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「蝴蝶」
A purple butterfly on your right shoulder
La primera vez que Taehyung sintió que el amor se le escapó de las manos fue una noche del 2015 en una habitación desierta y con el alcohol monopolizando cada vena en su cuerpo, una identificación en el bolsillo de su pantalón marcando sus veinte años recién cumplidos y un Jungkook sin su ceremonia de mayoría de edad.
Había iniciado inocente, con una simple salida para ir a comer a pocas calles del dormitorio. Luego que Hoseok anunciara que estaba cansado y que prefería recuperar el sueño perdido, con el permiso de Seokjin, Taehyung y Jungkook decidieron llamar a su salida una cita encubierta. Por múltiples causas, unas más trascendentales que otras, aún no habían podido dialogar sobre el tema con los hyungs, siendo Jimin el único que en oportunidades plantaba señales de sospechar, pero el día llegaría tarde o temprano.
Taehyung jamás pensó que el secreto se les revelaría por un descuido, y que sería muy pronto.
Lo que comenzó con comer bindaetteok, siguió con un poco de banana milk y snacks, y al final, regidos por el desenfreno de sus veinte y dieciocho años, culminó por tomar un paquete entero de cerveza. Taehyung no recordaba mucho del camino al dormitorio, tampoco cómo es que siquiera habían llegado a él, sólo percibiendo que la mano en su cintura, firme y grande, pero conservándose inexperta, se sentía bien y quería mantenerla allí por un buen rato.
El primero en verlos fue Namjoon quien dejó caer el bowl de palomitas al suelo a la vez que abrió la boca grande, ojos saltones y nariz humeante, mas fue Jimin el primero en soltar el regaño, una mala palabra combinada con un insulto al cielo. Prontamente, Taehyung se sintió ser cargado igual que un muñeco hacia la cama. A pocos centímetros, lanzaron a un Jungkook dormido y cerraron la puerta con llave, un "sufran solos" entre líneas.
—Jungkook, aléjate de mí. Hace demasiado calor —dijo Taehyung, levantando el borde de su camiseta tras haber lanzado su chamarra a cuadros al suelo junto a su gorra.
—Hyung~
—Fuera.
Contrastando con las anécdotas de algunos de sus amigos que ya habían experimentado una borrachera, Taehyung no quería vomitar; sin embargo, su cuerpo estaba ardiendo. Escuchó de acidez estomacal, visión borrosa, memoria a corto plazo inefectiva y migraña, tal vez de subida de temperatura corporal, pero ese calor iba más allá.
El roce de las sábanas era suficiente para irritarlo y ocasionar un ardor confuso en su piel que, podría ser su imaginación o estar ocurriendo en serio, se encendía en rojo vivo.
—Hyung, ven aquí. —Jungkook, quizá sufriendo lo mismo, se deshizo de su camiseta blanca, pezones duros, respingones, dejados al aire. Con la agilidad de una pitón, entre sutil y resbaladiza, Jungkook tomó cercanía, sus pies enrollándose con los de Taehyung, sus uñas largas arañando sus tobillos.