Más que amor

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El aire de la habitación era pesado y espeso, la sala estaba a oscuras y la pequeña luminosidad que entraba procedía de las farolas de la calle. La noche había caído rápidamente y la visibilidad en la habitación era casi nula. Un silencio acompañado de una suave respiración rodeaba las cuatro paredes, era tarde, bastante tarde, los graznidos de los cuervos eran audibles y los pocos coches que pudieran pasar por allí a esas horas.

Kageyama se encontraba tendido boca abajo en la espaciosa cama, no estaba dormido ni mucho menos, no después de todo lo que había ocurrido. El día iba perfecto pero aquella estúpida encerrona que le montaron Junko y Kai lo fastidió todo ¿Qué era lo mejor que podía hacer ahora? Lo más coherente sería ir a la policía y contar todo lo sucedido con Kai y Hinata, de ese modo ambos se ahorrarían más problemas.
El pelirrojo no lo había hecho en su momento posiblemente por miedo, es común en las personas que sufren algún maltrato o abuso negarlo o incluso ocultarlo a toda costa por el miedo que tienen a recibir consecuencias no muy gratificantes después de ello, no podía culpar a Hinata de tener miedo. Ese tipo era cruel y despiadado. No conocía la historia completa de Kai y Hinata, pero estaba seguro de que algún chantaje estaba de por medio, el pelirrojo nunca se dejaría mangonear tanto por alguien. Era un muchacho tímido a veces, pero en su interior existía un aura intimidante que no se dejaría manejar tanto por un solo chico. Posiblemente, todo el embrollo tenía que ver con ese tal Nozuke o algún acontecimiento pasado que desconocía. Tenía que averiguar el porqué de todo este acoso a Hinata, ahora mismo no era el mejor momento para preguntarle tal cosa directamente pero aprovechando que ahora tendría que seguir el juego a Junko con su falso noviazgo igual podría sacarle algo de información a la chica.
Aunque siempre digan que hay que acabar los problemas de raíz en este caso no sabía si era lo correcto, tenía miedo de herir al pelirrojo, más aún, si lo hacía. Estaba en un situación psicológica complicada, no había que olvidar que había sufrido una cruel violación hace apenas veinticuatro horas, para su pesar no podía meterse en la mente de Hinata y averiguar lo que en realidad estaba sucediendo en su cabeza. A pesar de ser un chico muy extrovertido, cuando hacía falta era capaz de guardarse todos sus sentimientos y emociones y actuar como si nada hubiera pasado, seguramente estaba sufriendo más de lo que parecía, Hinata se había abierto hacia él soltando sus verdaderos sentimientos y la verdad es que estaba seguro de que aquello no fue ni por asomo todo el sufrimiento que tenía contenido en su pequeño cuerpo, "Hinata sufre en silencio para evitar preocupar a los que le rodean", el pelirrojo parecía tener una especie de miedo interior al rechazo y Kageyama es lo que quería cortar de raíz. Ya que Hinata no iba a estar de su parte para colaborar en el plan decidió que lo mejor sería hacerlo a sus espaldas, si simplemente seguía haciendo creer a Hinata que él lo odiaba y viceversa el plan sería mucho más fácil de llevar y no lo involucraría en él, por tanto, el pelirrojo estaría a salvo de las posibles consecuencias que podría tener el descabellado plan.

La puerta de la calle se abrió, Kageyama se encontraba sumergido en sus pensamientos  y no lo notó.

-¡Ya estoy en casa, Tobio! –Dijo una voz femenina –Kageyama se colocó boca arriba observando el techo de la habitación mientras oía los ruidos procedentes de la planta de abajo.

Era raro que sus padres vinieran tan pronto a casa, normalmente por culpa de su trabajo se pasaban días o semanas fuera y el colocador tenía que apañárselas solo, su madre solía ser a la que más veía, tampoco en exceso, pero al menos la veía más a menudo que a su padre. Su padre era un importante ejecutivo en la industria química de Mito de la prefectura de Ibaraki y debido a la distancia entre Miyagi e Ibaraki muy de vez en cuando era capaz de verlo, en cambio, su madre pertenecía a un importante bufete de abogados de Sendai.

-Policía... -susurró para sí mismo cerrando los ojos –claro...

Kageyama salió de la cama y bajó por las escaleras que llevaban a la planta baja a toda prisa y corrió hacia el salón donde se encontraba su madre ordenando los papeles de algún caso que estaba llevando actualmente. Se acercó a ella lentamente con los puños apretados y una mirada fría y seria, su madre era una mujer complicada y si no trataba con ella de un modo serio y directo posiblemente no conseguiría lo que buscaba. Al estar tan lejos de casa su relación podría resultar fría y áspera, ni ella le conocía bien ni él la conocía bien. En esta ocasión solo podía tragarse su orgullo e ir a por todas.

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora