¹⁰|Castigo lento y delirante

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A Bright le dio un vuelco el estómago, ante el tono oscuro en la voz de Win y la amenaza de un castigo, pero para su propio desconcierto, no podía decir que fuera miedo.

—... dos…

La chica salió corriendo envuelta en nada más una sábana y un segundo disparo hizo volar polvo cuando impactó y abrió un hoyo en la pared junto a la puerta,
—Nos vamos. —Win guardó su arma y jaló a Bright por el cuello de la camisa y lo sacó a empujones de la habitación del hotel.

En el pasillo, Gun en calzoncillos veía a su mejor amigo seguir al otro hombre con la mirada en el suelo.

—¿Bright? ¿Qué sucede?

—Vuelve a casa Gun.

—Pero…

—Todo está bien Gun. Mañana hablamos.

Gun reconoció al mafioso del casino Souri por la descripción que Bright le había dado antes. Guapo, esbelto, elegante y el cabello rubio con mechones.
»Cuando Win tiró a Bright dentro del auto y se subió al lado del conductor, la ira todavía bullía en sus ojos color bosque, se incorporó a la carretera y Bright vio las dos camionetas negras seguir el Audi todo el camino.

—¿Qué fue todo eso? —se atrevió a preguntar Bright, después de unos minutos en silencio.

—No te he dado permiso de hablar. No hagas que te dé un castigo más duro si sigues haciéndome enojar.

Bright guardó silencio obedientemente y se preguntó internamente de qué iba todo eso, cómo sabía Win donde estaba y por qué estaba tan enojado.

Cuando aparcaron el auto frente al edificio de Win, la expectación en Bright le hacía un nudo en el estómago, cuando Win lo empujó dentro del elevador, el silencio le estaba corroyendo los huesos y cuando tropezó dentro del loft ya no tenía dudas de que iba a ser castigado severamente y todavía no sabía por qué.

—Ve a bañarte, que apestas a zorra barata.

Bright abrió la boca para replicar, pero la mirada aguda de Win lo silenció antes de que pudiera decir algo. Se dirigió al baño y tomó una ducha, en parte muy necesaria, para quitarse la sensación de la chica de la piel y en parte porque había sido una orden de Win y Bright había descubierto que a Win no se le decía que no cuando ordenaba algo y Bright se sentía bien obedeciendo.

Cuando salió del baño, su ropa no estaba por ninguna parte cerca de donde se la había quitado.

—Se fue a la basura. —Win seguía sonando molestó— Cuando te vayas puedes ponerte algo del armario, pero tu ropa está en el basurero.

—¿Ahora si puedo hablar? —preguntó Bright, tentativamente.

—No veo que tengas algo interesante que decir, pero te daré la oportunidad antes de castigarte.

Bright escuchaba la palabra castigo y no entendía lo que significaba o por qué le hacía sentir raro.

—¿Qué se supone que fue todo eso? ¿Cómo supiste donde estaba? ¿Y cómo por qué necesito un castigo? No entiendo por qué te volviste loco allá. Casi matas a la chica y ni siquiera le diste oportunidad de vestirse.

Lobito ingenuo. Aprenderás a quien perteneces.

—Sé todo lo que haces, con quien lo haces y a dónde vas. Te recuerdo que tenemos un acuerdo y tú me debes dinero. El acuerdo te incluye a ti como parte del abono a los intereses y no tienes permitido joder con nadie mientras el acuerdo esté vigente. Y no me volví loco, tú eres mío hasta que no pagues y yo no comparto lo mío con putas de la calle. Esa también es la razón por la que voy a castigarte.

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