Aria.
He intentado entender como es que llegué a este punto. Se supone que estaba bastante consciente de lo que sucedería, de cual era mi deber. Desde que tengo uso de razón se me ha educado para saber que tengo que hacer lo que sea, cualquier cosa, que nos ayude a garantizar el poder de mi familia, poder que llevan manteniendo por décadas, poder que no se permitirían perder por nada del mundo, aún cuando eso significa casar a tu única hija con tu mayor enemigo y el hombre al que más odias.
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para no perder el control, apretando las manos tan fuerte en mi regazo que tengo las uñas clavadas en mis palmas.
—¿Kyle Beckham? —inquiero con cautela —¿Qué acaso no es ese hombre al que odias tanto?
Mi padre se pellizca el puente de la nariz.
—Lo es —suspira —pero hemos charlado esta mañana, y hemos llegado a un "acuerdo".
Mi madre suelta una risa sarcástica.
—No, no puedes estar hablando en serio —lo señala con reproche —¿con ese hombre? ¿De verdad? Estoy seguro de que tienes una larga lista de candidatos perfectos para Aria.
—Los tengo, pero créeme, nadie puede ser mejor para Aria, que Beckham. Esta unión nos permitirá pro fin acabar con todo el maldito desastre que hemos ocasionado, puede que tal vez al fin nos dejen en paz.
—¿Acuerdo? —El rostro de mamá se enrojece con furia, estoy bastante segura de que está haciendo su mejor esfuerzo para contenerse y no decir exactamente que es todo lo que piensa sobre la decisión de mi padre. —Estoy bastante segura de que lo único que ese hombre quiere es asesinar a nuestra hija apenas la tenga bajo su poder.
Me estremezco. Dios, detesto que mis propios padres me traen como un objeto, como una maldita moneda de cambio.
—Esto se ha hecho en nuestra familia por décadas —le recuerda mi padre —y las decisiones, nunca se cuestionan.
—Eso es porque ninguno había perdido la cordura como tú —espeta mi madre con más valentía de la que alguna vez le he visto usar —has dejado de ser racional, Benjamín.
—Cuida tus palabras —advierte mi padre apretando los puños.
—Si quieres que cuide mis palabras, entonces no digas estupideces...—mamá ni siquiera tiene la oportunidad de terminar la frase.
Cierro los ojos cuando la palma de mi padre se encuentra contra el rostro de mamá.
Un silencio se instala en la sala, las respiraciones agitadas y el sonido del reloj corriendo es lo único que puede percibirse.
Miro a mis hermanos, ellos tienen la mandíbula apretada, tan enojados como mi madre pero ninguno se atreve a decir nada.
—La decisión ya ha sido tomada —la voz de mi padre brota con frialdad —y nadie va a interponerse, ni siquiera tú. ¿No estás de acuerdo? Bueno, eso no me importa ni un poco, Micaela, deberías saberlo ya.
—Bueno, pues cuando tu jodido acuerdo se vaya a la mierda, no quieras buscar más culpables.
Mi madre se va tras decir aquello, dejándome rodeada de tres hombres que evidentemente no harán nada por mí. Cuando mi padre me mira, le sostengo la mirada, aún cuando por dentro lo único que quiero es ir a esconderme.
—¿Tienes algo para decir?
—No, padre —sonrío con falsedad.
Claramente no quiero casarme con un completo extraño, mucho menos cuando el hombre es odiado por la mitad de mi familia, y la otra mitad lo quiere muerto, sin embargo, no hay mucho que pueda hacer.
ESTÁS LEYENDO
Lazos Tentadores
RomanceLibro 1 "Bilogía tentación" Se supone que las bodas son un momento especial, el más esperado por la mayoría de las personas, ¿no es verdad? Se supone que eliges a esa persona para pasar el resto de tu vida, que es para siempre. Pero, ¿qué ocurre c...