DÍA 1

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Lo estaba esperando en la entrada de la puerta, normalmente solía llegar unos diez o quince minutos antes de que iniciaran las clases, pero esta vez estaba cuarenta y cinco minutos antes.

Solo habían otros dos chicos en toda la escuela, faltaba un tiempo para que llegaran los demás.

Empezaron a entrar algunos, yo esperaba verlo entre esas personas pero no lo vi.

El miedo se empezó a instalar en mi ser, creía que mis palabras lo habían convencido, o más bien eso esperaba.

La noche anterior había hecho un plan, durante las dos semanas me sentaría con él en la hora del almuerzo, lo acompañaría y en la tarde haría algo con él.

Sinceramente no estaba ni veinte por ciento segura de sí vendría, recuerdo el estado en el que se encontraba ayer, y eso me hace dudar más, se veía tan triste y desamparado, que no me sorprendería mucho sí no vuelvo a saber algo de él.

Dentro de todas las personas vi a mi amiga Soonmi, se le cayeron sus cosas de la mochila y fui a ayudarla, fue ahí cuando lo vi entrar, su uniforme estaba desarreglado, no estaba fajado, los botones superiores de la camisa estaban desabotonados y su cabello negro alborotado.

Le entregué sus cuadernos a y me deseó suerte.

—Ya llegaste. –me dijo barriéndome con la mirada y pasó de largo, yo lo seguí hasta su casillero donde sacó unas cosas.

—Hola, si, llegué temprano para esperarte. –le dije con una pequeña sonrisa esperando su reacción.

—¿Ya va a iniciar mi sufrimiento? –me preguntó retóricamente mientras cerraba su casillero.

—No le digas así, pero dime cual es tu nombre. –le pregunté lo más amable que podía, digo era la primera vez que me encontraba en una situación así, y no quería echarlo a perder, porque sé que suena dramático, pero su vida depende de lo que yo haga, y es un tanto abrumador pensar así.

—Choi Beomgyu. –me dijo serio y se recargó en los casilleros.

Seguía frío, serio y distante. Un reto sin lugar a duda.

—El mío es Kim Najim. –sé que no me preguntó, pero la conversación debe de seguir de alguna forma.– ¿Cuál es tu grupo?

—El 50D. –me respondió para después caminar hacía su grupo, que también era el mío.

—¡Oh! ¿De verdad? También es el mío. –lo seguí al salón donde no había nadie aún.

—Ya veo. –dijo sin mostrar alguna emoción, entro al aula dejando su mochila en su puesto y sentándose en él.

Yo también entré y acomodé mis cosas en mi lugar para después ir a su lado en una silla próxima a él, espero que no le moleste al dueño de la silla.

El suspiro cansado y se dejo caer al escritorio mirándome, eso hizo que me pusiera un poco nerviosa.

No dijo nada, así que hice lo mismo que él en otro escritorio claro.

—No te entiendo. –me dijo por fin.– No me conoces y me quieres ayudar, ni siquiera sabías que estábamos en el mismo salón y malgastas tu tiempo conmigo.

—Que te digo, me importas aunque no te conozca. –me enderece y me apoye en mi brazo pero no deje de verlo.– Entonces háblame de ti para que te pueda conocer.

—¿Qué quieres saber? –ahora era él quien se enderezaba.

—No lo sé. –me encogí de hombros y desvíe mi mirada unos segundos.– Lo que tú quieras, tu cumpleaños, si tienes hermanos, lo que te gusta y lo que no cosas así. Si quieres luego me va a mi.

—Bien, es una mala idea y te arrepentirás pero como quieras. –no sé si las palabras correctas sean que eso me dio un mal augurio o que, pero no me hizo sentir muy bien.– Tenía un hermano pero se escapo de casa por los problemas que habían. –desvió la mirada, y solo podía ver su perfil.– Creo que me llevaba siete años no estoy seguro, no lo recuerdo casi nada, mi madre me abandonó con mi padre cuando nací y me crié con él y mi hermano. Ahora él... Él, mi padre ya... Él no. –noté que sus ojos se veían aguados, entonces me puse de pie y coloqué mi mano sobre su hombro.

—No te voy a forzar a decir algo que no quieres o no puedes, perdón por meterme en tu vida, si quieres no te vuelvo a presionar.

Otros entraban al salón, no lo conocía, pero algo que sí sabía era que a nadie le gusta que lo vean llorar, entonces le di una gorra que tenía en la mochila para el sol y me fui a mi asiento, pero toda la clase no podía hacer más que verlo, su lugar estaba una fila y unos asientos detrás de la mía, así que tenía que voltear mucho mi cuello para verlo.

Al igual que yo no prestaba atención a la clase, estaba haciendo rayones a su libreta.

Me di cuenta que estaba aburrido por la inclinación de su cabeza y se sentía inseguro porque su posición era muy cerrada.

Estaba pensando en lo que me dijo, en este momento ya no estaba molesto ni desesperado, tan solo estaba triste y mucho, su ceño un poco fruncido y las comisuras de sus labios abajo, además veía al piso y suspiraba repetidas veces.

Sería más difícil de lo que había pensado, no tuvo a su madre, su hermano ya se fue y algo le ocurrió a su padre, la única figura paterna que tenía.

No me puedo imaginar lo que está sintiendo. Creo que ahora ya entiendo el porque se intentó suicidar.

La clase llegó a su fin, a diferencia de otros días Soonmi no me esperó fuera del salón, ya estaba enterada que no podría estar con ella por un tiempo y me dijo que no me preocupara y que hiciera lo que necesitaba, por eso estoy tranquila.

—¿Vamos a comer Beomgyu-shi? –le pregunté yendo a su puesto y sonriendo.

—Yo no como. –me dijo poniéndose sus audífonos.

Esto iba a estar muy difícil, necesitaba que confié en mi, pero no lo conocía, no sabía que hacer. Tampoco lo quería atosigar con mi presencia.

—Bien, regresaré pronto Beomgyu-shi. –me fui un poco nerviosa, no quería que hiciera algo tonto, pero confiaba en él.

Me encontré con Soonmi en la cafetería y le dije todo lo que había pasado con este chico Beomgyu.

—De acuerdo y entonces ¿Qué vas a hacer con...? –estábamos sentadas en las últimas mesas, ella en frente de mi comiendo.

—¿Quién de ustedes es Kim Najim? –un chico llegó corriendo a nuestra mesa y nos preguntó gritando mi nombre.

Yo levante un poco mi mano y Soonmi me señaló con la mano.

—Soy yo. –le dije un poco temerosa, el chico era de cabello rojo y ojos grandes.– ¿Por qué?

—¿Tú salvaste a mi amigo? –preguntó aún exaltado asustándonos a y a mi.

—Espera, ¿Tú quien eres? –le pregunta Soonmi.

—Si, lo siento que modales los míos, soy Kang Taehyun y Choi Beomgyu es mi amigo. –no puedo evitar abrir mis ojos y sentir tristeza por el chico de apellido Kang.– Dime, ¿Tú eres quién lo salvó?

—Yo, no usaría la palabra salvar, pero si soy yo.

—Muchas gracias. –se hincó y tomó mi mano sorprendiéndome.– En serio muchas gracias. –se puso de pie, hizo una reverencia a ambas y se aliso la ropa.– Sí necesitas ayuda o algo, puedes decirme. –le agradecí y se fue con otras personas que supongo son sus amigos.

—Pero mírate, cuantas cosas en tan pocos días, no me sorprende que mañana te hable Nick Fury para que te unas a los Vengadores. –la miré con los ojos abiertos de par en par, Soonmi siempre tenía ocurrencias de este tipo, pero a veces se superaba.

—Debo de irme, lo deje en el salón y debo de ver como está.

Me fui de la cafetería al salón, había dicho que no comía, pero no lo puedo dejar así, por eso compre un poco de tteokbokki para él.

Al entrar notó que sigue en su puesto con audífonos, me vio al entrar pero no se movio para saludar.

Entré y fui directo a él, deje el envase en su escritorio, después fui al mío.

Se quito un audífono y me miro con una ceja levantada, después al envase y después a mi, luego nuevamente al envase.

—Lo compré para ti, es tteokbokki espero te guste. –le dije porque parecía que el mensaje no había sido muy claro.

—Gracias. –dijo casi en susurro abriendo el empaque y con los palillos comer, yo obviamente voltee mi cabeza a mi escritorio, no quería incomodarlo.

—¿Tienes algún plan después de clases? –le pregunté una vez que había terminado de comer, él negó tirando en empaque vacío al cubo.– ¿Te gustan las montañas rusas?



___

Después de clases fuimos a una feria de juegos mecánicos, el trayecto fue en bus y demasiado silencioso para mi gusto, pero parecía que el silencio era lo único que le agradaba a este chico.

Pagué la entrada de los dos y pasamos por los torniquetes, Beomgyu se quitó la gorra y la puso en su mochila que después guardo en los lockers de la entrada.

—¿A dónde quieres ir primero? –le pregunté sonriente.

—A la salida. –de nuevo frío y seco, Beomgyu Frost le quedaría mejor que Choi.

Comenzó a caminar y yo a seguirlo, solo estaba dando círculos, no se podía decidir para que juego montar primero y cuando parecía que quería subirse a uno se detenía para volver al centro.

Estábamos yendo a una fuente, Beomgyu se sentó en un banco y yo lo vi un poco triste, su ánimo no subía para nada. pero no quería que eso lo desanimara más.

—Perdóname. –me dijo apenado viéndome directamente a los ojos.– Todo esto es mi culpa, ve tú a donde quieras yo te espero aquí.

—Pero Beomgyu-shi. –le reclame en un puchero.

—Anda ve Najim-shi. –mandó su mirada al suelo y cruzo sus brazos.

Me senté a su lado, no podía dejarlo aquí solo como la basura de ayer, aunque tan solo conocía como tres cosas de él y eso ya es decir mucho, me importa lo que le pase.

—No te voy a dejar. –le dije dulcemente.– No tenemos porque montarnos en algún juego, podemos estar aquí. –le dije buscando su mirada.

—Najim-shi. –me habló y vio a los ojos, yo levanté mi barbilla para que continuará.– ¿Por qué haces todo esto? No nos conocemos y aún así estás aquí.

Si me esperaba que preguntará esto, pero no en el primer día. Siendo sincera ni yo me tenía una respuesta, cuando lo vi inmediatamente quise ayudarlo, tal vez porque me vi reflejada en él, o por sus ojos que gritaban por ayuda, o simplemente por el sentido de ayudar, no lo sabía.

—Creo que es porque en algún momento de mi vida me sentí como tú. –le respondí sincera.– Quise evitarlo porque como te dije no sé quién seas o lo que te haya pasado, pero sé que mereces vivir, escúchame Beomgyu-shi tal vez ahora no me entiendas pero un día lo harás, A veces a la vida le gusta reírse de ti quitándote lo que más quieres y que te ata a ella, pero siempre te lo devuelve de la forma que menos esperas.

Me miró a los ojos de una forma inexplicable, tal vez era exactamente lo que sentía, estaba triste lo sabía y se notaba, pero también había algo más ahí que no podía detectar, podía ser esperanza de que no todo estaba acabado.

—Gracias Najim-shi. –me agradeció con una pequeña sonrisa, ahí fue cuando me di cuenta de algo, los dos nos llamábamos "shi", no sabíamos nuestras edades.

Me causo un poco de gracia a lo que él me miró curioso.

—Los dos nos decimos "shi", dime Beomgyu-shi cuando naciste.

—El nueve de marzo del 2001, ¿Tú? –me sacó una sonrisa, no por su respuesta o bueno si, era la primera vez que mostraba interés en seguir con una conversación.

—Primero de mayo del mismo año. –le sonreí inocente.– Eso significa que tú eres el mayor, wuah Beomgyu-shi.

Me puse feliz porque logré sacarle una sonrisa, aunque la borro en un instante fue un buen comienzo.

—Y, ¿Qué te gusta? –intenté seguir con la conversación, pero creo que mi pregunta era muy ambigua.– ¿Cuáles son tus hobbies?

—Dormir. –respondió otra vez el cubito de hielo, me pregunto qué es lo que le pasa.– Jugar videojuegos y ver películas.

—A mi me gusta salir a lugares abiertos y cualquier cosa que no implique sonidos fuertes. –me miró un poco curioso.– Es porque me asusto fácilmente.

Un niño estaba corriendo junto a nosotros con una bebida de hielo, que termino encima de mi cuando se tropezó.

Abrí mis ojos y mi boca al sentir el frío líquido hacer contacto con mi piel, pero también dí un pequeño salto por el susto, mi espalda y brazos estaban totalmente mojados por el incidente.

El niño pequeño al ver lo que sus travesuras y falta de control con su pequeño cuerpo huyó tan rápido como un rayo, por otro lado Beomgyu solo vio sin decir ni una sola palabra.

Y yo comencé a estornudad, pero en serio, estornudar.

—Rayos, creo que me enfermaré.

Después de un par de minutos Beomgyu levantó su brazo señalando algo detrás de mi, cuando giré para ver encontré una pequeña tienda del parque, que curiosamente vendía chamarras.

Le sonreí por encontrar la solución, aunque no estoy segura de que se haya dado cuenta, porque estaba mirando al suelo.

Fuimos al quiosco que señaló, afortunadamente había un suéter de mi talla, pero no quería que viera mis brazos.

Tenía el suéter en mis manos, miré a Beomgyu quién estaba como si nada.

—Beomgyu-shi, ¿Puedes darte la vuelta? –mi petición le extrañó, pero de igual forma lo hizo, el suéter me quedaba bien, tenía una miad roja y la otra azul, finalizando con detalles como el logo del parque.– Listo, ¿ahora quieres ir a algún lado? ¿Los carritos chocones? ¿Tienes ham...?

—¡NO! –grito supongo que contestando a alguna de mis sugerencias.– ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? –comenzó a decir incongruentemente, y a hacer muecas de dolor.

Por un instante entré en verdadero pánico.

—¿Beomgyu-shi? Perdó...

No pude terminar porque me abrazó y se puso a llorar en mi hombro, sorprendiéndome por el acto, ya que es algo fuera de lo común, eso me hizo pensar que realmente necesitaba apoyo y el calor que puede brindar una amistad. Yo le di unas palmadas en el cabello para consolarlo.

—Carritos chocones no por favor. –me dijo abrazándome con más fuerza.

—Perdón no lo vuelvo a sugerir. –me disculpe aunque no entendía nada de nada, supongo que va a tardar el día en el que sepa porque su aberración al juego mecánico.

El sol ya estaba en el poniente y pronto se volvería la noche por lo que sugerí irnos, caminamos juntos, él con sus audífonos y yo preguntándome qué escuchaba, llegó un momento en el que nos tuvimos que separar.

Esperaba que el día de mañana fuera mejor.










--<-<-< La autora.

Bueno, aquí estamos otra vez, hace algún tiempo había publicado está historia, pero decidí borrarla por un par de cosas, y hoy en este día anuncio su regreso, intentaré ser constante con las publicaciones, sí el estudio me lo permite, claro.

Sin más que decir, les agradezco a quienes lo lean y espero sea de su agrado.

Cuídense.

Bye.

¯\(°_o)/¯

15 Días || Choi BeomgyuWhere stories live. Discover now