Abordo el vehículo en el que llegué, los vigilantes apartan la mirada cuando ven que repaso a cada uno. Sus armas no son de gran ayuda para un tirador a distancia, no lo verían venir ninguno de ellos.

__ ¿Lo tienes? - pregunto sin esperar un saludo. El halcón sabe cómo hacer su trabajo, solo necesita tiempo que le di.

__ Está cargando. - contesta con tranquilidad - ¿Seguro que quieres hacer esto?

__ Encárgate de tener lo que pedí. Yo me encargo de hacer o deshacer si se me antoja. - me indica el recorrido de la barra que termina de llenarse señalando que es tiempo que me vaya.

La veo salir, se detiene al verme aún en la propiedad. Quiere verse segura de cada paso que da, pero un titubeo como el que tiene lo vi en varias ocasiones hace años.

Puede ser muy letal, aún así su cuerpo jamás le obedecerá si pretende actuar que algunos no existen. Me obedece a mí por mucho que odie la idea que así es.

El abdomen se le descubre cuando se amarra el cabello. La boca se me seca, los pantalones me aprietan y esa absurda necesidad regresa blanqueando mis nudillos.

Esa figura a la vista basta para recordar las veces que la recorrí, mordí y poseía su voluntad. Las ansias de volver a esos momentos regresa, pero las ganas de empotrarla contra su maldito auto no me van a nublar el juicio.

No demuestro cuando detesto ocurra. No dejo de verla. Ella lo disfruta como la hija de puta astuta que es. Se vale de eso para acercarse al esposo para estampar un beso en la boca del tipo que la sostiene más fuerte.

Me fijo en sus dedos rodeando su cintura, en mi mente están siendo abiertos hasta sacar el hueso. Una sonrisa es lo que devuelvo en su dirección antes de encender el motor para dejar de ver la escena que montan.

Si cree que con eso voy a caer de nuevo en su juego, está muy equivocada. No lo hice antes, hoy menos me voy a desviar por una simpleza tan ridícula.

Veo por el espejo retrovisor el auto en el que vienen, quien conduce es el Myers Jr, quieren pasarme sin embargo no les cedo el paso. Continúo estando al frente por mucho que intente hacerlo, aminora la velocidad, veo como se alejan de mi vista haciendolo también, intentan pasar de nuevo y señalo que lo hagan.

Cuando están por hacerlo giro el volante de golpe, el imbécil no sabe reaccionar a tiempo y para cuándo ella intenta tomar el control se han salido del camino. El chillido de los neumáticos levantan humo y polvo en lo que solo observo cómo quedan atravesados a lado de la carretera.

Salgo del vehículo, yendo hasta donde se encuentran. Desde una distancia menor puedo verlos reponerse del susto en lo que los orbes gris impactan en un estallido contra los míos.

Está furiosa. Sin un ápice de miedo, solo furia intensa que calienta mi sangre.

Eso está mejor.

Me doy la vuelta para salir de su límite hasta que subo al auto complacido por haber logrado mi objetivo. Afectar su paz.

Para cuando sale ya estoy a metros lejos suyo y agrandando esa distancia hasta que dejo de verla. No tuve tranquilidad por mucho tiempo, merece probar lo que yo.

Ese instinto de supervivencia que se activa al estar expuesto por tanto tiempo a ataques repentinos de los cuales las secuelas son estar a la defensiva siempre.

Conduzco hasta la casa de Max, dijo que tendría mi encargo antes y avisó que era tiempo. Cargo con el maletín hasta entregarlo a quien se asegura no haya menos de la cantidad acordada.

__ Eso no es necesario. - irrumpe Max. - Confío en él.

__ Haces mal. - soy directo. Si espera que agradezca eso está soñando - ¿Donde está lo mío?

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