Capítulo 41

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—Vuelve dentro de una hora—gritó el gran duque con voz irritada.

Fue porque era su rutina diaria el acostarme y leerme antes volver a trabajar a su oficina.

—Le ruego me disculpe, pero es un asunto de gran urgencia.

La persona que fue capaz de interrumpir el dulce momento era Cahill.

Si era Cahill, creo que es algo realmente importante...

—Papá, debe haber algo mal. Vuelve después de oír lo que tiene que decir. —dije despidiéndome con la mano. Entonces el gran duque frunció el ceño y se levantó con un largo suspiro.

—Lo siento. Vuelvo enseguida.

La espalda del gran duque, que cerró el libro que leía, lo dejó sobre la cama y se dirigió hacia la puerta, estaba muy fría.

<Si las noticias de Cahill no son importantes será un gran problema...>

Miré hacia la dirección de donde había salido el gran duque y salté de la cama. Como no podía leer el libro, pensé en espiar la conversación.

Mientras acunaba a mi esponjoso conejo Tutu, vi a Cahill con una expresión seria a través de la puerta entreabierta.

—Ha llegado de visita el vizconde Baldwin y el barón Elgar. Dicen que hay un gran problema en la finca.

—¿Es un problema serio?

—Dijeron que estaba indefenso debido a una enfermedad. Solicitaron la ayuda de Baylot.

—¿A descubierto el médico la causa?

—Todavía no.

El semblante del gran duque y de Cahill era sombrío.

Incapaz de comprender el contenido de la conversación, abrí mucho los ojos.

< ¿De repente llegan visitas por la noche y le piden a mi padre que lo ayude con su enfermedad? ¿Incluso si es una enfermedad que ni siquiera mi padre conoce?>

Parece que algo va mal. Según los modales de etiqueta que aprendí, los nobles nunca visitan casas ajenas a altas horas de la noche sin previo aviso.

Eso significaba que algo muy difícil ha sucedido hasta el punto de arriesgarse a ser grosero.

Incluso el gran duque parece pensar que es algo que debe hacer.

—¿A dónde los has llevado?

—Por ahora, los he guiado al primer salón. Ya que el gran duque se encontraba aquí.

Al oír la respuesta de Cahill, el gran duque giró la cabeza y me miró, sin aliento.

—Lo siento, supongo que hoy no podremos leer más.

—¿Hay gente aquí? ¿Puedo ir yo también? —pregunté y presioné al gran duque con mis grandes ojos.

Sin embargo, pese a que lancé una mirada centelleante o sacudiera su manga, no funcionó en absoluto.

—Es demasiado tarde. Es mejor que vayas a la cama. —El gran duque me levantó y me puso sobre la cama. Parecía decidido, como si el dormirme a estas horas fuera su misión.

—Ya veo. Buenas noches.

El gran duque apartó de mi alcance el libro que había sobre la cama, me dio unas palmaditas en el pecho sobre la manta, apagó la lámpara mágica y salió.

<Bueno, no puedo dormir.>

Mientras estaba tumbada, traté de cerrar los ojos y quedarme dormida, pero mis ojos continuaban abriéndose.

Nadie me quiere a excepción de los villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora