PRÓLOGO

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Las últimas semanas había estado de mal humor, sin energías suficientes, ni siquiera recordaba la última vez que ingirió alimento o la última noche en la que durmió más de una hora.

Y parecía que el clima compartía su sentimiento, porque solamente había llovido, ni un rayo de sol se había asomado.

Tendría que hacer un gran esfuerzo para recordar tan solo un momento en el que fue feliz, ni siquiera se acordaba del sonido que hacía su risa.

Parecía una flor que nunca brotó, un arcoiris que nunca sucedió, un lago que se secó, una estrella que se apagó, una luz que se oscureció, un camino que se acabó.

¿Pero qué es lo que tenía?

¿Por qué su vida era una serie de tragedias interminables?

¿Algún día podrá descansar?

¿Ser feliz?

O al menos, no pasar por más desgracias, si, con eso se conformaba.

Pero por más que lo intentaba, no lograba entender el por qué, ¿Por qué a él la vida lo traía sin cuidado? ¿Qué había hecho él para merecer eso?

Nunca encontraba respuesta, ni siquiera creía que hubiera una respuesta.

Entonces, ¿Cuál era el sentido?

Y así, sus días giraban en torno de preguntas sin respuesta, en estar todo el día lamentándose, sumiéndose en un pozo sin fondo, ahogándose dentro de sus lágrimas.

No salía de su habitación, puesto que la soledad del resto de la casa, hacia que se sintiera aún peor.

Dejo de hacer las cosas que eran habituales, ya no asistía al colegio, ni hablaba con su mejor amigo, sus audífonos se perdieron bajo la montaña de ropa sucia, la comida dentro del refrigerador empezaba a oler rancio.

De tal forma los días no hacían mas que pasar uno detrás del otro, como si fueran olas del mar y él estuviera atrapado en el fondo, luchando por sacar su cabeza a la superficie, y en ese momento, era donde otra ola aparecía, enviándolo cada vez más lejos hacia el fondo del océano.

Choi Beomgyu, pudo haber sido como cualquier otro chico de su edad, pero no somos como cualquiera, cada quien carga con el peso de su propia existencia, y si no encontramos alas para volar y aligerar la carga, nos termina jalando hasta que quedamos enterrados bajo el peso de nuestra historia, tal y como le está sucediendo a ese chico de Daegu.

Todos conocemos la frase, "la gota que derramó el vaso", bueno, el vaso de Beomgyu no solo se llenó, sí no que se estampo en contra de lo que conocía, en contra de lo que lo hacía aunque fuera un poco feliz, terminando rompiendo todo su mundo y a él de paso.

Finalmente el destino decidirá sí la luz se apaga o no.

15 Días || Choi BeomgyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora