—Sigues enojada —Félix no despegó los ojos de la pantalla, mientras intentaba hacer hablar a Debriel.
Hacía una semana de su milagroso escape del Sótano de Diaconescu y ella no le dirigía la palabra desde entonces. Por supuesto, podía percibir sus pensamientos, pero la gran mayoría de ellos eran pesadillas sobre aquella noche espantosa y el resto eran las mil y una formas en que podía ponerle fin a la frágil existencia de su anfitrión.
—Ookeeey —refunfuñó el chico con tono de resignación.
Tenía que seguir trabajando y cualquier distracción podía causar un error que le valiera un reporte con su supervisor o, peor aún, con Calidad en el Trabajo.
Se removió incómodo en la silla y decidió que era un buen momento para tomarse uno de los tres descansos de 15 minutos a los que tenía derecho en cada turno.
Registró la pausa en el sistema y de inmediato abrió el WhatsApp. Entre los mensajes de los casi diez grupos de juegos de rol, videojuegos y coleccionistas a los que pertenecía destacó un mensaje de un número que no tenía registrado.
—¿Cómo demonios consiguió mi nuevo número?
El rostro de gesto sensual, con ojos violeta y enmarcado por una cabellera rosa, era inconfundible.
«Llego a tu casa para comer», decía el texto seguido por una carita sonriente. «¿China o japonesa? ¿O tacos?», este seguido por una carita babeando de antojo. «Dije "o tacos", no "Otakus"», rezaba el mensaje que entró justo en ese momento, seguido por otro con alrededor de diez caritas revolcándose de risa.
Un impulso —un estúpido impulso— lo hizo responder: «Sushi».
Un «sticker» de pulgar arriba fue la muda respuesta de Luzy y, casi de inmediato, su foto de perfil cambió por otra de ella misma, "atascándose" una torta que parecía ser de pierna adobada, justo en la tortería que estaba a unas tres cuadras de su casa.
Félix sonrió con cierta ternura, mientras se servía un vaso de agua, que, casualmente, era todo lo que tenía para comer.
***
—Entonces, los clanes de vampiros se llaman «sótanos» —trató de aclarar Félix.
—¡Ewww! ¡Asco! ¡Qué tu mamá no te enseñó a no hablar con la boca llena! —reclamó Luzy mientras remojaba delicadamente una porción de sushi en salsa de soya picante.
—Perdón —dijo él, genuinamente apenado.
—¡Solo te estoy molestando, hombre! —farfulló ella, también con la boca llena —pero sí, los vampiros o akhkharu, más precisamente, no se ven a sí mismos como clanes, sino como una gran sociedad que se divide en grandes grupos con intereses en común, generalmente, su tipo de sangre preferido, y estos grupos se hacen llamar «sótanos».
—¿Y cómo averiguaste todo eso? —preguntó Félix, con una molesta sensación en el fondo de su mente que le decía que, quizá, «Luzyfer» era más que un nombre artístico.
—De la misma forma en que supe que cambiaste tu número de teléfono y no me avisaste, ¡eh! —reclamó ella en tono dolido.
—Debriel destruyó otro de mis teléfonos y perdí todos mis contactos.
—Eres un pésimo mentiroso —Luzy no solía guardarse nada y Félix no estaba muy seguro de que aquello le agradara —No me obligues a mandarte solicitudes a todas tus redes sociales, eh.
—No vuelve a pasar.
—Más te vale.
Un largo minuto de silencio se interpuso entre ellos, solo matizado por el ruido de Félix al masticar y un dedo de Luzy golpeando levemente la pequeña mesa que era el comedor del chico.

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Alas de sangre
FantasyCuando Dios abandonó el Universo, la cacería comenzó. Ella era la mejor cazadora, soldado y mensajera de su universo, en su nuevo hogar es sólo la marioneta del tirano que usurpó el trono de Dios. Él es un simple Otaku sin vida social pero es el úni...