✰ ⋆ [10]

665 89 17
                                    

Narra Tsuki 

El lugar solo me desorientaba más. Entre más miraba, más me perdía y entre más caminaba, muchas habitaciones abrían sus puertas.

La fortaleza infinita, así denominada, era un completo infierno laberinto. Me había separado de Tanjiro, Giyuu y Kyojuro. Una puerta se abrió bajo mis pies y solo los perdí de vista.

Sin embargo, sabía bien que eso no sucedió por casualidad.

Entonces divisé su apariencia que me había encandilado en un principio, acercarse y mirarme con lejanía. Habían pasado meses desde que no nos veríamos, de la última vez que él se acercó y me besó, me apretó tan fuerte como si no quisiera irse y aun así lo hizo.

—Supongo que es un adiós. —Murmuré, acercándome a él a pesar de que me arriesgaba.

—Fue difícil persuadir a Nakime para traerte aquí —Resopló negando simultáneamente —Da igual, espero que cada uno de mis entrenamientos personales te hayan servido.

—¿Al fin te dignas a atacarme? —Arqueé una ceja con una sonrisa, buscando ocultar el pesar que sentía en mi pecho —Qué novedad.

Akaza no respondió.

—Se están acercando, el pelirrojo ya te sintió. —Suspiró, caminando hasta estar a tan solo unos centímetros —Nunca tuve tiempo de decirte que adoro tus ojos, bueno, todo en sí.

Mordí mi labio inferior con frustración. No quería que esto terminara aquí.

—No quiero —Solté, cabizbaja y tratando de no sollozar en este momento —Yo no puedo hacerlo.

Akaza me agarró de los hombros, con tanta fuerza que lo tuve que mirar a los ojos.

—Ya está, Tsuki. No hay vuelta atrás. —Frunció sus cejas, molesto —Deja de lamentarte, no lograrás nada.

—Akaza…

Él volvió a su rostro neutro, para luego sacar algo de sus bolsillos y colocarlo en la palma de mi mano.

—No te atrevas a olvidarme. —Murmuró, para luego besar mi mejilla y saltar lejos de mí, no sin antes empujarme no tan fuerte.

Al recuperar la postura, Los tres cazadores se hallaban frente mío, cubriéndome.

—¡Tsuki! —Dijo Giyuu, quien me miró de reojo notablemente preocupado.

Los tres se mostraban ansiosos, en contra de Akaza al cual no dudaron en atacar rápidamente. Me quedé estática en mi lugar, apretando la pequeña tela que me había entregado. La apreté con fuerza y la guardé en uno de los bolsillos del uniforme. Apreté mis armas, buscando césar con el dolor punzante en mi pecho, aquel vibrar melancólico que recorría mis venas y me humedece los ojos cada vez que veía como, poco a poco, Akaza se dejaba asesinar. Me buscaba, lo vi, sus ojos me buscaban e ignoraban a sus enemigos, pidiéndome a gritos que fuera yo quien terminara con él.

Reaccioné, corriendo con pesadez pero sin detenerme, sin dudar, dispuesta a terminar con todo lo que él me había hecho sentir. Kyojuro, Giyuu y Tanjiro me apoyaron, dejándolo inmóvil a causa de los cortes y ataques, Y, con los ojos clavados en los míos y la tristeza compartida;

—Hasta pronto, Akaza

[☆]











Kyojuro vio por la pequeña abertura de la puerta a su querida. Si bien la había oído lloriquear, no quiso indagar demasiado la razón, pero tampoco pudo evitar observar a escondidas.
Estaba de costado, con algo entre las manos y lloraba en silencio. No pudo distinguir de qué se trataba, no hasta que ella, luego de murmullos inentendibles, guardó la pequeña sortija dentro de una tela vieja y desgastada.

—¡Papá! —Él llamado de su hijo lo alarmó, ya que Tsuki rápidamente se percató de su presencia —¡Papi! ¡Rako me quitó mi peluche!

Kyojuro miró preocupado a su hijo, para luego suspirar con una sonrisa.

—Ahora voy —Murmuró —Tengo que hablar con tu mamá.

El pequeño rubio de mechones rojos y todas las características de un Rengoku, Asintió alegre y corrió hacia fuera.

—Estrellita, ¿Por qué llorabas? —Indagó una vez que entró al cuarto.

La mujer se pasmó, buscando alguna excusa que no logró conseguir.

—No es nada, Kyojuro —Musitó aún agraviada —Cosas del pasado.

El rubio se acomodó a un lado de ella, apegándose.

—¿Era de tu nona? —Preguntó respecto al anillo.

Tsuki lo miró de reojo.

—Si. —Respondió, girando su rostro hacia él. 

No convencido del todo, decidió no rebuscar más sobre el tema. Sabía que no se trataba de la mujer anciana, pero no quería fastidiarla si eso le causaba dolor.

—No dejes que la tristeza te consuma, quiero verte reír incluso luego de la llegada de…

—¿Hakuji? —Murmuró rápida —Yo digo que se parecerá a mi.

—Mi mamá solía decirle lo mismo a mi papá… —Dijo rodeándola en un abrazo —Supongo que son genes fuertes.

—Me parece una exageración…

Los dos rieron y vieron como por la ventana se asomaba su pequeño, victorioso al conseguir el muñeco que Rako le había sacado.

Tsuki dejó ir un suspiro pausado, buscando conciliar el bienestar, buscando olvidar lo que alguna vez la hizo sacudirse de los nervios y hacerla dudar muchas veces de sí misma; posiblemente nadie nunca sepa de su amorío secreto, de que se enamoró del enemigo y que pasó días y noches con el corazón acelerado al estar cerca de él. Y aquellas emociones y sensaciones se enterraran junto a ella siendo recordado sólo por la noche y las estrellas, siendo él único entre tantas como ellas.

FIN

☆ Miles de Estrellas ☆Where stories live. Discover now