conozco, ya sé que tú tampoco, pero hay «algo perverso» que nos une ahora. Déjame decirte que es. Prometo que seré muy delicado contigo. No voy a tocarte si no quieres.

«¿Algo perverso que nos une?».

—Estas loco si piensas que abriré. Quiero que te vayas de mi casa. ¡No quiero que me expliques nada! —chillé cerca de la puerta.

—De todas formas lo haré —afirmó para luego comenzar—: Sé de tu marca, porque yo también tengo una. Sólo que es diferente a la tuya. Los dueños tienen una marca con un doble once en la muñeca. Yo soy un dueño. Un dueño es eso: «dueño de cabeza».

Mientras hablaba, eché un vistazo a mi cuerpo por el espejo. Mi cabello azabache caía como cascadas en mis caderas cubiertas por el pantalón blanco. La camisa de tirantes del mismo color transparentaba mis pechos con la enorme «equis» en mi busto izquierdo. Tenía marcas muy rojas, de dedos, alrededor del cuello, de los brazos, por culpa de sus apretones violentos. Estaba loco si creía que iba a abrirle, después de dañarme así, jamás. Aún así, seguí escuchando sus locuras.

—Emily, las cabezas tienen una marca en forma de «equis» como la tuya en su pecho izquierdo —suspiró—. Seguramente toda esta información es algo muy confuso para ti. También retorcido. Pero así es esto, es el lado oscuro y secreto del mundo que desconoces. Pero ya te haces una idea de que se trata. ¿Verdad que si? Una cabeza es como una clase de... sumisa o sumiso. Sólo que aquí hay algo... diferente y delicado de explicarte. Y ya no quiero asustarte.

—¡¿Y por qué quieres matarme?! —grité antes de que prosiguiera. Quería saber si conocía a mi padre, si no lo hacía entonces estaba inventando todo. Para jugar con mi mente—. ¿Por qué quieres matarme, Dylan?

—Porque lo deseo, lo quiero. Necesito saber cómo eres por dentro —soltó con ronquera en un arranque eufórico—. Olvida eso último, pequeña. Es porque tú me besaste, me sedujiste, «si una cabeza contiene cualquier contacto con otro dueño que no sea de su propiedad es torturado hasta la muerte por «Los Altos Mandos de la Orden Secreta». Y sin duda, «matan a la cabeza utilizada como seductor, ya que la consideran impura». ¿Me entiendes ahora? Ambos estamos muertos por romper las arreglas.

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora