Capitulo 1: Lorenzo Andrade - La caída de un Titán.

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     Lorenzo sintió un fuerte dolor en el cuello. Un zumbido en la cabeza, como si un enjambre de abejas se le hubiera metido por los oídos le precedió. Se encontraba hablando con dos personas a las cuales dejó para acercarse hasta su escritorio. Pensó que en cualquier momento se caería. Alcanzó a llegar hasta la silla donde había estado sentado hasta hacía apenas un minuto, y tal como lo predijo, allí se derrumbó.

     Ocurrió en su lugar de trabajo, la oficina comercial de una entidad financiera donde él era uno de los empleados más competentes; y aquel a quien todos los clientes, y compañeros de trabajo, solían buscar para resolver sus problemas. Era increíble pensar que esa joven y exitosa promesa de la compañía, pasara de mostrarse fuerte como un roble y trabajador como un buey, a encontrarse indefenso como un cachorro abandonado.

     En medio de un sufriente jadeo comenzó a toser, como si fuera una locomotora que perdía potencia. Comenzó a ahogarse. La sensación era la de estar en una playa y que de pronto una gigante ola lo alcanzaba, lo envolvía y arrastraba mar adentro. A lo lejos sonaba la música funcional del local comercial, y a pesar de ser una melodía muy tenue; el muchacho sentía que le taladraba el cerebro. Sin poder dominar la situación y perdiendo el conocimiento, lentamente su cabeza fue cayendo sobre el teclado de la computadora, que yacía sobre el escritorio. Alcanzó a amortiguar con una de sus manos la caída de su cabeza mientras que la otra, arrastró todos los elementos de oficina, siendo un lapicero de cerámica muy fina el que al estallar contra el piso, detonó un sonido que como si fuera un disparo, alertó al resto de lo que estaba pasando.

     Como casi todos los días a esa hora, la oficina se encontraba atestada de gente por lo que pasó un rato, hasta que una compañera de trabajo, se percató de que el joven estaba desmayado.

     Lorenzo Francisco Andrade era un joven quien desde muy temprana edad se había destacado por ser un brillante estudiante, tanto que al terminar la secundaria varias empresas se peleaban por contratarlo. Además de ser inteligente, tenía buena predisposición para adaptarse a cualquier tipo de tareas, lo que lo llevó rápidamente a ascender de forma meteórica dentro de la compañía para la que trabajaba. Tanta era su capacidad que en el tiempo que no trabajaba, se dedicó a hacer su carrera universitaria. Fiel a su estilo, Lorenzo era un hombre dinámico, motivador y estaba dispuesto a realizar cualquier tipo de sacrificio en pos de conseguir los objetivos que se propusiera.

     Fuera de su ámbito laboral, que prácticamente le consumía la mayor parte del tiempo, y de su vida académica, que además se extendía dictando clases como ayudante en la Universidad, su existencia transcurría en un pequeño departamento que alquilaba en la ciudad. Cuando los tiempos se lo permitían, asistía a un gimnasio que estaba cerca de su domicilio donde ejercitaba su pequeño cuerpo. Así fueron sus primeros años de "profesional", donde en poco tiempo fue acumulando la expertise suficiente que junto al estrés, crecieron exponencialmente.

     En opinión de sus compañeros y de su mismo jefe, Lorenzo era una "máquina" que no se detenía y que era un ejemplo de superación y motivación para los demás: tenía las respuestas a cualquier problema, conocía al detalle las personas de cada sector y era un experto en manejar a los clientes más difíciles de la compañía; para lo cual en muchas oportunidades lo consultaban.

     Sus compañeros descansaban en él, sabiendo que el objetivo que no se pudiera lograr, llegado el caso él sería capaz de conseguirlo. Era una persona que se entregaba por completo para ayudar a quien lo necesitara, incluyendo a su familia a pesar de tener serias diferencias con sus padres, con quienes en ocasiones chocaba, en particular por ciertas elecciones de vida de Lorenzo, que ellos consideraban impropias.

     Con el correr de los años, el trabajo lo consumió y su círculo de afectos se limitó a sus padres, con quienes había convivido hasta que se fue a vivir solo a los veintidós años, un hermano dos años mayor que él; casado con una mujer que a Lorenzo lo consideraba un hermano. Cabe decir que tampoco se le conocían muchas relaciones personales, de hecho la última que tuvo se había terminado pocos meses antes de su implosión, por lo que su círculo más cercano también lo consideraba un bicho raro.

     El ataque que le dio ese día lo bajó a la realidad, mostrándole de la peor manera que su mundo no era en realidad como lo creía, muy por el contrario, ése día comenzaría un viaje que lo llevaría adonde menos imaginaba. Lorenzo aún estaba consciente, por lo que llegó a escuchar a su compañera diciéndole algo y luego advirtió que la mujer tomaba un teléfono, en el que musitó algo que él no llegó a percibir y lo último que recordó cuando aún tenía sentido fueron los gritos de algunas personas bramando: ¡llamen al 911!

Esa fue la última frase que el muchacho escuchó decir hasta que se desvaneció por completo.

El pintor de la playa.Where stories live. Discover now