12. La vida o la muerte

829 112 18
                                    

Me levanto del suelo.

Me asustó al notar que no había nadie en el hospital.

Recorro todo el lugar, solo estaba mi cuerpo...

Voy hasta el último piso y al final, justo donde están las puertas que señalaban la salida, me mostraban un paraíso hermoso.

Esto llegó a sorprenderme tanto.

Entre más me acercaba, todo era más brillante.

Estaba por abrir la puerta cuando escucho su voz.

—Annie...

Me volteo al instante.

Aldo está parado frente a mi.

—Annie — repite.

Me acerco a él y apenas tomó su mano que está extendida hacia mi, aparezco en la habitación donde estaba mi cuerpo.

Aldo está sentado frente a mi.

Sus manos están apoyadas en el colchón y sus manos cubren su boca.

—Ya amaneció y apenas llegó, me enteré que todos estuvieron aquí hablando contigo — mumura — Perdón por llegar tarde.

—No tienes que disculparte — susurro.

—Me demoré porque fui a tu casa — comenta — Escale el árbol como en los viejos tiempos y entre por tu habitación, solo para tomar esto — saca de su chaqueta una carta.

¿Era lo que creía?

Él la abre y sus ojos se ponen rojos, notó como la primera lágrimas cae sobre la fina sábana blanca.

—Queri... querida señorita Lucas — leé — Nos alegra informarle...

Su voz se corta y tapa su rostro con la hoja.

—Te aceptaron en la universidad de New York — murmura con un hilo de voz — Lo lograste.

Me aceptaron...

—Si quieres, me mudare contigo, haré lo  que tú quieras, pero por favor quédate — las lágrimas brotan de sus ojos — Eres mi hogar, no me interesa dónde sea, solo quiero que sea contigo, ahora lo se y es tarde.

Entrelaza nuestras manos.

—Haré... lo que sea si te quedas — susurra.

—No sé cómo hacerlo — murmuró.

—Tomare todo tu dolor y te ayudaré a sanar, Annie, solo sobrevive, eres el amor de mi vida.

En ese momento él se quiebra completamente.

Un sumbido llega a mis oídos y me los tapo por el dolor que causa en mi cabeza.

Me doy vuelta y del otro lado del pasillo hay una luz que cada vez se hace más grande.

Me caigo al suelo por el dolor que me causaba el sonido y ahí supe que tenía que elegir.

Todos los recuerdos llegaron a mi mente en el mismo segundo.

Cuando fui por primera vez al kinder, cuando papá me enseñó a andar en bicicleta, cuando prepare un pastel con mamá, la primera vez que me rompieron el corazón, cuando conocí a Aldo, cuando fui al concierto de Ada y conocí a todos los chicos, las pijamada con mis amigas.

Todos esos momentos escenciales llegaron a mi.

Y aquella luz que solo se expandía por las paredes me cubrió.

Lo último que escuché fue mi nombre mencionado por Aldo...

Si decido quedarme || Aldo GeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora