Jade Jhonson es impulsiva. Y aunque se ha prometido pensar antes de actuar, pronto se encontrará envuelta en un caos romántico lleno de magia y cupidos, cuando decide acercarse a su crush y amor imposible: Andrew Price.
Andrew estudia veterinaria y...
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Jade Jhonson.
31 de octubre, 2018.
La música está a todo volumen, hay personas bailando y meneándose contra sus parejas de baile en una forma muy lasciva, ignorando eso, me enfoco en lo bien que decoraron la casa, hay telarañas y arañas decorativas en los rincones y sobre algunos objetos, así como hay sangre falsa en las paredes, sin contar otras decoraciones de Halloween sobre algunos lugares, pero lo que más me fascina, es la neblina de la entrada que le da a la casa un aire espeluznante, dentro, también hay neblina que se extiende por las escaleras hasta llegar al piso de arriba.
Sosteniendo la mano de mi hermana que, a su vez, sostiene con su otra mano la de mi prima formando una cadena, camino hacia un mini bar y pido unos cócteles.
Volteo a mirar a Eda, su cabello azul está ondulado y decorado con un poco de brillantina, unas largas orejitas de conejo se ubican sobre su cabeza, en su rostro un maquillaje en tonos blancos, plateados y un poco de purpurina, resaltando el color de sus ojos azules y concediéndole la apariencia de una chica tierna, pero cuando bajo la mirada, un corsé de brillantina blanca se adhiere a su torso, una falda con vuelo corta de color plateado, así mismo, medias pantis cubren sus piernas, haciéndola lucir sin duda alguna, como la conejita más sexy y a la vez tierna de la fiesta.
A Eda le encanta la brillantina, y no la culpo, a mí también, nuestros disfraces van de cierta forma en conjunto, yo soy una maga y ella es mi conejita. Luego miro a mi prima, ella en cambio, no hizo conjunto con nosotras, pues decidió disfrazarse de una linda y atrevida muñeca de trapos.
Stella es una chica dulce y las dos coletas con lacitos blancos y prominentes ondas rojizas, junto al flequillo y esas pecas naturales en sus mejillas le dan la apariencia de una chica muy adorable. De todas las hijas de mi tía envidiosa y juzgona por parte de mamá, Stella es la única que nos agrada, pues ella es un tarrito de azúcar de la cabeza a los pies, a diferencia de su madre y hermanas que son unos tarros llenos de veneno, mentalmente suelto un resoplido al recordar a esas víboras.
Finalmente, nuestros cócteles llegan, el mío es del color de mi cabello, lila, el de Eda azul y el de mi prima es rojo, me encanta la neblina que sale de ellos. Le doy un sorbo y le doy mi aprobación al chico, que nos sonríe a mí y a mi hermana como si estuviese cautivado de nuestra presencia. Sonrío divertida al ver la forma en la que Stella mira su cóctel con duda.
—Yo no bebo —dice.
Eda y yo compartimos una mirada.
—¿Ya has bebido antes? —pregunta mi hermana y Stella niega.
—Bueno, pues no sabrás si no te gusta, hasta que lo pruebes —opino.
Stella no responde, solo mira el líquido rojo, lo que me hace soltar un suspiro.