1
Última palabra
Tiyana no dejó de repetir lo mismo. Era peligroso, y tenía razón.
El día anterior me sumergí en el bullicio de Kurson para conseguir todo el armamento y suministros necesarios para adentrarme en Calihan. Con Niklas, habíamos trazado la ruta más rápida para llegar sin contratiempos. Pero eso no quitaba el hecho de que una vez ahí todo podría salir mal y ni un buen plan, armamento o refugio podrían asegurarme de que regresaría a Kurson. Debía ser muy cuidadoso, no solo por mí, sino también por la promesa que me había hecho para mantener a salvo a mi hermana.
La mañana de mi partida, el sol pintaba el cielo de Kurson con tonos cálidos, algo inusual en la ciudad que usualmente era alumbrada por las luces fosforescentes que proyectaban la mayoría de los edificios. Tiyana llegó temprano por la mañana para encargarse de cuidar a mi hermana, pero Alura no salió de su habitación para despedirse de mí como solía hacerlo.
En cierta forma, comprendía su descontento con mis constantes ausencias. Acababa de llegar de una misión y ya estaba partiendo a otra, no habíamos logrado pasar ni un día completo juntos. Pero era algo que debía hacer, esto cambiaría la realidad para nosotros.
Con la mochila al hombro, me acerqué a la puerta de Alura para despedirme. La falta de respuesta dejó un vacío palpable en el aire.
—Te prometo que todo será diferente cuando regrese —hablé a través de la puerta cerrada—. Tiyana estará contigo, te ayudará en lo que necesites. Estaré en contacto apenas pueda. Nos vemos pronto.
Me di la vuelta, sintiendo la ausencia de mi hermana como un peso tangible en mi pecho.
Dirigiéndome hacia la estancia principal, encontré a Tiyana.
—Será un viaje largo, tal vez más que los anteriores que he hecho hasta ahora —le dije.
Ella cruzó sus brazos robóticos sobre el pecho sin quitar la expresión taciturna que siempre acompañaba su rostro, sus rasgos afilados y el tono marfil de su piel, acompañado del brillo azul que emanaban sus ojos almendrados le daban un aire exótico que denotaban su naturaleza humana y cibernética. Con sus acciones o formas de hablar muchas veces podía percatarme que Tiyana había vivido más de lo que se atrevía a contar. Mis conjeturas sobre ella y su misterioso pasado eran que tal vez, en algún momento, Tiyana había caminado por senderos que solo existían en la penumbra de la memoria, antes del estallido, incluso antes de la división del Estado.
Podía imaginar que esa misma experiencia había sido la que la había llevado a deducir que yo era un recuperador casi tan pronto como había iniciado.
—Ten cuidado, Maleck —dijo ella con una seriedad que dejaba claro que sus palabras no eran solo una advertencia, sino un deseo sincero—. No puedo disuadirte de ir, pero te aseguro que Alura estará a salvo conmigo. Siempre cuido de los míos.
Sonreí, reconociendo el cuidado detrás de sus palabras.
—Lo sé, Tina. No sé cómo agradecerte; todos estos años desde que llegamos de Calihan has velado por nuestra seguridad. Mi padre confiaba en ti para todo y debo admitir que al menos en eso tuvo razón.
Ella suavizó un poco su expresión, como hacía cada vez que mencionaba a mi padre. Ambos teníamos opiniones muy diferentes de él, por mi lado, creía que mi padre nos había traicionado y abandonado, pero Tiyana, quien había sido amiga no solo de él, sino también de mi madre, guardaba su memoria con afecto.
—Tu padre fue un buen hombre, Maleck —me aseguró, extendiendo su mano para ponerla sobre la mía.
—Claro, solo le faltó ser mejor padre —expresé con ironía.
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Espiral de la muerte | #ONC 2023
Science Fiction✨Dentro de los 7 ganadores del ONC 2023 y también ganador a Mejor Portada✨ El viento susurra en Calihan. En los altos edificios abandonados se forma una espiral, recorre la sombra de lo que era una ciudad, viaja por las pútridas calles y entonces lo...