Durante su adolescencia Sunoo eligió a Heesung, rompiéndole el corazón a Jay quién siempre lo tuvo como primera opción
Aún cuando no fue elegido y siempre se sintió una miserable segunda opción, el destinó le tenía una pequeña sorpresa a ambos
Una s...
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Sentirse abrumado no era lo que Jay espera a la hora de besar el cuello de Sunoo, de tenerlo debajo de su cuerpo gimiendo por más, por el toque de las manos del cantinero que delineaban con una delicadeza que torturaba a un Sunoo que se estaba derritiendo por su simple toque
Esas manos que desde su clavícula hasta su abdomen lo tocaban con lo que Jay buscaba sea brusquedad, pero que internamente ambos sabían que era la delicadeza de alguien que es incapaz de dañar al amor de su vida
No físicamente almenos, Jay no era de esos, era brusco, era tosco con quién lo hirió y usaba palabras dolorosas para aparentar indiferencia pero su toque, aquél que se deslizaba hasta las piernas descubiertas del chico debajo suyo, no podían mentir
Asi que no lo hicieron
Ambos compartieron besos fogosos, de esos que quizás solo en sus sueños más húmedos imaginaron, sus lenguas peleando por tener el control de la boca contraria y en esa batalla tan sucia, llegando victorioso Jay al morder el labio inferior de Sunoo, quién gimió de dolor e hizo reír arrogante al contrario
Sunoo tomo del cuello al hombre, no queriendo que se separe de su cuerpo, por ello Jay tuvo que deslizar su mano debajo del bóxer del menor aún sin romper la íntima mirada que ambos se dedicaban. El cantinero no dudo en tantear con sus dedos el miembro semi erecto del chico debajo suyo, solo dándole roces tan leves que Sunoo suspiraba de la impaciencia, queriendo ser definitivamente tocado
Queriendo todo con Jay, pero anhelando todo en ese momento, con una prisa que el contrario no estaba dispuesto a darle
‒ ¿Quieres decirme algo? Lindo ‒bromeó Jay al ver como Sunoo se estaba guardando todos sus comentarios
Porque estaba advertido, si sugería, ordenaba o señalaba algo en cuanto a lo que él le hiciera, todo se detendría
‒ N-no, nada Jay
‒ Muy bien ‒le sonrio, besando la frente del menor con cariño antes de alejarse
Reposando el cuerpo más pequeño acostado en su cama y dejandole el espectáculo de ver como es que se quitaba su delantal, su camisa de tirantes finos y esos pantalones gigantes que dejaron al descubierto unos muslos igual de gruesos que lo hicieron tragar fuerte a un Sunoo que hizo de espectador del show
‒ Ya sabes que no seré tan idiota como para no parar si me dices que no, lo sabes ‒le recordó
‒ No está en mis planes parar
‒ Lo sé, pero tenlo en cuenta ‒el coreano asintió a sus palabras y lo dejo más tranquilo al cantinero
Porque para Jay era importante que Sunoo supiera que fuera de sus palabras bruscas, su consentimiento siempre sería respetado por él