Aria.
Kyle no está conmigo en la cama cuando despierto, tengo un leve pinchazo en el pecho que me esfuerzo por hacer desaparecer mientras salgo de la cama y me meto a la ducha con una intención clara.
Despejar la mente de lo que ocurrió la noche anterior.
Tener sexo con el que es tu marido no debería significar un problema, pero si adquiere otro significado cuando dicho marido te detesta y ha repetido en innumerables veces que solo eres parte de un plan. Sin embargo, no puedo evitar pensar en la manera en la que sus ojos me observaron, como parecía tan embelesado por mí como si en serio significase algo para él.
—Pero bueno, eso es lo que pasa cuando tienes sexo con un hombre que luce como un Dios griego —me envuelvo con la bata de baño cuando salgo, es fin de semana, y en mi horario no está contemplado sábado ni domingo así que me tomo el tiempo para escoger un bonito atuendo (aunque sea para estar en casa), y bajo.
Me detengo a la mitad de la escalera porque: Primero, Kyle está preparando el desayuno. Y 2, lo está haciendo con solo unos pantalones cortos. Sin camiseta, mostrando los músculos de su espalda y brazos y trayendo a mi mente escenas de la noche anterior que preferiría no recordar.
—Creí que irías a trabajar —voltea sin sobresaltarse, sus ojos me escanean por un par de segundos antes de desviar la mirada.
—El golpe de tu rostro comienza a ponerse morado, ¿le pusiste algo?
Por inercia me toco el pómulo, es probablemente la vez más fuerte que mi padre me ha golpeado, aún me estremezco cuando recuerdo la dolorosa sensación de su palma contra mi piel, realmente creí que al estar fuera de su poder él dejaría de lastimarme, pero tal vez nunca se detendrá.
—No tengo nada para los golpes —me encojo de hombros —desaparecerá solo.
—Tengo un botiquín de primeros auxilios en el baño, ¿no lo has visto? Justo detrás del espejo, hay cremas para todo tipo.
Me lanza una mirada extraña mientras comienza a servir el desayuno en los dos platos que están sobre la meseta.
—Preparé café, pero también hay jugo en la nevera.
—¿Debemos tener sexo para que me prepares el desayuno?
Las palabras brotan de mis labios tan rápido que mi mente no procesa si es buena idea o no decirlo, Kyle se detiene, cierro los ojos arrepintiéndome al instante de mis palabras porque evidentemente el hecho de que hallamos follado la noche anterior, no quiere decir que de pronto, mágicamente, seamos un matrimonio normal.
Me preparo mentalmente para las palabras hirientes y crueles que está a punto de lanzar hacia mí, me atrevo a mirarlo para encontrarlo con una sonrisa divertida en los labios.
—Si todo lo que pides después del sexo es un buen desayuno, creo que puedo acostumbrarme.
La vergüenza se va, también el repentino malestar que se había instalado en la boca de mi estómago y mi cuerpo entero se relaja.
—¿Lo ves? Cuando no eres un idiota, eres agradable.
Una risa brota de sus labios, una natural, genuina. Mis labios permanecen curveados hacia arriba mientras él termina de servirnos café y toma asiento en la meseta, justo frente a mí. De este modo, tengo una visión clara de sus abdominales. Se inclina hacia adelante, apoyando el brazo contra las losas ocasionando que los músculos se tensen.
Trato de centrar mi atención en el desayuno, en los huevos revueltos y en los trozos de tocino y pan tostado que lo acompañan. No hablamos, como ya es costumbre así el silencio nos acompaña durante toda nuestra comida.
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Lazos Tentadores
RomanceLibro 1 "Bilogía tentación" Se supone que las bodas son un momento especial, el más esperado por la mayoría de las personas, ¿no es verdad? Se supone que eliges a esa persona para pasar el resto de tu vida, que es para siempre. Pero, ¿qué ocurre c...