Una cosa a la vez

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Mirando como las hojas caen del árbol al llegar el otoño, me cuestioné a mí misma sobre el sentido de la vida y cómo las hojas al culminar su trabajo, se marchitan y se caen del árbol, ¿Será lo mismo con nosotros los humanos? o ¿Es que realmente existe algún sentido?

Tras cuestionarme las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida, oí un sonido que hizo que todos mis sentidos se activen; el rugir de mi estómago.

Me levanté del pasto en el que estaba echada, levanté mi mochila, busqué el estuche de mis airpods por todo el césped; eran muy caros, no podía permíteme perderlos.

Guardé todo en los bolsillos de la mochila y en un pispas me puse de pie. Sacudí las hojas y la tierra impregnadas en mis jeans clásicos; los mismos que uso para casi todo, hasta para dormir.

Llegué a la parada de autobuses a esperar a que Omar pasara por mí, le dije que viniera a las 3:30, y eran las 3:20, así que me senté a dejar que los minutos pasen. Cambié de canción con mi teléfono, no me gustan mucho los blues, prefiero algo más chill, o más alternativo.

—¿Los Fabulosos Cadillacs?— me pregunté a mí misma. La banda favorita de papá, de alguna otra manera la música siempre nos transporta a momentos que no recordábamos o, por lo menos, en mi caso, no quería recordar.

Tarareaba la letra mientras recordaba a papá. Un hombre alto, robusto y bigotón, siempre trabajador y nada holgazán, podría estar toda la vida trabajando y tan solo unos minutos sentado, salvo cuando había fútbol, ahí cambiaban las cosas. Era un fanático aserrimo, siempre iba a la cancha a ver a su equipo favorito. Siento que el hecho de ponerme Andrea, por Andrea Pirlo es un caso más de la pasión del balonpie en los hombres. Si tan solo estuviera aquí...

—3:40 y nada con Omar— dije. Al parecer algo habría pasado, o será que, como siempre, se le olvidó. ¿Es algo normal en los hombres olvidarse de todo? Siento que tienen la capacidad de poner el cerebro en modo avión y perderse en la nada. Enté a WhatsApp a escribirle a Omar sobre lo sucedido, me parecía raro que no haya pasado por mi, cuando claramente le dije que lo haga, hasta me juró que vendría.

—¿Omar, pasó algo?— le escribí. —Quedamos en qué pasarías por mí a las 3:30 y no llegas aún, llámame cuando leas el mensaje—

¿Era muy egoísta de mi parte exigir que Omar cumpliera con su palabra?

Claro que no.

Más egoísta es déjame tirada en medio de un parque al salir de la universidad, sí, eso es.

Cambié de canción una vez más, algo de pop anglo no vendría mal. ¿The Weeknd o Dua Lipa? Tonterías. Bruno Mars.

No podía decidir que escuchar, y en el trascurso del debate entre sí uno u otro, él se acercó a mí y me habló. —Hola— me dijo. No lo había visto en mi vida, y siendo sincera ganas de verlo tampoco daban. Era flaco y alto, pero flaco de los que piensas que si los abrazas mucho se pueden romper. Vestía una capucha negra y un jean negro, con unas zapatillas negras y medias negras, si no venía de un funeral tenía depresión, pensé.

—¿Hola?— le respondí.—¿Nos conocemos de algún lado?

—Soy Gabriel, de conta— me dijo.

No tenía idea de quién era.

—Oh, Gabriel de conta, claro— le dije. —Y, ¿necesitas ayuda o...?

—No, solo pasaba a saludar— dijo en un tono coqueto y burlón. —Oye, tienes un poco de... Déjame quitarlo—

Sacudió la tierra de mi cabello, casi lo mato por tocar mi cabello, no se toca el cabello se una mujer sin autorización pero él... Simplemente era insoportable.

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⏰ Última actualización: Mar 23 ⏰

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