Carta para decirte adiós...

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Querida mía:

Perdona mi atrevimiento al llamarte con un título que tu no sabes que posees, pero para mí ya eres querida, incluso amada, y hasta que llegue el día en el que tenga que dejarte ir, eres mía.

Pero claro, esto tu no lo sabes. No sabes que yo protejo tus sueños cada noche para que no te asalten las pesadillas. Tu no sabes que todos los días, te observo con los ojos de mi alma cuando crees que duermo. Se que me ves y que me temes. También se que me consideras un ser hermoso, que mis negras escamas producen fascinación en ti. Se que a veces sueñas con volar y se que yo podría concederte este anhelo. ¿Como lo sé? No solo custodio el bienestar de tu cuerpo sino que también el de tu mente, y para llevar a cabo tal tarea, vivo dentro de tus pensamientos cada hora del día, cada minuto de la noche. Sé cuando tienes miedo y sé cuando te sientes sola. He escuchado cada ruego que haz levantado a las estrellas para que yo te libere de tu encierro.

Créeme querida mía, me encantaría dejarte ir si supiera que fuera serías feliz. Pero luego recuerdo la dulzura de tus ojos, la inocencia de tus deseos. Sé que has sufrido, sé que eres muy fuerte. Sé que no estas indefensa. Oh si princesa mía, te conozco mejor de lo que te imaginas, el hilo de tu vida fue atado alrededor de mi corazón. Por eso sé que aunque podrías estar bien en el mundo de fuera, estás mejor aquí bajo mi cuidado. Aquí puedes soñar con el amor que has de recibir cuando el tiempo sea indicado. Aquí no corres peligro de falsos príncipes que son solo bufones disfrazados. Te mereces el mundo a tus pies, a mi me encantaría dártelo, y podría hacerlo. Pero yo soy tan solo un viejo dragón que vivirá durante milenios y verá a tus descendientes poblar la tierra, y tu eres una princesa, demasiado lejos de mi alcance.

Decidí escribirte esta carta para decirte que te amo. Si, a quien engaño. No importa que sé perfectamente que no debería, me he enamorado de ti. Pero no temas dulce doncella mía que mi amor por ti es mas grande que mi egoísmo. Y por eso jamas recibirás esta carta mía.

Ahora mientras te contemplo dormir veo lágrimas escapar rebeldes de tus ojos hermosos. Me haría feliz secarles, besarles mientras escurren por tus mejillas y acariciar dulcemente tu pelo para que supieras que estoy contigo. Pero todo lo que puedo hacer es tomar tu dolor en mi pecho y proyectarte sueños hermosos en los cuales hay alguien más haciéndolo. He aceptado que jamas serás mía y eso está bien, porque no hay nada que no pueda darte, mas lo que de verdad necesitas: un compañero que comparta tu vida.

Verás, yo he vivido durante un poco más de trescientos años, todavía soy joven para los estándares de mi raza. Seguiré viviendo durante muchos cientos de años. Eso es algo que siempre me ha fascinado de los humanos: la belleza de su efímera y complicada vida. Siempre van con prisa, siempre de un lado para otro. Todo lo sienten intensamente, y tan rápido como el parpadeo de una estrella. Mientras que mi corazón late lento y pesado, el tuyo late a mil por hora. Es un sonido hermoso, pero también atemorizante. Porque con cada latido tu corta vida se escapa entre mis dedos y yo no puedo hacer nada para protegerte del violento paso del tiempo. Y creo que por eso te amo, porque me fascina como reaccionas, como amas, como tienes esperanza en el futuro sin ser consciente de tu propia fragilidad. Eso te hace fuerte a mis ojos, y por eso, me pareces hermosa.

¡Ay! Querida mía, adorada princesa. El tiempo se me va en verte sonreír mientras devoras tus libros. Cada vez que lloras o que ríes, me haces la criatura mas feliz del universo. Soy tu guardián, tu proveedor, tu amigo. Pero tu no lo sabes, no lo ves. A veces me gustaría que supieras todo lo que hago por ti. Que vieras mis sentimientos reflejados en mis enormes ojos azabache y ahí observaras lo mucho que me importas. Pero tu deseas a tu caballero de armadura brillante, a tu noble príncipe. Y para mi eso está bien. Para mi, se volvió una obligación el darte la oportunidad de cumplir tu sueño.

No temas mi bella princesa, tus ojos tan hermosos como el mar profundo algún día verán el rostro de tu amor verdadero. Yo me aseguraré de que nadie que no lo merezca pase mi guardia. Tal vez en algún momento me odies, si asesino a algún bufón que haya llamado tu atención. Pero créeme que para mí es mas importante tu felicidad que tu opinión de mi.

Pero en esta carta te juro que sabré distinguir cuando llegue el príncipe que tu mereces. Cuando haya probado la valía de su corazón, en ese momento abriré las puertas de tu torre y le dejaré pasar.

Cuando te lleve con el, lejos de mi cuidado, moriré cada día preocupándome por tu bienestar. Pero también seré feliz sabiendo que tu lo eres. Este es el amor más grande que puedo ofrecerte y el sacrificio mas noble que puedo realizar.

Nunca sabrás esto que te cuento, y tal vez le cuentes al mundo de la enorme bestia del color del ébano que resguardaba tu torre y te mantenía prisionera.Tal vez les cuentes de como llamas escapaban de mis fauces llenas de colmillos de marfil cuando alguien venía a rescatarte. Les hablaras de como veías de repente mis ojos escarlata observándote fijamente.

Pero yo sé mi vida que aunque esa sea la verdad, yo habría muerto antes de hacerte daño. Que me fascinaba ver bailar a tu bella figura alrededor de tu habitación. Que quería acariciar tus cabellos color miel y acomodarlos detrás de tu oreja para así observar tu rosada piel virgen. Que desde lo lejos observaba tus ojos azules como el mar mientras veían el horizonte y se permitían soñar.

Solo una cosa debes de saber princesa mía, ángel de mi furia, musa de mis pensamientos. Cuando muera moriré con tu nombre en mis labios y tu rostro en mi mente.

Lo siento, hoy te escribo para dejarte ir. Porque sé que pronto serás arrancada de mi cuidado.

Te amo pero yo... soy solo el dragón que custodia tu torre.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2015 ⏰

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