🎤 11. Afortunadamente no eres tú

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(Paty Cantú)

ALEX

Despierto con un dolor de cabeza que no sentía hace mucho tiempo. Lo último que recuerdo es estar con Max en la camioneta y luego... nada. Un enorme borrón en mi cabeza con imágenes confusas.

Estoy en su habitación, en menos de una semana he dormido dos veces aquí y aún no me explico como he conseguido hacerlo.

Llevo toda mi ropa puesta, no parece que tuve sexo anoche y por lo visto tampoco vomité a nadie. Pudo ser peor.

Me levanto a hurtadillas, esperando no despertar a nadie y poder salir de aquí hasta que recuerdo que estoy 30 metros sobre el suelo y me paralizo. Me jode aceptarlo, pero necesitaré la ayuda de Max una vez más.

Abro la puerta y un olor a comida me revuelve el estómago. Alguien está de espaldas en la cocina y por el cabello rubio adivino que es Borja, el amigo de Max. Se gira al oír la puerta y sus grandes ojos grises se iluminan al verme.

—¡Buenos días! O quizás deba decir buenas tardes —bromea de buen ánimo—. Despertaste justo para almorzar.

—No tengo hambre. 

—Lo supuse. Nadie tiene hambre después de una resaca.

Repaso el departamento completo, Max no estaba en la habitación y tampoco está aquí. Solo estamos Borja y yo.

—¿Y... Max? —pregunto.

—Salió. Todos los sábados se va temprano y no regresa hasta el domingo en la tarde.

—Ya veo.

Me lo había advertido. Me dijo que los viernes por la noche y fines de semana no podría contar con él, pero no creí que eso significaría abandonarme en su departamento a solas con su amigo. ¿Qué sucedió anoche?

—Quédate a almorzar, después te voy a dejar donde tú quieras.

—No te preocupes, mi camioneta está abajo, puedo regresar por mi cuenta —respondo. Las llaves estaban en la mesa de la noche, Max debió dejarlas ahí.

—Oh... entonces quédate a almorzar —rectifica con una sonrisa.

No sé qué hacer, estoy segura de que no podré bajar sola y no tengo tanta confianza con este chico, me avergüenza mucho pedirle que me acompañe 14 pisos a pie. Tendré que arreglármelas sola, como siempre.

—No gracias, mejor me voy —murmuro caminando hacia el salón donde están mis cosas en el sofá.

—Espera. —Se planta frente a la puerta, impidiéndome pasar. Mis alarmas se disparan y retrocedo de inmediato—. Max me hizo prometer que no dejaría que te fueras si no comías algo antes. El hombre es un karateka profesional, no me hagas pelear con él.

—No es mi problema, déjame salir.

—No te pongas a la defensiva, por favor. —Alza las manos—. Tú... necesitas comer algo o te desmayarás camino a casa.

—¿Por qué te importa? No puedes retenerme aquí. —Mi respiración empieza a agitarse—. Déjame salir, por favor...

Borja junta sus cejas y me observa con los ojos entornados. 

—Me preocupa porque eres la novia de mi amigo, por extensión eres algo así como mi cuñada... —bromea, pero no sonrío—, pero si es lo que quieres...

Se hace a un lado y abre la puerta para dejarme salir, pero en lugar de correr hasta el pasillo, me quedo pasmada mirándolo.

—¿Novia? —cuestiono, escéptica—. ¿Te dijo que yo era su novia?

[1] En tus manos©Where stories live. Discover now