v e i n t e.

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Quería correr muy lejos de ese lugar, y al mismo tiempo quería abalanzarse encima de él y nunca irse.

Katsuki no podía creer lo que estaba viendo, sencillamente no podía ser real.

¿Acaso estaba alucinando?

Sus ojos comenzaron a presentar un picor bastante característico, aún así, su corazón dolía por la velocidad con la que tamborileaba dentro de su pecho.

El hombre delante de él suspiró antes de reírse y mirarlo fijo nuevamente.

—A ver, dime si logras ver aquella estrella, la más brillante. —le dijo sonriendo, señalando hacia el cielo nocturno.

El cenizo no respondía, solo lo miraba sin saber que hacer o que pensar.

—¿La ves? —preguntó nuevamente, volteando a verlo.

Katsuki subió la mirada, ahí estaba, una estrella que juraría que antes no estaba ahí, brillando con una intensidad que jamás había visto. La primera lágrima rodó por su mejilla, ya no podía seguirlas reteniendo. Estaba tan confundido y al mismo tiempo tan...

—Oye... ¿estás bien? —preguntó el hombre, acercándose a Katsuki de manera rápida.— ¿Ocurre algo?

El cenizo quería decir tantas cosas, quería expresar todo lo que sentía y quería hacerle demasiadas preguntas, pero su cuerpo no respondía.

—Siento si dije algo inadecuado, solo te vi intentando identificar las constelaciones y me acerqué a ayudarte. —se disculpo, mirándolo fijamente a los ojos.

El ojicarmín solo movió su cabeza lentamente, haciendo un movimiento repetitivo con su cabeza, negaba con la misma de un lado a otro, intentando hacerle entender que él no había hecho absolutamente nada malo, que él no era el causante de su malestar.

O quizás si...

—Y-yo estoy... estoy bien. —logró mencionar luego de recomponerse, limpiando el rastro de lágrimas de sus mejillas.

—¿Estás seguro? —cuestionó, sonriendo levemente.

El corazón de Katsuki empezó a bombear sangre con mucha fuerza, demasiada para ser normal. Suspiró antes de asentir, mirándolo a los ojos.

—Si, más que nunca. —le dijo, sorbiendo su nariz.

El chico de cabellos rojos frente a él no hizo más que reír nuevamente, y asentir aliviado de que todo estuviera bien.

Una vibración en su bolsillo trasero lo distrajo rápidamente, sacándolo casi al instante con sus manos temblorosas y presionando el botón verde para atender la llamada.

—¿Si, má?

Ya nos están trayendo nuestra comida a la mesa, cielo. Deberías entrar de una vez. —le dijo su madre con un tono de voz amable.

Se quedó callado unos instantes, viendo aún al hombre frente a él, meditando si debía ir o no.

¿Kats? ¿Todo bien? —preguntó su madre, notando que hubo un silencio de parte de la otra línea.

—S-si, todo perfecto. Iré en un momento. —respondió intentando que la voz no le temblara.

Se despidió de ella y guardó nuevamente el celular en su bolsillo trasero, procedió a fijar su vista nuevamente en el chico de cabellos e iris rojizos, quien ocultaba una pequeña sonrisa de ternura al verlo hablando con quién creía era su mamá.

—Deberias entrar, hace frío aquí y creo que te esperan allá adentro. —mencionó, dedicándole otra sonrisita ladina antes de mover sus pies con la intención de voltearse.

Cool Kids| k.dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora