7: Casi siete años

Start bij het begin
                                    

Tragó saliva, sintiéndose abrumado. No sabía si quería llorar, irse corriendo o golpearlo, era incapaz de entender la revolución de sentimientos que tenía dentro, pero, al mismo tiempo, se convencía de que todo eso estaba mal.

— ¿Algún problema? —le dijo después de un silencio que duró un par de minutos.

Charles negó con lentitud.

—Solo era una pregunta.

Max dio un par de pasos hacia delante, sin poder controlar su cuerpo, generando cercanía con Leclerc, quien tenía sus ojos fijos en él.

— ¿Qué quieres hacer conmigo? ¿Qué quieres de mí? —preguntó en un tono de voz bajo, sintiendo la derrota.

Nunca había podido oponerse o resistirse a algo que el monegasco le dijera o le pidiera. Pero todo era un dilema, un conflicto interno, una lucha entre el bien y el mal, entre lo correcto e incorrecto, entre lo que debía hacer y lo que no. Que lo dejaba en un limbo, sin respuestas ante todas sus agonizantes dudas sobre el chico de Mónaco.

—Estoy cansado, Charlie.

—Lo sé, Maxie —dijo el monegasco, mientras tocaba los hombros de Max —. Pero solo quiero estar contigo, pasar la noche.

— ¿Y hacer qué?

— ¿Es necesario hacer algo más que acompañarnos? —devolvió la pregunta Charles.

—No te pongas romántico.

El de ojos verdes se rio y negó.

—Solo hablemos —respondió de forma directa —. Y vayamos al auto que me estoy muriendo de frío en este lugar.

Max solo se rio tras escucharlo hablar y asintió, mientras lo seguía hacia el parqueo, que estaba prácticamente vacío.

Los dos se subieron a un auto negro, grande y más normal, que Verstappen no había visto antes. Aunque seguía siendo igual de lujoso. Charles encendió la calefacción una vez puso el auto en marcha, pero el ambiente entre ambos era muy silencioso.

Max observó a través de su ventana como una a una las luces led del bar se iban apagando y también lo desolada que estaba la zona. El cielo que los cubría seguía sin aclarar, pero ya se podían apreciar menos estrellas en este y menor intensidad en la luz de la luna; el rubio se sintió tonto por haber pensado que podía regresar sano y salvo a casa, desde ese sitio, en completa soledad.

Charles condujo por las avenidas principales de la ciudad, las cuales aún seguían iluminadas por las tenues luces amarillas de los faroles, no había ningún alma vagando y daba la sensación de que se encontraban en una ciudad fantasma, el aspecto lúgubre, desolado y tranquilo, hicieron sentir inquieto a Max, el cual desvió la mirada con rapidez.

— ¿Quién era ese hombre que estaba con tu amigo? —cuestionó con curiosidad, mirando de reojo a Charles, quien estaba sumamente concentrado en conducir.

El monegasco soltó una risita.

—Su pareja.

— ¿Qué? —Verstappen se sorprendió —. Pero si puede ser su padre.

—Lo mismo le he dicho —se rio Leclerc, mirando de reojo a su acompañante, el cual lucía confundido.

—Pero...¿Cómo...

—No lo sé, se conocieron por cuestiones del trabajo, hace como dos años —explicó —. Fue Pierre quien dio el primer paso.

— ¿Y tú no le dijiste nada?

— ¿Qué le iba a decir? —inquirió el de ojos verdosos, esta vez girándose a mirarlo —. Si cualquier cosa que le dijera igual no la iba a tomar en cuenta. Créeme, cuando a Pierre se le mete algo en la cabeza, es imposible hacerlo desistir. Ni siquiera le importó la diferencia de edad y el qué dirán, ¿Por qué escucharía a un tipo como yo que dejó al amor de su...que dejó a su novio hace casi siete años? Hubiera sido ilógico, además, si él es feliz así, no puedo intervenir en aquello.

Lover's gameWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu