Espiral de la muerte | #ONC 2023

Prefacio

¡Huye! ¡Huye!

Mi instinto me grita que no me detenga, no importa el dolor, no importa el miedo.

«¡Tienes que sobrevivir! —grita mi cabeza—. ¡Sobrevive por Alura!».

Volteo para todos los costados buscando una ruta de escape y mi sangre se congela al ver detrás de mí las siluetas distorsionadas de los zombis acercándose casi en cámara lenta. Los sonidos guturales y aterradores hacen temblar la tierra.

Apresuro el paso, sintiendo el pinchazo de dolor recorriendo mi pierna como una cuchilla ardiente cortándome la piel. Me arrastro como puedo por las desordenadas y putrefactas calles.

¿Así termina todo? No volveré con Alura, mi hermana. ¿Se preguntará qué me pasó? ¿Sabrá que morí luchando? Aprieto la mandíbula: la promesa que le hice, no la cumpliré.

Ser recuperador siempre tuvo sus riesgos, pero nunca me había encontrado en una situación tan crítica, al borde de la vida y la muerte. Quiero vivir. Mi alma ruge desesperada por un indicio de ayuda, pero sé que nada podrá salvarme ahora.

Siento el metal del cofre chocando con mi muslo a medida que me muevo, recordándome por qué vine a la ciudad infestada de Calihan. No parece valioso, pero de alguna forma sé que es importante. ¿Qué es lo que esconde? Desde que lo encontré todo ha empezado a ir en picada. No, en realidad, algo ya parecía extraño desde que llegó el mensaje con la propuesta de trabajo y puse un pie fuera del muro.

Ahora estoy atrapado. Al menos, moriré en mi ciudad natal, o con el recuerdo que queda de ella.

Pienso otra vez en mi hermana. Quería con tanto fervor poder darle una mejor vida, quería que no volviera a sufrir, quería... quería que todo fuera solo un mal sueño. Que nuestro padre no hubiera desaparecido para abandonarnos en un mundo de desconfianza.

Ella estará bien, trato de convencerme, de al menos darme ese consuelo. Ella estará bien.

Siento el pecho arder por el cansancio y el sobreesfuerzo de seguir adelante. Ya no puedo seguir corriendo, mi pierna lastimada me cega de dolor y la sangre ha dejado un camino de migajas hasta mi posición. El sudor recorre mi frente y mi boca ya no puede acaparar más aire. El acelerado palpitar de mi corazón aturde mis oídos, pero me arroja una sensación de paz desconcertante. 

Frente a mi atormentada visión observo aparecer las figuras despellejadas y deformes, cerrándome el paso. 

Voy a morir.