Capítulo 9

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Emily

Estoy acostada en mi cama, tocando mis labios y pensando en lo que sucedió hace un rato en el despacho del señor Cole. Me he besado antes, pero pocas veces, y siempre fueron besos suaves, sin chispas. Pero el beso de hoy... eso fue otro nivel. No hubo ternura, solo pasión, enojo, fuego, lujuria. Todavía siento mis labios hinchados y las huellas de sus manos bajo mis bragas.

Aunque eso nunca debió suceder. Está mal. Él es mi jefe, y también el de mi madre. Ahora, ¿cómo diablos voy a mirarlo a los ojos después de venirme en sus manos como una maldita maniática? Tal vez fueron esas palabras sucias que salieron de su boca mientras me llevaba al límite.

Mi teléfono suena en la mesita de noche. Lo tomo y veo algunas notificaciones de redes sociales antes de encontrar un mensaje de Rubén.

Rubén: Gracias nuevamente por la cita. Hoy te veías hermosa en ese vestido.

Ruedo los ojos y apago el celular. Rubén es una persona maravillosa, y me siento cómoda con él. Es atractivo, sí, pero no me siento atraída hacia él. Lo veo más como un buen amigo.

Estoy en la cocina con mi madre, Brenda y las demás empleadas. Nos reímos y conversamos de cosas sin importancia mientras preparamos el desayuno. Son las 6:00 a. m., y el desayuno debe estar servido puntualmente a las 9:00.

Las risas se detienen cuando Sebastián entra por la puerta.

—Buenos días. Solo quería informarles que el viernes por la noche habrá un brindis a las 7:00 p. m. Deberán usar el uniforme especial, todas.

—Entendido —respondemos al unísono. Sebastián asiente, se gira y sale de la cocina.

—¿Hay algo en especial que van a celebrar en la mansión? —pregunta una de las chicas.

—Tal vez cerraron un nuevo trato con algún capo —responde otra.

Mi mirada se cruza rápidamente con la de mi madre. Ella baja la vista y sigue con su tarea. Sé que Mildred, mi mamá, teme un poco. Sin embargo, no creo que sea tan peligroso trabajar para la familia Torrance. Aún no he visto nada raro, aunque sé que tienen negocios sucios con la mafia italiana. Lo que no sé es qué papel juega el señor Torrance en todo esto.

Más tarde, nos alineamos al pie de la escalera, con las manos cruzadas detrás de la espalda, mientras la familia desciende para desayunar. La señora Meredith luce tan elegante como siempre, y su hija, dulce y tranquila, nos dedica una sonrisa.

Mis ojos se posan en el señor Cole. Lleva un traje negro que seguramente es de Armani, combinado con una camisa blanca que deja entrever un tatuaje de serpiente en su cuello. Baja las escaleras con su mirada fría y penetrante, esa que emana miedo y, al mismo tiempo, una tensión sexual insoportable. Es increíblemente atractivo.

Se sienta en la cabecera de la mesa sin siquiera decir "buenos días". Pero antes, su mirada se cruza con la mía. Nos sostenemos la mirada por unos segundos, hasta que cedo y bajo la vista. Siento como si hubiera perdido un desafío silencioso.

¿Cómo puede seguir normal después de lo que pasó anoche? Tal vez ya esté acostumbrado a estas cosas. Quizás se acueste con mujeres y, al día siguiente, ni siquiera recuerde sus nombres. Al pensar eso, mi estómago se revuelve. ¿Hará lo mismo con otras lo que me hizo a mí?

Cole

Decidí bajar a desayunar con mi familia, aunque nunca he tenido una buena relación con quien todos suponen que es mi madre. Ella no lo es, no para mí.

Mi mirada se detiene en Emily. Esa chica rubia de ojos hermosos hace que me ponga duro con solo mirarla. Ayer, vi cómo se venía para mí. Sus ojos, su piel sonrojada... Me hace imaginar mil maneras de degradarla, poseerla y romperla.

Quiero escucharla gritar mi nombre, amordazarla, azotarla.

Más tarde, en mi oficina en la ciudad, Drystan me informa que Marcos Vítores ha estado malversando fondos y robando mercancías de los rusos.

—¿Quieres que me encargue de él, jefe? —pregunta, sentado frente a mi escritorio.

—No. Sabes que me gusta encargarme de mis propios asuntos. Encuéntralo y llévalo a una de mis bodegas en la salida de Westminster. Reúne a todos mis hombres allí. Es hora de recordarles lo que pasa con los traidores.

Drystan asiente, se levanta y ajusta su traje.

—Como ordene, señor.

Antes de que salga, lo detengo.

—Drystan, necesito otro favor. Quiero toda la información de Emily: su lugar de nacimiento, a qué se dedicaba antes de trabajar aquí, si tuvo o tiene alguna relación. Lo quiero todo.

Drystan me mira con algo de extrañeza. Sé lo que está pensando, pero no se atreverá a desafiar una orden mía. Por más confianza que le tenga, no tiene por qué saber lo que pienso respecto a Emily.
Ella es mía. Y nadie más lo entenderá.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora