Capítulo XI: Explorando la Zona Zero

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Ecos de un pasado

Maleck no confía en mí.

Es una persona inusual, con una habilidad para el sigilo sorprendente y eso, en parte, explica por qué me resulta intrigante leer sus intenciones. Él despierta mi curiosidad como nadie lo ha hecho, aunque para ser justos, nunca me había topado con un mithak en el pasado. Son famosos por saber cómo ocultarse y es un mérito que atribuyo a su gran habilidad. En las misiones donde es necesario localizarlos, nunca damos con ellos y eso nos complica demasiado la tarea.

Es desconfiado y letal si es que es provocado, como se podría esperar de cualquier mithak, pero también ha demostrado ser tenaz, astuto y prudente. Es un juego sin reglas del cual ya estoy participando.

Han pasado dos días desde que lo encontré en la Zona Penumbra huyendo de los zombis y las dos personas que lo seguían. La quemadura de su pierna se va recuperando día con día gracias a las medicinas que encontré para lesiones por plasma y ahora ya puede moverse con más facilidad.

No es lo único que ha progresado. He notado como poco a poco baja la guardia y ese muro que parece haber construido para alejarse de mí disminuye más y más.

Cada vez que comienza a abrirse un poco, parece recordar repentinamente que debe mantener la distancia y vuelve a mostrar un comportamiento hostil y cauteloso. Me resulta curioso como en esos momentos mis deseos de conocer más sobre él parecen intensificarse. Es un rompecabezas complicado, donde radica el peligro, pero es precisamente eso lo que me atrae hacia él.

—¿Quieres salir a buscar provisiones? —le digo una mañana mientras me pongo la chaqueta—. No imagino lo aburrido que debes estar sin haberte movido de aquí.

Él se lo piensa un rato antes de responder. Es cierto que desde que llegamos no ha salido del refugio ni una sola vez.

Recuerdo que cuando llegamos me tomó casi un día entero convencerlo de que debía descansar para recuperarse mientras yo buscaba las medicinas necesarias para la quemadura de su pierna. Se mostró reacio y preocupado, pero después de darse cuenta de que en su estado actual no podría avanzar ni defenderse, aceptó. Lo escuché conversar con alguien o algo, no logré captar que era, pero decidí bautizarlo "interfaz" por el momento, ya que después de que hubiera conversado con él (o eso), se acercó a mí para indicarme dónde podría encontrar la medicina necesaria, la ruta y la cantidad de zombis que tendría que enfrentar. El equipo de un mithak era realmente sorprendente si podía brindarte toda esa información.

Al comienzo se mostró impaciente por recuperarse pronto y salir de la Zona Zero cuanto antes, pero ahora su comportamiento ha cambiado: lo noto perdido en sus pensamientos y de vez en cuando una mirada melancólica surca su rostro. Eso me hace pensar que su pierna lastimada no es la única razón por la que no ha querido salir del refugio provisional en donde nos escondemos, sino que tiene que ver con este lugar. Pero no ha querido hablar de eso hasta ahora. Imagino que debe estar relacionado con algún mal recuerdo (tal vez de uno de sus trabajos como recuperador), de otro modo, no reaccionaría de esa forma.

—¿Qué tienes en mente? —me responde finalmente y sonrío en respuesta. Parece que ya está dispuesto a salir a explorar.

En menos tiempo del esperado, ya estamos fuera del escondite: un viejo almacén de repuestos que aún tiene una puerta funcional. Lo conduzco calle abajo y, a diferencia de lo que pensé, no se retrasa, sus movimientos son calculados y sigilosos mientras nos movilizamos por las calles, parece que su cuerpo sabe exactamente qué hacer y a dónde dirigirse.

Empezamos a buscar comida en las tiendas abandonadas y en los edificios en ruinas. Llegamos a un supermercado y nos dirigimos al pasillo de las latas, yo busco algo que comer mientras él monta guardia.

Espiral de la muerte | #ONC 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora