2.

300 55 5
                                    

Levi

No te vayas mamá, por favor. No me dejes lloro contra el pecho de mi madre, aferrándome con fuerza ella, incapaz de soltarla, de dejarla ir, como si una parte de mí supiera que no debía.

Mamá se agacha a mi lado, acaricia mis rulos alejándolos un poco de mi frente y besa con tanto amor mis mejillas húmedas por las lágrimas que estoy derramando.

—Mi pedacito de cielo, mamá jamás te dejaría. Solo iré unos días con tu padre al mar, pero te prometo que volveré muy pronto.

Limpio mis mocos y mis lágrimas al mismo tiempo con el dorso de mi mano.

—¿Lo prometes?

Ella sonríe, esa sonrisa que se quedaría clavada en mi pecho para nunca borrarse desde ese día.

—Mamá siempre cumple sus promesas mi pedacito de cielo.

Me despierto de golpe. Pestañeo seguidamente y mi corazón late tan lento como lo hizo aquel día, cuando recibí la noticia de que mis padres habían muerto. Mamá no cumplió su promesa. Ella no regresó pronto, no regresó y jamás regresaría, porque lo había perdido y el recuerdo más vivido que tengo tanto de ella como de papá, son sus manos diciéndome adiós con sonrisas mientras me dejaban al cuidado del abuelo.

Quien le iba a decir al Levi de ese entonces que los vio irse con lágrimas en los ojos que ese adiós sería para siempre, que jamás volverían. Tal vez habría puesto más empeño en retenerlos.

Durante mucho tiempo, deseé tanto haber podido convencerlos ese día para que me llevasen con ellos a ese viaje en barco, sobre todo, en esos momentos en los que fue demasiado duro despertar y no tener a mamá y a papá.

Miro a un lado, al otro y un poco más abajo. Tres mujeres llenan esa cama, totalmente dormidas y por supuesto, desprovistas de ropa, dos rubias y una morena de grandes tetas. No daré ninguna explicación al respecto, excepto que odio la soledad y que soy el dueño de mi polla, así que puedo utilizarla cómo se me dé la puta gana.

Las tres mujeres en la cama parecen estar hecha polvos, así que no despiertan incluso cuando salgo de la misma sin delicadeza alguna. Apenas una se mueve, la morena, y deja salir un tipo de gemido.

Entro al baño para mear, salgo un par de minutos más tarde y me visto, sin ya nada más que hacer ahí, y porque tengo una empresa que dirigir y si bien puedo ser irresponsable para muchas cosas, jamás lo sería para El Conglomerado, mismo que dirijo, sin embargo, el viejo, mi abuelo gruñón y snob, todavía sigue teniendo participación y no puedo tomar todas las decisiones sin contar con su aprobación, por lo que no tengo el mando absoluto.

Echo un vistazo a las mujeres en la cama antes de salir y que continúan rendidas. Fue divertido mientras duró, pienso antes de sacar mi trasero fuera de ese hotel.

*

Eso, el que no me guste demasiado la soledad, es la razón por la cual aún sigo viviendo en esta mansión antigua con mi "simpático y amoroso" abuelo, misma que ha pertenecido a los Leighton desde hace siglos, esplendorosa y amplía, con algunas paredes decoradas con las fotografías de nuestros snob antepasados.

Claro que, es irónico todo, pues no es como que mi abuelo haya sido un ejemplo de compañía. Más bien, creo que lo que no me gusta es estar en un lugar sin ruidos, quizás porque siempre ha sido la única forma de callar mis propios pensamientos...

—No tengo siquiera que preguntar qué hiciste toda la noche. No dormiste en casa y como hueles es más que suficiente. Todo un ejemplo —pronuncia mi abuelo con voz rasposa por décadas de cigarrillos y el desgaste de la vida, tan pronto me ve llegar y con su habitual tono cascarrabias de siempre, regañándome por mis formas de manera sutil, pese al poco caso que siempre le hago.

INCESANTE LOCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora