Cole
Esta chica se mete en mi mente. Observo a Emily esta noche en uno de mis clubes nocturnos, Oswald, mientras tengo una reunión con Antonio, mi consigliere. Justo me está aconsejando sobre mis próximos movimientos, pero mi atención está en otra parte. Emily está abajo, en la pista de baile, balanceando sus caderas de una manera tan sexy que apenas puedo concentrarme.
Emily es una mujer hermosa: cabello rubio, ojos azul cielo y una mirada tímida. Me pregunto si esa timidez se extiende a otras cosas.
Veo cómo un imbécil se le acerca para bailar. Mi cuerpo se tensa. La idea de cortarle las manos se vuelve tentadora al verlo tocarla. Tomo un trago para despejar mi mente, pero la tensión solo aumenta cuando él comienza a sobrepasarse y ella intenta apartarlo. Dos minutos es lo que aguanto antes de bajar las escaleras.
Ese chico comete el error de poner sus manos en la mujer equivocada. Mañana me ocupo de él.
—Esto está muy ma...— No la dejo terminar.
Mi boca se hunde en la suya, ahogando sus palabras. Un gemido escapa de sus labios, y ese sonido envía un fuego directo a mi ingle. Al principio, Emily me besa con timidez, pero en segundos, su boca devora la mía. Nuestras lenguas juegan, explorándose con desesperación.
Pongo mis manos en sus nalgas y la levanto. Ella envuelve mi cadera con sus piernas, tan deliciosamente firmes. Camino con ella hasta que su espalda choca contra mi librería, haciendo que varios libros caigan al suelo.
Nos separamos brevemente para tomar aire.
—Deberíamos parar, Cole —dice con un susurro, usando mi nombre. Joder, esa simple palabra hace que mi erección crezca aún más.
—¿Por qué razón lo haríamos? —pregunto mientras una de mis manos sube para atrapar uno de sus pechos. Sus pezones están duros bajo mi toque, y río para mis adentros. Ella está excitada, y me pregunto qué tan mojada estará.
—Porque... Oh, joder... —gime cuando levanto su blusa y mi lengua empieza a jugar con sus pechos.
—Dime por qué deberíamos parar, Emily. —Muerdo suavemente uno de sus pezones mientras ella intenta no balancearse.
—Eres el jefe de mi mamá, y, por lo tanto, también mi jefe.
—Dime que pare, Emily, y lo haré. —Nuestros ojos se encuentran mientras mi mano se desliza hasta sus bragas. Las aparto a un lado y toco su centro. Tal como lo supuse, está empapada. Hundo un dedo en ella, luego otro, moviéndome con más intensidad a medida que sus gemidos se vuelven más fuertes.
—Oh, Dios mío... ¡No pares! Por favor, no pares. —Me lo ruega, y por ninguna razón lo haría.
Cierra los ojos mientras su cuerpo aprieta mis dedos.
—Abre los ojos, Emily. Quiero que me mires cuando te vengas para mí. —Ella obedece, y segundos después, se deshace en mis manos.
—Oh, Dios mío...
—Sí, Emily. En este momento, soy tu Dios. —Llevo mis dedos a mi boca y los lamo. —Mmm... justo como lo imaginé. Sabes a miel.
Emily esconde su rostro en mi cuello, su respiración caliente y entrecortada rozando mi piel. Esta chica no tiene idea de todas las formas en las que quiero disfrutarla... y degradarla. Amordazarla, apretar mi mano en su cuello mientras la observo perderse por mí. Me pregunto si le gustaría o si la aterraría.
Volvemos a besarnos durante un largo rato. Nunca he sido fan de los besos, pero joder, los labios de Emily son adictivos. Ella no sabe en lo que se está metiendo. No es buena idea tentar al diablo.

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Peligroso Deseo +18 [libro 1]
RandomEmily es una chica de bajos recursos que llega a la ciudad de Londres cuando su madre consigue trabajo para la familia Torrance, una de las tres familias más adineradas, no solo de Londres, sino de toda Europa. Ahí es donde conoce a Cole, el hijo he...